El Callao arde. Dos semanas antes del asesinato de Wilbur Castillo, otros sicarios intentaron matar a Orlando Agurto, conocido promotor de marchas por la paz en la provincia. Él sospecha quién ordenó su muerte pero por seguridad prefiere no decirlo. Su vida está en juego., –Oye conchetumare– la voz se sentía como se siente un cuchillo en el cuello –¿qué te crees tú? ¿El salvador del Callao? Por si acaso, deja tranquilo al Callao. Deja de hacer huevadas o atente a las consecuencias... PUEDES VER: ¿Qué significa que hayan declarado en estado de emergencia el Callao? Richard Orlando Agurto Zelaya (47) escuchó en silencio y luego colgó. Era la primera amenaza telefónica que recibía pero no sería la última. En los siguientes días le llegarían dos más. A pesar de ellas, el domingo siguiente, 29 de marzo de 2015, su asociación, llamada Justicia, Respeto y Dignidad, realizó, junto con otros colectivos de la provincia, una nueva marcha por la paz. Cientos de chalacos caminaron por la avenida Sáenz Peña con polos blancos, globos y pancartas y cargando un ataúd que decía "La seguridad en el Callao Q.E.P.D.". Una queja. Un reclamo. Un grito. Diario La República A mediados de noviembre, Agurto alistaba una nueva movilización, fijada para el 29 de ese mes. El jueves 20, él y su mujer fueron a dejar a su hijo menor al colegio, a pocas cuadras de su casa. Cuando volvían caminando, en la esquina de los jirones Ica y Puno, un automóvil gris los interceptó. Un muchacho bajó y le disparó a Agurto tres veces. Una bala le dio en el brazo izquierdo. Otra se alojó en su clavícula. Una tercera entró por su espalda y salió, sin tocar órganos vitales. Herido, Agurto tuvo fuerzas para huir hacia la calle Marañón, pero tropezó. El sicario lo tenía a su entera disposición. Pero el arma se le atracó. Agurto pudo incorporarse y refugiarse en una quinta cercana. Con la pistola inutilizada, el sicario volvió a su vehículo y junto a su compinche, que manejaba, se perdió por el jirón Ica. Agurto dice que esa mañana sangrienta, Dios intervino para que él siguiera con vida. El regreso del 'Pato' Es martes, mediodía, y estamos en la esquina de Puno y Marañón. Agurto nos muestra el punto exacto donde tropezó. Una vecina cuenta que en ese lugar mataron hace tres años a un muchacho, el 'Negro Christian'. Otra mujer dice que días después del ataque a Agurto, la madrugada del viernes 27, el mismo sicario volvió al barrio, exactamente a la intersección de Puno y Monteagudo, para disparar contra los vecinos que participaban de una fiesta en memoria de un chico asesinado en junio. Este ataque terminó con un muerto, Giovanni Bernabé, y siete heridos. PUEDES VER: Niños del Callao destruyeron sus juguetes bélicos por el Día de la Paz –A la esposa de un policía la dejaron cuadrapléjica– cuenta. Pregunto a una joven si vio cuando balearon a Agurto pero dice que no moviendo la cabeza. El activista sonríe. –Acá nadie te va a decir que ha visto, así hayan visto. Una mujer que conoce a Agurto dice no entender por qué quisieron matarlo. –Él no se mete con nadie. Es un hombre que da trabajo. A mí me ha conseguido trabajo. Agurto reconoció al sicario y se lo dijo a la Policía. El domingo 29, el muchacho, Luis Donaire Flores, de 23 años, conocido como 'Pato ciego', fue hallado en una clínica de San Miguel, cuando se recuperaba de las heridas que sufrió en la reyerta que inició en la fiesta. El último jueves, la Policía lo puso a disposición de la Fiscalía. Agurto dirá más tarde que cree saber quién ordenó que lo asesinaran y que no puede decirlo porque pondría en peligro a su familia. Pero al conocer su historia, uno no puede sino pensar que era cuestión de tiempo que se le cruzara la muerte así de cerca. Es verdad que él es un promotor de la paz. Pero en su vida la violencia ha estado presente, siempre. Una vida equivocada Orlando Agurto no ha sido un santo. Se crió en la peligrosa barriada de Ruggia, en los Barracones, y de muchacho ganaba dinero haciendo 'pases' de droga, que gastaba en alcohol, coca y fiestas. Después de un tiempo como estibador en el terminal, entró al mundo