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Política

Canciller renunció luego de un mes y cuatro días en el cargo

Crisis en Relaciones Exteriores. Según Rodríguez Mackay, la Convención del Mar debía ser debatida y aprobada en el Congreso. Para Castillo, firmarla pondría en riesgo nuestra soberanía.

Se fue. En la Cancillería se decía que el discurso que dio ayer Rodríguez Mackay era de despedida. Por la noche, renunció. Foto: difusión
Se fue. En la Cancillería se decía que el discurso que dio ayer Rodríguez Mackay era de despedida. Por la noche, renunció. Foto: difusión

Con una carta publicada en la cuenta de Twitter de la Cancillería, Miguel Rodríguez Mackay confirmó la versión que La República había conocido temprano: se iba del gabinete debido a diferencias irreconciliables con el presidente Pedro Castillo.

Rodríguez había confrontado al mandatario al sostener que el Perú debía adherirse a la Convención del Mar, la misma que establece límites en el derecho internacional.

“Nunca hemos tenido un mar territorial de las 200 millas, no hay precedente”, dijo el canciller en la celebración de los 70 años de la Declaración de Santiago y de la Comisión Permanente del Pacífico Sur, en Torre Tagle. Participaron viceministros de Relaciones Exteriores de Chile, Colombia, Ecuador y Panamá.

Y es que el jueves Castillo afirmó en un tuit que su gobierno reafirmaba “nuestra irrestricta soberanía nacional sobre las 200 millas marinas (mar de Grau) como lo prevé el artículo 54 de la Constitución Política del Perú”.

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Ayer, Rodríguez dijo que el Perú debía adherirse a la Convención del Mar (Convemar), para lo cual esta debe aprobarse en el Congreso de la República.

“La Convención del Mar está en el Congreso para que la pueda debatir, evaluar y aprobar su adhesión. Eso debe hacer la autoridad, eso debe hacer quien tiene el poder para que impulse esa agenda que está detenida”, expresó el canciller.

Agregó que hasta ahora las autoridades no han abordado la Convención del Mar -que recoge la tesis de las 200 millas- por cuidar sus puestos y cargos. Es más, indicó que para abordar esta política de Estado hay que tener consecuencia y agregó que, de lo contrario, se convierten en fantoches.

“Siempre decía que el día, si se daba, había que abordar el tema de la Convención del Mar, que recogió intacta la Declaración de Santiago y no como otros que por cuidar sus puestos y sus cargos prefirieron dejar allí arrinconada la tesis. Y la oportunidad llegó. Para eso no se tiene poder y para eso no se gobierna. Hay que tener carácter en los temas de Estado y ser consecuente con lo que uno piensa, sino entonces nos convertimos en fantoches de nuestro propio libreto”, expresó.

El ministro de Relaciones Exteriores agregó que sería un riesgo consultar a la población, mediante referéndum, su adhesión a la Convención del Mar.

“Nosotros no somos parte de la Convención del Mar, estamos cojos. Es muy fácil creer que esto puede ir a un referéndum. Eso es un riesgo enorme porque si le preguntamos a la gente si prefiere las 200 millas de mar territorial que no existen o las 12 millas de mar territorial que están en la Convención del Mar, van a decir que 200 es más que 12 y será la muerte de la Convención del Mar”, explicó.

Por la noche, a su retorno del Cusco, el presidente Castillo se reunió con Rodríguez y este le informó de su renuncia.

“200 millas fue interpretada en términos territorialistas”

El internacionalista Óscar Vidarte comentó que la creación de Convemar suscitó un debate en el Perú, tras su aprobación en los años 80, porque existía la idea de la defensa de las 200 millas, que durante mucho tiempo fue interpretada en términos territoriales.

La Convención del Mar establece que hay 200 millas, pero solamente hay soberanía absoluta en las 12 primeras millas; y en las siguientes hay una serie de derechos, pero no son equivalentes a la soberanía absoluta”, aclaró.

Vidarte declaró estar a favor de la Convemar y en contra de los que creen que las 200 millas son una posición territorialista. Dijo estar convencido de que lo último que quiere el gobierno es abrirse otro frente de batalla; y agregó que, dado que le habían enmendado la plana, Rodríguez hizo bien en renunciar.