Gloria Montenegro: “El pedófilo o el violador sabe bien lo que hace, nada de que son locos”
Ministra de la Mujer.
Acostumbrada a lidiar en el Congreso con fujimoristas y apristas, la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, ha aprendido desde su despacho del jirón Camaná a hacerle frente a enemigos más feroces como la violencia de género y la desigualdad. Dice que, por ahora, el número de agresiones a mujeres seguirá siendo alto. “Pero no es que crezcan sino que se están evidenciando”, asegura.
Es una terrible semana para conmemorar el Día de la Mujer. ¿Qué siente?
La indignación que sienten todos los peruanos, el dolor que siente toda madre y la insatisfacción que siente la sociedad. Si analizamos lo que pasa, esta es la cultura machista que ve en la mujer a un objeto de su ira, de su cólera. Y aquí hay una lección que poner sobre la mesa: el enfoque de género es la herramienta que nos va a permitir romper estructuras que perpetúan el machismo, que ponen barreras al desarrollo de la mujer, a la igualdad. Algo que nos parece sumamente cruel es que en esta sociedad reaccionamos ante hechos de esta naturaleza, pero no decimos: ¿qué puedo poner de mi parte para que esto no pase?
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Nos hemos puesto a buscar responsabilidades en otras personas y no en el asesino de la niña Camila.
En el caso de Camilita hay varios análisis que hacer, pero antes de todo, le pido a hombres y mujeres del Perú que dejen de criticar a esta madre de 22 años y pensemos varias cosas. ¿Cuántos niños se han quedado debidamente cuidados por la abuelita, por un tío, por hermanos mayores de edad y cuántos han sido violados? (revisa unas cifras). Nosotros tenemos en el país, solamente atendidos por el centro de emergencia mujer, 55 mil casos de atención de denuncias por violación a niños.
¿En el seno familiar?
El 18% son niños menores de 6 años. Y el 22% son casos de violencia sexual. De estos, el 56% es en el hogar. No es en la noche, de madrugada, en una fiesta, solos, no. Padre, abuelo, padrastro, tío, hermano. Es sumamente doloroso que por más que trabajemos estrategias comunitarias para entender la cultura del respeto y cariño a los niños, pase esto.
Los feminicidios son la cara más atroz de nuestra sociedad. Cuando usted se entera de un nuevo caso, ¿qué piensa? ¿Cuál es la pregunta que la asalta primero? ¿Por qué esta mujer no dejó a su pareja? ¿Por qué no la denunció? O ¿por qué no llegamos a tiempo?
De todo. Si tú comparas mi trabajo ahora, con el que hacía en Trujillo, tú te puedes dar cuenta de que la agenda de ese tiempo tiene los mismos temas de hoy. Es una preocupación creciente, porque los casos están aumentando. Luego, hablando acá con los especialistas, no es que crezcan, sino que se están evidenciando. Antes un caso pasaba como homicidio, otro como enfermedad crónica, otro como accidente. Por eso son importantes las campañas. ¿Quiénes caen de nuevo? Aquellas a las que el marido busca después de una agresión y les pide perdón, y les dice que piensen en sus hijos, y que al costado tienen una madre que les dice que acepten, que ella ha pasado por lo mismo.
¿Cuál es su análisis? ¿Por qué esas mujeres no dejan a sus agresores? ¿Es solo por un tema de dependencia económica?
La dependencia económica no es tan evidente como la dependencia emocional. Las desarraigan de las amistades, de la familia, y cuando el mundo de ella es él y solo él, empiezan los empujones.
¿Qué pasa si hay una familia constituida, si hay hijos y aún así la víctima no denuncia? ¿Allí pesa el factor económico o hay otras exigencias sociales, como que a la mujer le corresponde mantener la unidad familiar?
No solo eso. También tienen que cuidar el qué dirán. En ese defender el status quo, en ese defender la familia, el problema se va agravando. Ellas siguen sufriendo por no hacer daño a los chicos y porque tienen la esperanza de que todo cambie.
¿Hay diferencias entre las mujeres de clase alta que han sufrido violencia con las de clase baja? ¿O allí las víctimas tienen el mismo perfil?
Hay de todo. Cada caso tiene sus particularidades. Pero hay cosas en común: les es muy difícil hablar del tema, hacer la denuncia. El paso para hacer la denuncia es importante. Pasamos de 50 mil a 100 mil. Y el año pasado hubo 183 mil denuncias.
Pero aun así son picos, hay muchísimos más casos que no se denuncian.
Claro. Te digo que los CEM (Centro de Emergencia Mujer) solo reciben el 30% del total de las denuncias, también están las fiscalías y las comisarías, pero ¿por qué van a denunciar? Con la esperanza de que eso les diga a sus agresores: “Oye, atento, ahora hay leyes que sancionan la violencia”. ¿Y entonces qué pasa? El sistema machista quiere subyugar nuevamente a las denunciantes y por eso aplican más violencia. Esa es la forma de perpetuar el control. Ante más presión y más empoderamiento para la mujer, habrá una respuesta más dura, más cruel.
¿Y cómo responde el Estado ante esto?
Allí hay dos cosas. No podemos pensar que el Ministerio de la Mujer es el único involucrado en solucionar este tema, por eso es que decidimos poner los CEM en las comisarías. Cuando ya hay un caso, tenemos que caer con la policía: ellos se llevan al agresor y nosotros atendemos a la familia. Y cuando ya está preso, lo importante es que estén las denuncias para que siga en prisión. Muchas veces, ante una agresión dura, el médico legista no responde como debería ser y generalmente pone “lesión leve”, y eso hace que el agresor salga de la cárcel. La medida de protección que pedimos, ante el Poder Judicial, también es importante. Si no llega a tiempo, si la víctima no es separada del agresor, ¿quién recibe esa medida de protección? El agresor. Son ellos los que tienen que irse de la casa.
