En un mundo donde el agua se convierte cada vez más en un recurso escaso, la necesidad de encontrar soluciones sostenibles y eficientes es más apremiante que nunca. Ante este panorama, la cosecha de agua, una técnica milenaria, resurge como una respuesta prometedora frente a los desafíos del cambio climático.
La cosecha de agua no es una práctica nueva; de hecho, sus orígenes se remontan a civilizaciones antiguas que desarrollaron métodos ingeniosos para captar, almacenar y utilizar el agua de lluvia y la niebla. Hoy, esta técnica ancestral se presenta como una estrategia viable para mitigar la escasez hídrica, especialmente en regiones áridas y semiáridas donde el acceso al agua es limitado.
El uso de esta técnica se extiende a lo largo de milenios, con evidencias de su práctica en civilizaciones como la romana, la mesopotámica y la precolombina. Estos pueblos antiguos desarrollaron sistemas de captación y almacenamiento de agua de lluvia que les permitieron prosperar en entornos desafiantes.
El desarrollo de esta técnica se dio en culturas pasadas y ha sido implementada en la actualidad. Foto: Andina.
De acuerdo a la Asociación Mundial para el Agua, los mayas (2000 a. C.) y los griegos (3500 a. C.) desarrollaron métodos para recolectar y almacenar el agua de lluvia, lo que les permitió tener acceso a agua potable y para riego en períodos de sequía. Estas prácticas ancestrales han inspirado técnicas modernas de gestión del agua, adaptándolas a los desafíos actuales del cambio climático y la escasez hídrica.
Por su parte, los mayas construían grandes cisternas llamadas "chultunes" para recolectar y almacenar agua de lluvia, esto con la finalidad de aprovechar las temporadas húmedas para asegurar el suministro de agua durante las épocas secas. Mientras que los griegos desarrollaron sistemas de acueductos y cisternas para captar el agua de lluvia y la nieve derretida, para los cuales utilizaron técnicas de ingeniería avanzada para su época.
La cosecha de lluvia, por ejemplo, puede realizarse mediante la instalación de sistemas de recolección en techos y superficies impermeables que dirigen el agua hacia tanques de almacenamiento. Por otro lado, la cosecha de niebla utiliza mallas especiales para capturar las gotas de agua suspendidas en el aire, proporcionando una fuente alternativa de agua en áreas con alta humedad atmosférica.
Existe más de una comunidad que realiza la aplicación esta técnica milenaria. Foto: innovación en Geosintético y Construcción.
Existen beneficios ambientales de la cosecha de agua, los cuales incluyen la reducción de la erosión del suelo y la contaminación del agua, la disminución del riesgo de inundaciones y la recarga de acuíferos. Además, contribuye a la conservación de ecosistemas y la biodiversidad al proporcionar una fuente de agua sostenible para la flora y fauna locales.
Según lo descrito por la web de National Geographic, la cosecha de agua contribuye significativamente a la seguridad hídrica en regiones áridas al proporcionar una fuente alternativa y sostenible de agua. Al captar y almacenar el agua de lluvia y la niebla, se reduce la dependencia de fuentes de agua superficiales y subterráneas, que suelen ser escasas en estas áreas. Además, la cosecha de agua puede ayudar a mitigar los efectos de la sequía.
En el Perú la construcción de qochas es fundamental para la cosecha de agua. Foto: PACC Perú.
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Los avances tecnológicos lograron permitir la mejora y diversificación de los métodos de cosecha de agua. Desde el desarrollo de materiales más eficientes para la captación de niebla hasta la implementación de sistemas automatizados de recolección y filtrado de agua de lluvia. Además, la integración de la cosecha de agua con prácticas de manejo sostenible del recurso hídrico contribuye a la conservación de ecosistemas y la reducción de la huella hídrica.
La cosecha de agua en Perú es una práctica ancestral que se utilizó desde las civilizaciones preincaicas e incaicas. Sin embargo, en tiempos modernos, la implementación sistemática y el reconocimiento de la cosecha de agua como una estrategia para combatir la escasez de agua y la desertificación comenzaron a tomar mayor relevancia a partir de las últimas décadas del siglo XX y principios del siglo XXI.
En los últimos años, el gobierno peruano y diversas organizaciones no gubernamentales promovieron proyectos de cosecha de agua, especialmente en las zonas andinas, para mejorar el acceso al agua para la agricultura y el consumo humano. Estos proyectos incluyen la construcción de qochas (pequeñas represas), amunas (sistemas de infiltración de agua en acuíferos) y otras infraestructuras para capturar y almacenar el agua de lluvia.
La cosecha de agua se aplica en varias provincias de Perú, especialmente en aquellas situadas en las regiones andinas y costeras, donde el agua es más escasa. Algunas de las provincias donde se implementaron proyectos de cosecha de agua incluyen:
La cosecha de agua es una práctica sostenible que tiene un impacto ambiental positivo en general. Algunos de los beneficios ambientales de la cosecha de agua incluyen: