Los anillos de Saturno han cautivado a los astrónomos durante siglos por ser singulares dentro del sistema solar y distinguibles incluso a través de un telescopio, tal como hizo por primera vez el astrónomo italiano Galileo Galilei en 1610.
Por esa razón, Saturno se ha merecido el título del planeta anillado entre los científicos, pese a que otros mundos también poseen sus propios anillos tenues.
Sin embargo, estas majestuosas estructuras alrededor del planeta, compuestas en su mayoría por trozos de hielo de distintos tamaños, no permanecerán allí para siempre. De hecho, ahora mismo estos elementos distintivos están desapareciendo y en un futuro puede que se convierta en un gigante gaseoso más como Júpiter.
Fotografía de Saturno y sus anillos tomada por la sonda espacial Pioneer 11, una de las primeras sondas de la NASA. Foto: NASA Ames
¿Por qué los anillos saturnianos están disipándose y cuándo desaparecerán por completo? Los astrónomos han recopilado detalles sobre este fenómeno en las últimas décadas.
La lenta desaparición de los anillos saturnianos fue registrada por primera vez por las sondas espaciales Voyager, a principios de la década de 1980. En sus viajes, las naves detectaron variaciones en la densidad de los anillos, por lo que los científicos interpretaron que ocurrían fugas del material en sus siete anillos.
El asunto parecía imposible, ya que, desde nuestra ubicación en la Tierra, los anillos se observan como franjas inamovibles que se mantienen en equilibrio por la gravedad de Saturno y su velocidad orbital, que las lanza al espacio.
No obstante, estas fugas sí son posibles mediante un mecanismo teorizado en 1986 por Jack Connerney, de la NASA Goddard, y que luego fue comprobado con la épica entrada de la nave Cassini a Saturno. El fenómeno es conocido como “lluvia de anillos”.
Imagen procesada de cuando la sonda Cassini capturó los anillos de Saturno con la Tierra en el fondo. Foto: NASA / JPL-Caltech / Space Science Institute
La lluvia de anillos ocurre cuando la radiación solar y otros efectos cósmicos transforman la gran variedad de rocas heladas en partículas cargadas eléctricamente. En dicho estado, las rocas ya no pueden resistir la fuerza gravitatoria del cuerpo celeste y se funden en forma de vapor en su atmósfera.
Según James O’Donoghe, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA y estudiosos del sistema de Saturno, la lluvia de partículas en la atmósfera de Saturno fácilmente puede llenar una piscina olímpica cada 30 minutos, explica en un artículo de la NASA.
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Además de descubrir que Saturno perdía una cantidad mayor de componentes de sus anillos de la estimada, la sonda Cassini también proporcionó información más exacta sobre la edad aproximada de esta estructura y cuándo podría desaparecer por completo.
Los astrónomos sospechan que los anillos saturnianos solo tienen entre 10 y 100 millones de años de acuerdo con la medición de su volumen. Este descubrimiento contradice completamente la antigua teoría de que se formaron junto con el planeta hace 4.000 millones de años atrás.
En ese sentido, los anillos saturnianos son tan jóvenes que ni siquiera existían cuando los dinosaurios dominaban nuestro planeta.
Asimismo, aunque no lo parezca, la masa total de los anillos es 2.000 veces más pequeña que la Luna terrestre, solo que luce más grande porque está repartido en un área de superficie 80 veces superior que la Tierra, detalla Bonnie Buratti, científica de la NASA que participó en la misión Cassini, ante The Atlantic.
Todas estas características actualizadas sugieren que los anillos saturnianos tendrían menos de 100 millones de años de vida, un tiempo radicalmente corto para el sexto planeta del sistema solar.
La lenta desaparición de los anillos de Saturno fue registrada en la década de 1980 por las sondas Voyager, las naves pioneras en pasar por su órbita. Foto: NASA / JPL-Caltech / Space Science Institute
Los científicos creen que los anillos de Saturno y Urano son más tenues a como eran antes, mientras que en un futuro, incluso la Tierra como Marte podrían tener sus propios cinturones a su alrededor. En todo caso, ningún cuerpo celeste es inmutable en el universo.