Sociedad

Mujeres siempre en peligro

VIOLENCIA DE GÉNERO. Una mujer es golpeada por su pareja solo porque este soñó que lo engañaba. La historia resume la terrible ola de violencia injustificada que agrede y mata a mujeres en el país. Hay avances en la lucha contra el mal, pero falta mucho por hacer. En el Día Internacional de la Mujer, amerita una reflexión sobre ello.

el dato  Se completaron solo dos meses del año y ya hay cerca de 30 feminicidios en el país. Hay medidas para reducir esas estadísticas, pero es insuficiente.
el dato Se completaron solo dos meses del año y ya hay cerca de 30 feminicidios en el país. Hay medidas para reducir esas estadísticas, pero es insuficiente.

José Víctor Salcedo

Escriba en Google el nombre de una mujer más la palabra “hallada”. Ese experimento arroja el número de mujeres asesinadas, abusadas sexualmente o que desaparecieron.

Cada día, en algún lugar, una mujer es golpeada, violada o asesinada con crueldad. No debe sorprender entonces que los noticieros relaten casos horrendos de feminicidios o tentativas.

De enero hasta hoy se produjeron cerca de 30 feminicidios y decenas escaparon de la insania de sus parejas o exparejas en el país. Cusco y las regiones del sur no escapan a estas cifras. Hasta ayer hubo siete feminicidios. Así, con un panorama sombrío, en medio de una creciente ola de violencia de género, llegamos al Día Internacional de la Mujer. Hay esfuerzos por combatirla, pero es insuficiente.

Policías, fiscales y jueces son testigos de terribles historias. Un día de 2019, en Juliaca (Puno), una mujer fue despertada a golpes por su pareja en la cama de un hotel. Lo que había sido planificado como un viaje de ensueño se convirtió en una pesadilla. La atacó sin piedad y la dejó maltrecha. La víctima tuvo el coraje de hacer la denuncia. El caso llegó a manos del joven juez del Décimo Juzgado de Familia del Cusco, Joel Peña Mendoza. En la audiencia el magistrado preguntó al agresor por qué lo hizo.

La respuesta fue escalofriante y delirante a la vez. Aquella noche el sujeto violento había soñado que su pareja lo engañaba y por eso la golpeó impíamente. El juez Peña Mendoza ordenó el retiro del agresor de la casa, pago por alimentos para sus dos hijos y fijó un régimen de visitas.

Parece una historia fantasiosa y delirante, pero es el relato de la cotidiana realidad que vive una gran cantidad de mujeres. ¿A qué se debe la escalada de violencia contra las mujeres?

“Diría que está recrudeciendo el machismo como una respuesta frente a la otra ola de mujeres conscientes de sus derechos y que denuncian esta violencia”, explica Miriam Pinares Silva, presidenta de la Corte Superior de Justicia del Cusco.

“El machismo y el prejuicio de que las mujeres son inferiores son algunas de las causas”, propone Luis Joel Peña Mendoza, juez del Décimo Juzgado de Familia.

Los jueces Pinares y Peña intentaron establecer desde su experiencia las características de los agresores y las víctimas. ¿En qué se parecen los agresores?

Tienen complejo de inferioridad, son inseguros y por eso mismo celosos. “Crecieron en hogares machistas, donde hubo violencia y para ellos es habitual replicar esas conductas. Siguen perpetuando la violencia”, señala Pinares.

El juez Peña explica que el agresor usa la violencia en sus diferentes variantes para ocultar ese complejo de inferioridad. “Asumen una posición de dominio. En la mayoría de casos (que he visto) todos los insultos son para denigrarlas: eres una prostituta, eres una cualquiera, seguro tienes tus amantes”. “Supera con la violencia ese complejo de inferioridad”, precisa.

¿Y en qué se parecen las víctimas?

La presidenta de la Corte sostiene que las víctimas provienen de familias donde las mujeres han vivido subordinadas a la autoridad paterna y tienen baja autoestima. Según el juez Peña, muchas justifican la acción violenta, desarrollan un instinto de sacrificio por su familia y en otros casos soportan la agresión como una forma de supervivencia. “En muchos casos la respuesta es que se quedan al lado de su agresor por sus hijos”, anota.

Medidas de protección

La Corte Superior de Justicia, Ministerio Público y Policía Nacional en Cusco dieron pasos importantes en la lucha contra la violencia de género. Desde el 15 de octubre de 2018 opera el Módulo de Violencia Familiar, integrado por siete juzgados de familia, que atiende las denuncias de violencia contra la mujer y miembros del grupo familiar.

En 17 meses de trabajo atendieron 10 815 casos de violencia. En 10 389 de todas esas denuncias, los jueces dictaron medidas de protección, que consisten en disponer prohibiciones y obligaciones desde leves hasta graves. Por ejemplo, prohíben ejercer nuevos hechos de violencia y conflictos dentro del hogar, distanciamiento de la pareja y alejamiento o restricción de acercamiento a la vivienda familiar.

El módulo tiene una plataforma informática que articula las acciones de la Policía, Ministerio Público y Poder Judicial. Funciona así: La policía (algunas veces la fiscalía o juzgado) recibe la denuncia, identifica las partes y a través del sistema sube la información con la calificación del riesgo que puede ser severo, moderado o leve.

En ese instante, el juez dicta una resolución citando a las partes a una audiencia -a la que no siempre asiste el agresor- para dictar las medidas de protección. “Son acciones que el juez valora para evitar que se produzcan nuevos actos de violencia”, explica Pinares.

Dictada la medida de protección, se notifica a la Comisaría de Familia, que debe hacer seguimiento y ejecución de las medidas judiciales dispuestas. No obstante, la policía, debido a la gran de cantidad de medidas dictadas, “no se da abasto para verificar si se está cumpliendo con las disposiciones”. Ese es por ahora el talón de Aquiles del modelo.