Me está diciendo cosas interesantes; que los médicos legistas califican de leves a las lesiones de los agresores, y también es conocido que la policía responde de manera impropia o no quiere investigar. ¿Por qué estas mujeres deberían denunciar si no tienen garantía de que el Estado va a responder con celeridad y adecuadamente?
El tema va mejorando. Por eso ha aumentado el número de denuncias. Los policías ya han sido capacitados para responder de manera inmediata. Es en este gobierno donde se han tomado medidas muy drásticas. La gente que no atendió a las denunciantes, los del Agustino, por ejemplo, no volverán a la policía. Eso fue muy grave porque allí murió toda una familia. Pero, es cierto, todavía escuchamos a cierto machista que le dice a la señora: “¿Está segura de que quiere denunciar? ¿Está segura de que no se van a arreglar?”.
¿En la comisaría?
Sí, a pesar de la capacitación. Antes les decían a las denunciantes “¿Y qué habrás hecho?”.
Me ha dado un ejemplo de Lima. ¿Qué motivación tendría una mujer en provincia para denunciar? ¿Una mujer que no habla el español tendría las mismas garantías que una limeña para denunciar a su agresor?
Van mejorando nuestros servicios y nuestros procesos. Ya tenemos visitas a todas nuestras zonas en el ámbito nacional. El proyecto Hombres por la Igualdad llega a todas partes. Tenemos gente especializada que habla quechua, awajún, aymara, etc.
A ver, entiendo que tiene que darme estos datos y estas cifras, pero le reitero, conscientemente, ¿una mujer en provincia tiene las mismas garantías que una mujer en Lima?
Sí las tiene. Pero sus comportamientos son distintos. En primer lugar, todavía tenemos zonas del país donde no hay comisarías, por lo tanto, hay centros de emergencia que no están en comisarías, y en los que hay que llamar a la policía para hacer todo el circuito.
Hablemos de empoderamiento. ¿Cómo se empodera a las mujeres peruanas, si el 30% de ellas no recibe ningún ingreso?
Es algo que hay que analizar desde el inicio. ¿Por qué no trabaja la mujer? Porque el hombre le dice que se encargue de los chicos y que él la va a proveer. Es parte de la dependencia, de una cosa más grande, de un sistema patriarcal en que el hombre dice: yo te proveo, yo te abastezco, yo te doy.
¿Cómo empoderar a las mujeres del Perú si el número de ciudadanas analfabetas triplica al de hombres analfabetos?
Allí estamos trabajando proyectos que tienen que ver con cero analfabetismo en el Perú. Es una brecha que se trabaja con ayuda del Ministerio de Inclusión Social, con Educación y con Cultura. Estamos trabajando el tema de escuelas saludables, que no solo se ocupan de la salud física, sino de la convivencia entre menores. Eso es importante. Es parte de nuestra política de igualdad de género, de romper esas estructuras desiguales de poder. Los niños las entienden con elementos lúdicos. Yo tengo la esperanza de que estas generaciones van a ser diferentes. Pero lo que estamos sembrando se va a ver el próximo año. Las cifras (de violencia de género) se van a endurecer…
¿Dice que usted no verá como ministra los resultados de su gestión?
No los voy a ver. Pero se acordarán de que hicimos un trabajo fuerte para implementar esa cultura libre de machismo en todo el país. Inclusive en zonas tan duras en temas de machismo como son Puno, Apurímac, Cusco, Huancavelica, Huancayo, ya vemos un fiel compromiso con las nuevas generaciones.
La mayoría de peruanos cree que los agresores sexuales tienen problemas sexuales. ¿Es real eso?
¡No es real! El pedófilo sabe muy bien lo que hace. Los violadores saben muy bien lo que hacen. Nada que son enfermos o locos. Esos eran argumentos de antes para disminuir las penas. Son tan cual. Y lo que hay que hacer es resguardar al niño integralmente. Y no lo vamos a poder hacer sin una educación sexual y reproductiva gradual: desde que ingresa hasta que sale del colegio.
Si no hay una mayoría de enfermos mentales que comete atrocidades, ¿a qué se va a dedicar el nuevo Consejo Nacional de Salud Mental que se ha anunciado esta semana?
Pues a ese niño, a esa niña que ve todos los días cómo su padre golpea a su madre. A las familias que pierden una hija, asesinada. A esa familia que vive con todo ese dolor le debemos dar tratamiento.
La OMS recomendó a los medios que los casos de suicidios no estuvieran en sus portadas o que los telediarios no abrieran sus informativos con esos casos, porque tenían temor de que esos casos se repitieran. ¿Pasa lo mismo con los feminicidios?
Claro que sí. Hemos ido medio por medio a decir cómo se debe tratar la noticia. No se puede permitir que se vea de manera ligera cómo murió y dónde murió. O que un micro aparezca para decirle a una madre qué siente. O que se escriba: “Fue asesinada en un hotel luego de tomarse una botella de vino”. El poner la causalidad y la forma en que fue la muerte, está demostrado, genera réplicas y eso se debe evitar.
¿Y los periodistas lo estamos haciendo?
Yo estoy muy preocupada por el tratamiento del caso de Camilita. Espero que dejen tranquila a la madre y que todas las investigaciones del sistema de justicia continúen.