La pareja de esposos machiguenga no había ido al colegio y vivía en la pobreza, pero mataron a una de las pocas gallinas de su corral para dar de comer al suboficial Luis Astuquillca, a quien curaron las heridas con hierbas medicinales.El reencuentro.,Diecisiete días después de haber sido trasladado a Alto Lagunas para cumplir con su misión, Luis Astuquillca logró zafarse de la persecución terrorista hasta alcanzar la vivienda de una familia machiguenga que lo acogió como a un hijo y lo despachó hasta Kiteni. Para suerte de Astuquillca, los nativos habían escuchado que el padre del policía se encontraba en ese poblado buscándolo. Más que la suerte, prevaleció la fuerza de voluntad. La casa de los machiguenga es muy modesta. La pareja es muy pobre. Lo poco que tenían lo compartieron. Se notaba que trabajaban mucho. Sus manos estaban encallecidas y resecas. Nunca fueron al colegio, pero sabían contar. Me trataron como a un hijo. Me curaron las heridas con hierbas de la zona, me dieron de comer y beber. Eso nace del ser humano, no se aprende en la escuela. "Están buscando a tres policías, ayer lo escuché por radio", me dijo él. "¿No son tres los desaparecidos?", le pregunté. "No. Son dos. La radio informó que ya encontraron a uno, muerto". Pensé: "¿A quién habrán encontrado? ¿A Lander Tamani? ¿A César Vilca?" El corazón se me estrujaba. "¿Dónde queda el hospital?", indagué. "En Quillabamba, a ocho horas. Está lejos", respondió. "¿Y una posta?", prosigo. "Aquí no hay. La posta está en Kiteni, a dos horas en camioneta y más de cinco horas a pie", explicó. Sin preguntarle, añadió: "Tu papá te estaba buscando en Kiteni". Cuando escuché eso, salté de emoción. "¡Vamos a Kiteni lo antes posible!", le pedí al machiguenga. "Por favor, mañana mismo llévame a Kiteni", le dije. "No te preocupes, vamos a ir pronto. No tengas miedo. Confía en nosotros", respondió. Antes de partir, la señora mató una gallina del corral, una de las pocas que tenía, y me dio un caldo inolvidable. "Para que vayas fuerte", fueron sus palabras. Nunca me pidieron nada de dinero. Solo querían ayudarme. Era parte de su naturaleza. De su forma de ser. Se sentían muy felices al hacerlo. Como a la 1 y 30 de la tarde llegó una combi. La señora le dijo al chofer que había un herido y que era urgente trasladarlo a Kiteni. Me despedí de los nativos con un fuerte abrazo. Solo la señora me acompañó en el vehículo, el hombre se quedó en casa. EL ABRAZO INNUMERABLE En el trayecto hacia Kiteni, la machiguenga me relató muy apenada que en Alto Lagunas todos estaban abandonados. No hay posta médica, mucho menos medicamentos, ni tampoco carretera. Solo una escuelita, sin profesores. "Ninguna autoridad ha llegado aquí. Vienen los políticos so en las elecciones y cuando salen elegidos desaparecen. Vienen y dicen que aquí mueren muchos niños por el dengue, la malaria y la desnutrición. Pero nunca más regresan. Es indignante", sostuvo. Yo estaba sentado junto a la señora en la parte posterior de la combi, al fondo. En el trayecto el chofer iba recogiendo pasajeros, pero ellos no se daban cuenta de que yo era policía, porque estaba vestido con un pantalón jean blanco y una camisa azul que tapaba mi polo negro de la Dinoes, que puse al revés. La pareja me dio la vestimenta. Una vez en Kiteni, pedí al chofer que me dejara en la comisaría. Cuando llegué solo había agentes de la policía antidrogas. Nadie me reconoció hasta que le pregunte a un colega dónde estaba la gente de la Dinoes. Fue entonces que identifiqué a mi compañero de promoción Jonathan Vigo López. Lo miré y lo abracé. Le dije que estaba herido de bala. Al toque llegaron más compañeros y me condujeron directamente a la posta. Ahí llego el superior Collantes. Me abrazó, me dijo que mi papá estaba en Kiteni. "Por favor, quiero ver a mi papá. ¡Quiero ver a mi papá!", grité, casi aullé. Era la emoción, la alegría, el deseo incontrolable de ver a mi padre. No demoró en llegar. Lo ubicaron rápido. Llegó a mi directamente, con los brazos abiertos, nos abrazamos y lloramos a mares. "Papá, te quiero mucho", le dije. "Gracias a Dios, hijo", me respondió. "Dios me mandó a los machiguenga, papá, ellos me salvaron", contesté. QUÉ PASABA EN EL PAÍS Ningún terrorista apresado o muerto en "Operación Libertad" Hasta el momento, como saldo de la 'Operación Libertad', han fallecido la capitana Nancy Flores Páucar, los suboficiales PNP Lander Tamani, Juan Navarro Calle, John Lucana Huamaní y Gerónimo Chino Ancco. También el suboficial del Ejército Constantino Ramos Beteta y el sargento EP Manuel Pisco Arimuya. Siguen en condición de desaparecidos los suboficiales de la Dinoes César Vilca y Luis Astuquillca. Las autoridades no reportan la detención de terroristas ni tampoco la ubicación de cuerpos de senderistas abatidos en enfrentamientos. Las operaciones de búsqueda de Vilca y Astuquillca, prosiguen.