de los sindicatos de construcción civil, donde llegó a ser dirigente. Él dice que las cosas en el Callao andaban bien hasta que Álex Kouri, como presidente regional, decidió reconocer como bases de construcción civil a barrios como Loreto, Castilla y San Judas Tadeo, que manejaban armas. Para evitar que les quiten las obras, el resto de barrios constituyó lo que se conoció como la Unificación del Callao. Se inició así un ciclo de disputas por las obras que inevitablemente terminaban a balazos. Eventualmente, Agurto terminó preso. Él dice que nunca usó armas de fuego y que le sembraron una. Pasó siete meses en Castro Castro. PUEDES VER: Wilbur Castillo Sánchez: ¿quién es y quiénes estarían detrás de su asesinato? Cuando salió, formó una asociación, esta vez de ex presidiarios. Se juntó con ex delincuentes ranqueados como Wilbur Castillo y Aldo Esquivel. En 2007 consiguieron que el entonces alcalde del Callao, Félix Moreno, les diera 25 puestos de trabajo en la empresa municipal de limpieza pública. Álex Kouri les prometió otras 50 plazas en el gobierno regional, pero al final contrató solo a Castillo, Esquivel y a tres más como "brigadistas de seguridad". En ese momento, Agurto se apartó de ellos. Comenzó en el activismo social hace cuatro años, cuando su hijo mayor terminó en Maranguita, luego de haber baleado a un muchacho del jirón Atahualpa. Agurto fundó una asociación, Justicia, Respeto y Dignidad, para pedir a las autoridades una mayor preocupación por la situación del reclusorio juvenil. Eventualmente, dice, se dio cuenta de que las cosas en el Callao habían llegado demasiado lejos. Había que hacer algo para alejar a los chicos de las pandillas, de las mafias del narcotráfico que con su dinero estaban haciendo del sicariato el negocio preferido en el primer puerto del país. Se contactó con otros colectivos que buscaban lo mismo. Y así, dice, comenzó su lucha. Guardar silencio Agurto dice que ha organizado o participado en al menos una decena de marchas por la pacificación del Callao. Ha acompañado al ex ministro del Interior Daniel Urresti y a su sucesor, José Pérez Guadalupe, en varios recorridos por las zonas más picantes de la provincia. Es invitado frecuente en los foros sobre inseguridad que realizan las autoridades regionales y judiciales. Ha llevado su preocupación por la situación de los jóvenes al mismísimo Congreso de la República. PUEDES VER: Los últimos instantes de vida de Wilbur Castillo Su misión es, sin duda, encomiable. ¿Quién querría hacerle daño? Se lo pregunto. –Esto es político –dice, crípticamente. –Los que no quieren hacer nada por el Callao, los que pueden hacer algo, porque tienen el manejo, tienen la economía, pero no lo hacen. A ellos no les conviene mi trabajo. Hay que decir aquí que Agurto y su mujer trabajan como promotores sociales del Gobierno Regional del Callao. Su labor consiste en ir casa por casa promocionando las campañas sociales que realiza la gestión del cuestionado –e investigado– Félix Moreno. –Esto es político–insiste él, sin querer ahondar en el tema. Agurto tampoco quiere hablar de su atacante, 'Pato Ciego'. Pero admite que lo conoce. Estudiaba en el colegio con su hijo mayor. En esa época era un muchacho tranquilo, dice, hijo de padres trabajadores. Su mujer, Dalila, agrega que el chico vivía cerca de allí, en el jirón Zepita. Después del ataque, cuando, desde el hospital, Agurto declaró a un medio televisivo, el sicario publicó en Facebook que si el promotor no se callaba, mataría a su mujer y a su hijo. Aunque 'Pato Ciego' está tras las rejas, Agurto es precavido. Su verdadero enemigo sigue allá afuera. En lo que va del 2015 se han cometido en el Callao 80 asesinatos con armas de fuego y al menos 39 han sido ejecutados por sicarios, según la Policía. El último de ellos tuvo como víctima a Wilbur Castillo, el antiguo socio de Agurto. Durante años Castillo tomó precauciones de todo tipo pero el último miércoles, al parecer, se relajó. Curiosamente, Agurto camina por su barrio sin mirar a los costados. Es evangélico y dice que confía en Dios. –El de arriba me protege.