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Sociedad

Coronavirus: miedos y retos (I)

Es rescatable el empeño del presidente Vizcarra, en tratar de controlar la pandemia. Sin embargo, conspiran contra tal propósito, la indisciplina de la mayoría de los peruanos; la escasa calidad y pocos recursos hospitalarios y económicos.

Columna
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César Caro

Al margen de opiniones diversas, algunas de ellas producto de imaginaciones febriles y otras no tanto, lo cierto es que el Coronavirus o Covid-19, ha herido gravemente a un modelo de desarrollo o supremacía económica basado en la empresa privada en desmedro del Estado y en el egoísmo individual. En todo caso ha abierto un sinnúmero de interrogantes y posibilidades.

En nuestro país como en casi todo el resto del mundo, las grandes compañías fieles a su avaricia hacen lo imposible para seguir produciendo y acumulando riquezas, dejando solo en manos de los estados el disponer medidas y recursos para combatir la pandemia, hecho que más temprano que tarde les pasará factura, sobre todo cuando vemos que los desocupados y otros tantos que han perdido sus empleos como consecuencia directa de la automatización, se deslizan rápidamente a la miseria y sus fieles compañeras: la enfermedad y el desaliento, cuando no a la droga o a la delincuencia. ¡La pandemia está agravando tal problemática!

Y en dicho panorama, los países ubicados en la órbita occidental están en desventaja respecto a los orientales: tanto por la corrupción de sus democracias y el desarme del Estado, como por la calidad y visión de muchos de sus gobernantes.

En el caso peruano hay muchas aristas que limar. Es rescatable y aplaudible el empeño del presidente Vizcarra, en tratar de controlar en lo posible la pandemia dentro de nuestras fronteras. Sin embargo, conspiran contra tal propósito, la indisciplina de la mayoría de los peruanos; la escasa calidad y pocos recursos hospitalarios y económicos con los cuales cuenta el Sistema Nacional de Salud; el escaso poder real del Estado, que se trasluce en recursos limitados y la imposibilidad de contar hasta la fecha con un apoyo económico sustancial de parte de las empresas extractivas, algunas de las cuales quieren seguir produciendo no obstante que el mercado mundial está paralizado.

Pero, al margen de todo lo anterior, cabe reiterar que lo más crítico se dará si –como es previsible--, se amplia la “cuarentena”. No olvidemos que además de los desocupados, gran parte de la masa laboral es informal y vive al día, aparte del millón de emigrantes venezolanos que no pueden “cachuelear” …y cuando la escasez de recursos comience a apretar bolsillos y estómagos, son previsibles estallidos de violencia si los peruanos y los empresarios no dejamos de lado la avaricia y el egoísmo, en procura del bien común. Quizás está llegando la hora de analizar sin dogmas ni rechazos el actual papel del sector privado, del Estado y la posibilidad de comenzar a implementar la denominada “renta básica universal”.

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