Este jueves 22 de septiembre, el ministro de Salud del Perú, Jorge López, anunció que el uso obligatorio de mascarillas se mantendrá solo en hospitales, transporte público y espacios cerrados con ventilación. De ese modo, el país se suma a otros donde esta normativa se ha anulado debido a la reducción de contagios y hospitalizaciones por COVID-19, lo cual es consecuencia de una inmunidad colectiva generada por la vacunación e infección previa.
Han pasado más de dos años y medio desde que la mascarilla se volvió parte de la indumentaria de las personas. Ahora, aunque muchos se sienten aliviados de dejar de lado este accesorio, algunos prefieren seguir usándolo.
A este comportamiento se le ha denominado popularmente como mask fishing o el ‘síndrome de la cara vacía’.
Según los expertos, el síndrome de la cara vacía es una forma de ansiedad social que se caracteriza por un miedo constante de sentirse vigilado o juzgado por otros cuando no se porta mascarilla en exteriores o interiores.
Psicólogos como David Moscovitch y Sidney Santo, docentes en la Universidad de Waterloo, han escrito artículos académicos sobre los efectos psicológicos del uso de las mascarillas en la población, principalmente adolescente.
“Las personas con ansiedad social probablemente experimentarán un renovado temor y ansiedad ante la posibilidad de comportarse de forma incómoda o inapropiada y de ser juzgados negativamente por los demás”, señaló Moscovitch en una entrevista con CNBC Make It.
El síndrome puede tener dos tipos de causas, asegura los expertos: el miedo a mostrar el rostro a los demás por sus propias inseguridades y el temor por contagiarse de COVID-19, aun cuando las probabilidades sean menores.
“Debido a su función de auto-ocultación, las máscaras pueden ser difíciles de desechar para algunas personas, incluso cuando los mandatos de salud pública ya no exigen el uso de máscaras”, señaló Sidney Saint, coautor del artículo.
Según Moscovitch, el aislamiento en casa en tiempos tan prolongados conlleva a la evitación, que es un mecanismo común para afrontar la ansiedad. Y esto puede verse reflejado en la dependencia a la mascarilla en situaciones que no son necesarias ni peligrosas a estas alturas de la pandemia.
Un artículo del New York Times recogió testimonios de varios adolescentes ante el cese de la obligatoriedad de las mascarillas en las escuelas.
La mayoría expresó cierto grado de ansiedad, inseguridad o miedo de estar sin el tapabocas ante sus pares. En muchos casos, los adolescentes solo se habían mostrado sin esta protección ante sus compañeros de clase a través de las redes sociales.