Nuestra realidad y el sentido común nos dicen que un hecho debe ser objetivo, es decir, que todos los observadores deben estar de acuerdo con lo que ocurre en determinado momento. Pero en el microscópico mundo de los átomos y las partículas fundamentales, todo se rige por las extrañas reglas de la mecánica cuántica, aquellas que dejan la puerta abierta a más de una ‘realidad’.
Según esta teoría, las partículas pueden estar en varios lugares o estados a la vez, esto se conoce como superposición cuántica. Sin embargo, esto solo ocurre cuando nadie observa. En el instante en que un observador elige una ubicación o estado específico -como cuando alguien detiene con su mano una ruleta que gira a gran velocidad-, la partícula arrojará un solo resultado, rompiendo la superposición.
Mediante la superposición cuántica, se pueden observar partículas subatómicas en varios lugares a la vez.
La superposición ya se ha demostrado hasta en 2000 átomos, que aparecieron en dos lugares a la vez. Pero, ¿qué pasaría si se pudiera observar esto en tiempo real? Se necesitaría infiltrar partículas que hagan mediciones por su cuenta, fungiendo de observadores.
Por ello, en 2019, un equipo de científicos de la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo (Escocia) llevó a cabo un revolucionario experimento basado en la propuesta del físico Caslav Brukner, que tenía como propósito demostrar formalmente que las mediciones en mecánica cuántica son subjetivas para los observadores.
Brukner, de la Universidad de Viena, propuso la idea de usar dos cuartos cerrados, cada uno con una persona que lanza la moneda (al tener cara y sello, representa dos estados cuánticos), mientras que afuera de cada habitación hay un observador. Tanto lanzadores como observadores están entrelazados, es decir, lo que uno experimente afectará al otro, de tal manera que todos deben saber si la moneda arrojó cara o sello. Si no sucede así, se demostraría que están presenciando realidades alternativas.
En ese sentido, los autores del estudio simularon una computadora cuántica a pequeña escala, compuesta por tres pares de fotones (partículas de luz), entrelazados cuánticamente. Un par de fotones representa las monedas, otro se utiliza como lanzadores, que medirán la polarización de los fotones (dos posibles resultados, cara o sello); cada ‘lanzador’ y ‘moneda’ en su respectiva caja. Asimismo, los dos fotones restantes fungen de observadores.
Fotografía real de dos fotones entrelazados cuánticamente. Crédito: Universidad de Glasgow.
Les tomó semanas recopilar datos suficientes del experimento, pero finalmente lograron demostrar que cada par de fotones había obtenido mediciones diferentes, que habían presenciado fenómenos distintos en un mismo espacio y momento. Demostraron que la realidad objetiva no existe, que cada observador experimenta su ‘propia’ realidad.
Los investigadores de la Universidad Heriot-Watt tuvieron que examinar los datos de los resultados por semanas. Foto: Science.
Este nuevo experimento revela que, al menos para los modelos locales de mecánica cuántica, necesitamos reconsiderar nuestra noción de objetividad. Algo que no hubiera sido posible si solo nos dedicáramos a observar lo que salta a la vista, el mundo macroscópico. Aún así, este puede ser solo el inicio de un descubrimiento más grande.
Estos resultados son vistos para algunos físicos como evidencias de que es posible que ocurra más de un resultado para una observación a grande escala, como en el caso de los universos paralelos, donde ocurren todos los resultados posibles.
Por ejemplo, mientras que un misil derriba un avión en esta realidad, en otra puede no dar con su objetivo, y en otra puede ni siquiera ser disparado.
Sea cual sea la interpretación de estos avances, el tema despierta muchas preguntas filosóficas sobre la naturaleza fundamental de la realidad, aquellas que posiblemente estén cerca de ser respondidas.