En un intento de rastrear cómo evolucionaron los caninos en antiguos parientes de los mamíferos, un equipo de paleontólogos de Harvard descubrió que el primer colmillo verdadero surgió en los dicinodontes, una especie de vertebrados que fue abundante y diversa sobre la tierra antes de los dinosaurios. El estudio fue publicado en Proceedings of the Royal Society B.
Hace unos 270 millones de años, en el periodo Pérmico, estos bestiarios animales pertenecieron al grupo de terápsidos, unos parientes lejanos de los mamíferos modernos. Su diversidad de especies y tamaño le permitieron adaptarse a distintos nichos ecológicos y tener estaturas como el de un ratón o un elefante, hasta que se extinguieron en el periodo Triásico.
En 1845, el paleontólogo Richard Owen encontró el primer fósil de este arcaico animal y descubrió que poseían colmillos. Pero algo era raro: la apariencia del dicinodonte era más similar a la de un reptil que a la de un mamífero, la única especie con este rasgo.
Ilustración de dicinodonte. Foto: Marlene Hill Donelly
Los colmillos son una distinción anatómica única entre los mamíferos, estando presentes en elefantes, morsas y hasta pequeños jabalíes. Sin embargo, también podría decirse que las ratas y conejos poseen colmillos, pero en su caso son solo grandes dientes. Entonces, los investigadores se preguntaron cuándo ambos rasgos se empezaron a distinguir en el transcurso de la evolución.
Para ello, definieron las principales diferencias entre colmillos y dentaduras gigantes. Así, los primeros destacan por una extensión más allá de la boca, un crecimiento continuo durante toda la vida y una composición de dentina que no está cubierta por esmalte duro. Esta última condición, si bien los hace más frágiles, permite su rápida regeneración, a diferencia de la dentadura humana.
Asimismo, otra característica es su posición firme mediante un ligamento que les ayuda a soportar golpes fuertes ocasionales.
Bajo esos parámetros, se investigó láminas muy finas de dientes de 19 especímenes de dicinodontes fósiles en Zambia —de las cuales diez eran de la misma especie— para examinar cómo se ubican en relación al cráneo y si sus raíces registraban señales de crecimiento continuo.
La apariencia del dicinodonte era más similar a la de un reptil que un mamífero. Foto: Dmitry Bogdanov
La gran sorpresa fue que entre todas las muestras, algunos sí eran colmillos y otros no, lo que sugirió que estos rasgos evolucionaron de forma paralela, pero independiente en solo algunas especies de esta familia.
“Esperaba que hubiera un punto en el árbol genealógico en el que todos los dicinodontes empezaran a tener colmillos, así que me pareció bastante sorprendente que viéramos que los colmillos evolucionaban de forma convergente”, sostuvo Megan Whitney, autora principal del estudio.
Ahora, la gran pregunta que permanece es cómo y por qué evolucionaron los colmillos en solo algunos de ellos.