Opinión

Educación acostumbrada

Por Federico Rosado.


Federico Rosado. Foto: La República.
Federico Rosado. Foto: La República.

En el Perú se repiten los años, sin esfuerzo. Reincidimos lamentablemente, sin darnos cuenta, pero con más errores. Este país se ha acostumbrado al sabor amargo, a la autocondena de la mediocridad.

Salga a la calle y deténgase un minuto. Qué ve. Desorden, imperio del “hago lo que me da la gana”, “qué me importa”. Nos acomodamos al tumulto, nos integramos sin esfuerzo a él. Nos acumulamos al desbarajuste, le ponemos nuestra cuota.

¿Alguien puede poner en duda que la educación es muy trascendente en la vida de una persona? Ella trascenderá en lo que seremos. Usted, ahora, es fruto de lo que estudió. Personal y profesionalmente. Si es una persona irrespetuosa, ¿Dónde lo aprendió? Si escupe en la calle, ¿Quién le enseñó? Claro, tiene certificado de secundaria completa, título profesional, maestría. Quién mejor que uno mismo para reconocer lo que es; eso es resultado del colegio, instituto o universidad.

La gran mayoría de peruanos no entiende lo que lee, es incapaz de redactar un par de párrafos, su capacidad de razonamiento es baja. Porque, ¿Para qué sirve ir a la escuela? Ahora que se inicia el año escolar, miles de discursos dirán frases trilladas, se proclamará la importancia de estudiar. Por gusto, la historia será la misma y peor.

Y ése es el problema de la educación peruana. No el viaje ni el baile de la promoción, ni la fiesta familiar ni de las loncheras. Somos el resultado de un gran fracaso, y por eso somos lo que somos, y encima lo heredamos a nuestros hijos. Tal vez no queramos aceptarlo, porque en el fondo no nos gusta sentirnos mal y, lo más triste, pensamos que esto no lo cambiará nadie.