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Política

Jorge Bruce: “No es que las elecciones garanticen nada, pero por lo menos tiremos la baraja de nuevo”

El psicoanalista se pronunció sobre la crisis política que asola al país y sobre las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. “Lo que tampoco imaginé es que el Congreso iba a ser una suerte de cómplice en la práctica del Ejecutivo, por simple confluencia de intereses”, señala.

Suscribe. Bruce admite que cada vez hay mayor desesperanza en el futuro del país, a pesar de que estamos curtidos de tener malos gobiernos. Foto: Virgilio Grajeda/La República
Suscribe. Bruce admite que cada vez hay mayor desesperanza en el futuro del país, a pesar de que estamos curtidos de tener malos gobiernos. Foto: Virgilio Grajeda/La República

A poco de cumplirse el primer año de Pedro Castillo en el poder, el psicoanalista Jorge Bruce responde en la siguiente entrevista sobre cómo ve la marcha del gobierno. Defiende la necesidad de elecciones generales adelantadas, en las que se elija a las nuevas autoridades tanto del Ejecutivo como del Legislativo. “El Congreso ha sido igual de nefasto, una suerte de cómplice”, dice.

El gobierno de Pedro Castillo está próximo a cumplir su primer año, tiempo en el que ha acusado un fuerte desgaste. ¿Qué evaluación haría de estos primeros casi doce meses?

— Es catastrófica. Como en una película de horror, la situación ha ido deteriorándose paulatinamente y no cesa de deteriorarse. No solo ha sido absolutamente incapaz de cumplir ni una sola de sus promesas, sino que, además, la sucesión de decisiones que tomó sobre nombramientos de personas e incluso en el intento de aplacar los paros, están hipotecando el futuro del país, de su salud, de su educación, de su transporte, de su seguridad. Las pocas medidas que toma son desacertadas, reactivas y conllevan un verdadero desmantelamiento del Estado. No recuerdo un primer año de gobierno de esta magnitud de desastre.

¿Eso no es como decir que la historia recién empieza el 2021? Castillo es muy mal gobernante. No puedo estar más de acuerdo. ¿Todo lo que hubo antes de él era mejor?

— No, para nada. Justamente, la valla era tan baja que no era difícil superarla. Ese es parte del problema. Nosotros no hemos tenido grandes presidentes. Los únicos respetables fueron los de transición, Paniagua y Sagasti. Pero, aun así, estando la valla tan baja, lo que hemos visto en este gobierno ha sido para mí sin precedentes.

Y claro, no se puede obviar que lo que ha cooperado para que este sea un año horrible es que el Congreso ha estado a las alturas de las circunstancias. El Legislativo ha sido tan nefasto como el Ejecutivo y eso ha tornado la situación en insostenible y al mismo tiempo ha generado el ánimo que vemos en las encuestas.

De desesperanza.

Con cada vez mayor desesperanza en el futuro del país, a pesar de que estamos curtidos de tener malos gobiernos. Hemos sido incapaces de usar las bonanzas económicas para mejorar por ejemplo los servicios públicos. Teníamos cien camas UCI cuando empezó la pandemia. ¿Qué clase de país tiene una bonanza económica de años y no es capaz de preocuparse por la salud pública?

Un país que creyó que el crecimiento económico era suficiente. Dice que Ejecutivo y Legislativo se retroalimentan.

— Se retroalimentan.

Entonces, suscribe la posibilidad de nuevas elecciones.

— Por supuesto que suscribo nuevas elecciones, pero con la condición indispensable de que sean generales, que se elijan a los dos poderes. Todo el mundo lo ha dicho, no es que las elecciones garanticen nada, pero por lo menos tiremos la baraja de nuevo. Repartamos los naipes. Y bueno, a ver si la suerte nos acompaña.

Claro, porque de producirse esas nuevas elecciones el menú será similar a lo que hemos visto el año pasado.

— Y existe incluso la posibilidad de que sea peor, nadie lo puede descartar. Pero posiblemente se pueda engendrar alguna dinámica que convierta este círculo vicioso en uno virtuoso, de cierta manera. Me explico: si las personas recuperamos la capacidad de deshacemos de gobernantes que demuestran su falta de idoneidad día a día… por ejemplo, no se puede hasta ahora licitar la urea, cada vez que lo intentan, el proceso se cae. Y ya es tarde.

La presidenta del Congreso brindó una conferencia de prensa y negó el plan golpista para sacar a Pedro Castillo, pero audio la contradice. Foto: composición Jazmín Ceras/ La República

La presidenta del Congreso brindó una conferencia de prensa y negó el plan golpista para sacar a Pedro Castillo, pero audio la contradice. Foto: composición Jazmín Ceras/ La República

Eso es verdad.

— Entonces, todo esto indica que estamos en una situación tan desalentadora que quizás el hecho de que recuperemos la iniciativa con unas elecciones generales nos dé un hálito de esperanza. En psicoanálisis, una de las cosas que sabemos muy bien es que cuando un paciente siente se está como una hoja llevada en medio de la corriente -o como me dijo un paciente una vez, como un saltamontes en medio de una paraca-, lo primero que hay que hacer es devolverle cierta agencia, la capacidad de ejercer un mínimo de control sobre su vida y futuro.

¿Diría que los peruanos sentimos que ya no controlamos nuestro propio destino?

— Y percibimos, además, que cada día que pasa la situación empeora. Si retomamos cierto control mínimo de la situación, por ejemplo, obligando a que se hagan de nuevo elecciones generales, eso nos daría la sensación de que, al menos en ese aspecto, recuperamos cierta capacidad de ejercer la voluntad ciudadana. Las encuestas lo dicen: la gran mayoría no queremos a estas personas.

Al menos, tendríamos una sensación.

— Al menos tendríamos la sensación de que no estamos inermes, dejando que nos maltraten y abusen y que conviertan a nuestro país en uno inhabitable, porque en eso se puede convertir, al menos en términos de seguridad. Tenemos seis ministros del Interior en menos de un año. Ese dato habla por sí solo.

¿Tenía alguna expectativa sobre Castillo?

Ninguna. Tampoco voté por él, voté viciado. Sentía que estábamos en un dilema sádico sin opciones, por eso no he sufrido una decepción. Pero mentiría si dijera que avizoré la insondable mediocridad y el grado grotesco de corrupción en el que nos vemos involucrados. Miraba también para el otro lado, el derecho, y veía toda esta alharaca histérica de que nos íbamos a la dictadura comunista y al chavismo. Y lo que tampoco imaginé es que el Congreso iba a ser una suerte de cómplice en la práctica del Ejecutivo, por simple confluencia de intereses, independientemente de las ideologías.

Profesión; periodista. Doctor por la Universidad de Salamanca (Instituto de Iberoamérica).