Gino Costa ratificado
La existencia de una crisis entre el ministro del Interior Gino Costa Santolalla y el director de la Policía Nacional José Tisoc Lindley era un secreto a
voces desde hace casi dos semanas, concretamente desde la publicación de la
lista de ascensos y pases al retiro de la institución policial, la cual no fue
del agrado del máximo jefe policial por incluir a algunos oficiales que eran
parte de su entorno de mayor confianza.
De acuerdo con el procedimiento usual, la lista es elaborada por una comisión
calificadora, la que eleva los resultados de su evaluación al director de la
PNP y éste lo hace a su vez con el titular del sector. Queda entendido que
tanto en los ascensos como en los pase a retiro hay procedimientos reglamentarios
que cumplir, pero que el margen de discrecionalidad de quien esté a cargo del
ministerio es amplio, máxime si la institución enfrenta la necesidad de
retornar a su estructura piramidal, deformada por la arbitraria manipulación
hecha en tiempos de la dictadura.
Lo que se conocía en medios periodísticos es que el general José Tisoc había manifestado su desacuerdo con parte de la
selección hecha, el cual lo habría llevado a presentar su carta de renuncia,
pero no ante el ministro del Interior -como era procedente- sino ante primer
vicepresidente y encargado de la Presidencia Raúl Diez Canseco,
y algunos sostienen que ante el propio presidente Alejandro Toledo.
Ninguno de estos rumores pudo ser confirmado, pero lo que era evidente a los
ojos de todos -menos para los del Ejecutivo- era que ambos hombres estaban cada
uno por su lado y que el general Tisoc había tomado
algunas medidas sorprendentes, tales como proceder a nombrar al Inspector
General de la PNP sin conocimiento del ministro Costa, gesto que se reiteró
luego con el nombramiento de un Jefe de Estado Mayor.
La normatividad vigente establece que los nombramientos en la institución
policial son propuestos por el director general de la PNP al ministro del
Interior y éste, a su vez, los presenta al Jefe de Estado, por lo cual tales
nombramientos inconsultos no podían admitirse. Ciertamente que no está en
cuestión aquí la capacidad o méritos de los seleccionados para dichos cargos,
sino el procedimiento seguido.
La intervención del presidente Toledo, aunque tardía, ha puesto las cosas en su
lugar, pues ha ratificado su confianza en el ministro. No podía ser de otra
manera, por cuanto Gino Costa ha venido desarrollando una magnífica labor al
frente de la cartera del Interior, que ha contribuido de modo decisivo a la
recuperación de la imagen de la institución policial y a un acercamiento que no
se daba en muchos años entre la PNP y la ciudadanía.
El mandatario ha dejado también en su puesto al general Tisoc,
lo cual permite suponer que los desencuentros entre ambos personajes han sido
dados por terminados. De otro modo no se explicaría la operatividad de la
decisión tomada, ya que la Policía Nacional exige una sincronización entre la
dirección de la institución y su responsable político, que es el ministro del
Interior.
Como no podía ser de otro modo, los nombramientos hechos por el general Tisoc quedan en suspenso hasta que el ministro Costa
anuncie cuáles serán los titulares del nuevo comando de la institución
policial. Esto debiera clausurar la crisis y devolver las aguas a su cauce,
aunque es imposible vaticinar que no se producirán secuelas.
Aquí lo único censurable ha sido la falta de reflejos del Ejecutivo, que dejó
que la situación se prolongue en vez de intervenir y resolverla. El objetivo a
preservar es la continuación de la reforma policial, que posiblemente reserve
en el futuro otras decisiones graves que habrá que tomar. En el ministerio del
Interior hay un equipo que se ha puesto la camiseta de la institución y la está
sacando adelante. Menos mal que el gobierno ha sabido reconocerlo.
La existencia de una crisis entre el ministro del Interior Gino Costa Santolalla y el director de la Policía Nacional José Tisoc Lindley era un secreto a
voces desde hace casi dos semanas, concretamente desde la publicación de la
lista de ascensos y pases al retiro de la institución policial, la cual no fue
del agrado del máximo jefe policial por incluir a algunos oficiales que eran
parte de su entorno de mayor confianza.
De acuerdo con el procedimiento usual, la lista es elaborada por una comisión
calificadora, la que eleva los resultados de su evaluación al director de la
PNP y éste lo hace a su vez con el titular del sector. Queda entendido que
tanto en los ascensos como en los pase a retiro hay procedimientos reglamentarios
que cumplir, pero que el margen de discrecionalidad de quien esté a cargo del
ministerio es amplio, máxime si la institución enfrenta la necesidad de
retornar a su estructura piramidal, deformada por la arbitraria manipulación
hecha en tiempos de la dictadura.
Lo que se conocía en medios periodísticos es que el general José Tisoc había manifestado su desacuerdo con parte de la
selección hecha, el cual lo habría llevado a presentar su carta de renuncia,
pero no ante el ministro del Interior -como era procedente- sino ante primer
vicepresidente y encargado de la Presidencia Raúl Diez Canseco,
y algunos sostienen que ante el propio presidente Alejandro Toledo.
Ninguno de estos rumores pudo ser confirmado, pero lo que era evidente a los
ojos de todos -menos para los del Ejecutivo- era que ambos hombres estaban cada
uno por su lado y que el general Tisoc había tomado
algunas medidas sorprendentes, tales como proceder a nombrar al Inspector
General de la PNP sin conocimiento del ministro Costa, gesto que se reiteró
luego con el nombramiento de un Jefe de Estado Mayor.
La normatividad vigente establece que los nombramientos en la institución
policial son propuestos por el director general de la PNP al ministro del
Interior y éste, a su vez, los presenta al Jefe de Estado, por lo cual tales
nombramientos inconsultos no podían admitirse. Ciertamente que no está en
cuestión aquí la capacidad o méritos de los seleccionados para dichos cargos,
sino el procedimiento seguido.
La intervención del presidente Toledo, aunque tardía, ha puesto las cosas en su
lugar, pues ha ratificado su confianza en el ministro. No podía ser de otra
manera, por cuanto Gino Costa ha venido desarrollando una magnífica labor al
frente de la cartera del Interior, que ha contribuido de modo decisivo a la
recuperación de la imagen de la institución policial y a un acercamiento que no
se daba en muchos años entre la PNP y la ciudadanía.
El mandatario ha dejado también en su puesto al general Tisoc,
lo cual permite suponer que los desencuentros entre ambos personajes han sido
dados por terminados. De otro modo no se explicaría la operatividad de la
decisión tomada, ya que la Policía Nacional exige una sincronización entre la
dirección de la institución y su responsable político, que es el ministro del
Interior.
Como no podía ser de otro modo, los nombramientos hechos por el general Tisoc quedan en suspenso hasta que el ministro Costa
anuncie cuáles serán los titulares del nuevo comando de la institución
policial. Esto debiera clausurar la crisis y devolver las aguas a su cauce,
aunque es imposible vaticinar que no se producirán secuelas.
Aquí lo único censurable ha sido la falta de reflejos del Ejecutivo, que dejó
que la situación se prolongue en vez de intervenir y resolverla. El objetivo a
preservar es la continuación de la reforma policial, que posiblemente reserve
en el futuro otras decisiones graves que habrá que tomar. En el ministerio del
Interior hay un equipo que se ha puesto la camiseta de la institución y la está
sacando adelante. Menos mal que el gobierno ha sabido reconocerlo.
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