Muchas personas suelen pedir a sus familiares que sus cuerpos sean incinerados cuando les llegue la muerte; sin embargo, no todos coinciden en qué hacer con sus cenizas. Algunos desean que se los guarde en una urna o que los tiren al mar, y otros, aunque suene insólito, que vayan al espacio.
En un reciente reportaje escrito, The New York Times entrevistó a siete personas que han abonado a una empresa aeroespacial privada por este servicio. El caso más extraño es el de Kenneth Ohm, un profesor de Educación Física jubilado que ha pagado por el insólito deseo de que se envíe su ADN hasta la superficie de la Luna.
El sueño del exdocente es que, dentro de 30.000 o 40.000 años, una civilización extraterrestre inteligente encuentre su material genético y pueda clonarlo en un "enjambre de miles de 'Ken' Ohm" o que creen un "zoológico intergaláctico" donde una copia de él esté enjaulada.
En la entrevista, Ken Ohm, de 86 años, contó que su sueño era convertirse en un astronauta de la NASA, pero nunca fue seleccionado cuando postuló en la década del 60. La razón, cree, fue porque su cuerpo era demasiado alto: medía 6 pies y 2 pulgadas (1,87 metros).
“Hice todo lo que se suponía que debía hacer, excepto encogerme”, sostuvo en la conversación.
Kenneth Ohm tiene 86 años actualmente. Foto: cjonline.com
Cuando fallezca, Ken Ohm ha pedido a sus familiares que su cuerpo fuera cremado y que sus cenizas sean enterradas en una parcela familiar en su ciudad natal, en Kansas.
Sin embargo, por un costo de 12.500 dólares, su material genético viajará hasta el satélite natural de la Tierra dentro de una nave de Celestis, compañía que ofrece, de manera simbólica, un funeral en el espacio
Celestis, operativa desde 1994, ha realizado 17 vuelos hasta la fecha. En ellos se han trasladado restos de Gene Roddenberry, creador de 'Star Trek', y Gerard O'Neill, prestigioso físico teórico.