El terrorismo es algo muy diferente a la delincuencia., El presidente Ollanta Humala se equivocaría si su gobierno insistiera en tipificar de terrorismo a la delincuencia, pues tendría mucho por perder y muy poco por ganar. El ministro José Luis Pérez Guadalupe –un profesional capaz e inteligente– podría estar avanzando en esa ruta por la urgencia de una inseguridad que agobia al ciudadano mediante formas que van desde el asalto tradicional hasta la extorsión, y que, en medio de granadas, complican aún más la perspectiva del gobierno. Tras la muerte de un policía mientras desactivaba una granada, el ministro señaló que estos “estos actos pueden llevar a la tipificación de terrorismo, por más que no sea una organización criminal ideologizada, pero que causan el terror con el uso de las granadas”. Ahí radica, precisamente, el primer problema de su interpretación, pues, aunque el terrorista y el delincuente disparen o tiren el explosivo de un modo parecido, sus fines son distintos, lo cual supone destinos e intencionalidades diferentes de sus ataques, lo cual determina estrategias distintas para enfrentarlos. En ese sentido, segundo, es poco probable que el cambio de penas que podría traer la modificación que propone el ministro Pérez Guadalupe disuada a los delincuentes, lo cual implica que, en la práctica, el nuevo escenario resultante no serviría de mucho para mejorar la seguridad ciudadana. Un cambio de penas que, además, tercero, requiere ajustes mayores como la modificación del Código Penal, lo cual no es sencillo. En cuarto lugar, siendo inútil para combatir a la delincuencia, tipificar algunas de sus acciones como terrorismo significaría, en un país como el Perú que ha sufrido dos décadas de una durísima violencia terrorista, el resurgimiento de este fantasma, lo cual tendría consecuencias muy lamentables en sectores como el turismo o indicadores económicos del riesgo país en un momento poco favorable. El peor legado que podría dejar la presidencia de Humala sería el retorno del terrorismo al Perú y, no siendo esto cierto, sería lamentable que hiciera un anuncio de esa naturaleza por el apuro del momento. Por último, la aparición en estos días no solo de granadas, sino, principalmente, de banderas que supuestamente serían de Sendero Luminoso, en un contexto en el que esta agrupación repite que ha dejado las armas y que busca una inserción en la política formal a través del Movadef, produce, lamentablemente, la sospecha del psicosocial. Como vamos, no sorprendería que un día de estos aparezcan perros colgados en los postes de La Colmena con carteles contra Xi Jinping.