En marzo de 2004, el científico Hwang Woo Suk puso de cabeza al mundo entero cuando anunció, en un artículo publicado en la prestigiosa revista Science, que él y sus colegas habían creado los primeros embriones humanos clonados del mundo.
Pero eso no era todo: Hwang también aseguraba que, a partir de ellos, había conseguido extraer células madre, aquellas que tienen la capacidad de diferenciarse en otros tejidos y órganos del cuerpo humano.
El médico licenciado en veterinaria, que antes era un completo desconocido, comenzó a ser apodado ‘el apóstol coreano de la clonación’ y hasta fue considerado un héroe nacional. Esto llevó a que recibiera millonarios estímulos económicos del Gobierno surcoreano para sus investigaciones.
Hwang Woo Suk, médico veterinario de la Universidad de Seúl, en Corea del Sur. Foto: AFP
Con ese dinero, realizó un trabajo similar sobre clonación terapéutica en humanos en 2005, consiguió clonar al primer perro en el mundo y fundó el primer banco mundial de células madres en su país.
Pero el éxito de Hwang duró poco, ya que, en 2006, se descubrió que sus experimentos habían sido un completo fraude, por lo que años después terminaría pagando las consecuencias de su actos.
Según el médico surcoreano, su investigación de 2004 había sido posible con la colaboración voluntaria de 16 mujeres ajenas al estudio, quienes habían otorgado 242 óvulos, los cuales habían sido privados del material genético presente en su núcleo.
Luego, dichos óvulos habían sido dotados de otras células sin genoma de esa misma paciente. Tras cultivarlos, se consiguieron 30 blastocitos (embriones entre 5 y 6 días de desarrollo) y solo de uno de ellos se había logrado extraer células madre.
Dichos resultados parecían indicar la viabilidad de la clonación humana terapéutica, cuya finalidad es trasplantar dichos tejidos y órganos clonados a otras personas sin que estos sean rechazados por su sistema inmune.
La primera falta de Hwang que salió a la luz fue provista por Gerald Schatten, un científico de la Universidad de Pittsburg que colaboró con él en el experimento de 2004. Este lo acusó de haberlo engañado sobre la verdadera procedencia de los óvulos, los cuales en realidad habían sido comprados a 1.400 dólares a las propias asistentes del experimento.
La participación de un subordinado en cualquier proyecto científico es considerada una falta ética en la medicina, puesto que puede ser coercitiva. Si bien Hwang primero negó las acusaciones, luego tuvo que aceptarlas.
Pero la historia no acabó allí. A fines de 2005, Roh Sung-il, coautor del estudio de 2005 y director del hospital surcoreano Mizmedi, declaró que el médico había utilizado células madre falsas para su investigación.
Hwang Woo Suk, también llamado "el apostól surcoreano de la clonación", fue considerado un ícono por el país asiático. Foto: AFP
PUEDES VER: ¿Es posible la teletransportación?
Debido a esas acusaciones, el Gobierno de Corea del Sur formó un comité de científicos para analizar los procedimientos llevados a cabo por Hwang. Así, concluyeron que las imágenes y datos de la clonación eran ficticios.
En otras palabras, sus hallazgos habían sido “un engaño a la comunidad científica, y por extensión al público en general”, dijo el presidente de la comité Miung Hi-Chung.
Asimismo, tres laboratorios independientes confirmaron que la mayoría del material genético utilizado en clonaciones de 2004 y 2005 no coincidían con el ADN del supuesto donante.
El histórico fraude científico no solo causó que la revista Science se retractara de los artículos de Hwang, sino también que el médico afrontara un juicio que se extendió hasta el 2009, año en el que fue sentenciado a dos años de prisión suspendida por malversación de fondos y por violar las leyes de la bioética.
Después de cumplir su condena, Hwang encontró una salida a su desprestigio cuando creó una empresa privada de clonación de mascotas en el país asiático.
El médico Hwang Woo Suk afrontó un juicio por su fraudulente investigación y fue condenado a prisión preventiva en 2009. Foto: AFP