Textual Me llaman "Camión" ...El presidente Fernando Belaunde Terry era muy amigo de la Marina, relató el ex compañero de "Camión". En la Isla San Lorenzo contaba con una casa de veraneo. Tenía especial confianza en este instituto armado, y por eso cuando se resolvió la intervención de la Fuerza Armada en la lucha contrasubversiva, los infantes de Marina fueron los primeros contingentes enviados a la zona de conflicto interno. Los infantes de Marina y efectivos de FOES (Fuerza de Operaciones Especiales) se relevaban cada dos o tres meses, y al momento de partir la imposición de los seudónimos óporque nadie podía actuar con sus nombres verdaderosó era toda una ceremonia. Cuando le tocó el turno al capitán de corbeta, Alvaro Artaza, él mismo pidió a sus subalternos que sugirieran su apelativo. Nadie se atrevía, hasta que uno de ellos propuso, en medio de los camiones "Volvo" que cargaban para la zona de emergencia, el nombre de "Comandante Camión". "Es que usted viene de la sección Transportes, comandante", argumentó el ocurrente subalterno. Por EDMUNDO CRUZ Unidad de Investigación ..... U n infante de Marina que profesa la religión evangélica sería el asesino del corresponsal de La República en Huanta, Jaime Boris Ayala Sulca, de acuerdo con la versión que ofreció a este diario un compañero de armas que fue testigo del crimen. El efectivo dijo que conocía al autor de la muerte de Ayala pero sólo por seudónimo, aunque precisó que estaba en condiciones de identificarlo plenamente. La orden criminal para la ejecución del reportero ósegún el mismo testigoó fue impartida por el capitán de corbeta AP Alvaro Artaza Adrianzén, "comandante Camión", jefe del Cuartel Militar de Huanta, dentro de cuyas instalaciones el periodista tuvo una muerte horrenda. El hecho ocurrió aproximadamente el lunes 13 de agosto de 1984, la víspera de la visita que el fiscal de la Nación, Alvaro Rey de Castro, y el secretario general de esa institución, Fernando Olivera Vega óactual ministro de Justiciaó, efectuaron a esa repartición castrense. Ante el anuncio de que estas autoridades acudirían a indagar por la desaparición del joven hombre de prensa, el "comandante Camión" desesperó, relató el informante. Hasta hoy, el rastro del periodista Jaime Ayala Sulca permanecía perdido en las penumbras de aquel jueves 2 de agosto de 1984. Ese día, a las 10 de la mañana, acompañado del gerente de Radio "Huanta 2000", Carlos Paz Illantoy, se apersonó al cuartel militar a reclamar por el allanamiento injustificado efectuado al domicilio de su madre, Julia Sulca. El oficial que lo recibió lo hizo pasar. Jaime Ayala Sulca traspuso confiado la puerta del Estadio de Huanta, que servía de sede al Cuartel Militar a cargo de la Marina de Guerra, y a partir de ese momento nunca más se supo de él. Hasta que, ahora, dieciocho años después, un testigo militar ócuya identidad mantenemos en reservaó, que actuó al lado del llamado "comandante Camión", se decidió a contar la verdad. Cabe recordar que el día anterior, primero de agosto, aparecieron tendidos a la vera de la Iglesia de la Comunidad de Nisperocniyocc, en las afueras de Huanta, los cadáveres de seis miembros de la Iglesia Evangélica Presbiteriana. El hecho fue informado por testigos al corresponsal de La República , quien se constituyó en el lugar y recogió la versión de que los autores serían infantes de Marina. Anteayer, en esta redacción, Rosa Luz Pallqui, viuda del periodista, hizo memoria. Refirió que aquella noche, al regresar a su casa, Jaime Ayala le comentó su descubrimiento. Ella está segura de que ese hallazgo motivó la desaparición de su marido. "Los tres días de Fiestas Patrias habían sido de ëparo armadoí y nadie salía de su casa. El día primero salió a trabajar y regresó como a las 6 de la tarde. Había detectado los cadáveres de los seis evangelistas a la espalda del estadio, donde estaban acantonados los militares. Probablemente fue visto por ellos", relató Rosa Luz Pallqui. "Se les pasó la mano" El informante de La República, que prestaba servicios en ese cuartel de la Marina, ha revelado lo que pasó después de que Jaime Ayala ingresó al estadio. Lo primero que hizo el periodista fue, efectivamente, quejarse ante el "comandante Camión" óa quien conocíaó, por el allanamiento y los maltratos inferidos a su madre y hermano. Para desencanto del reclamante, el jefe militar ordenó su detención inmediata y el inicio de los interrogatorios esa misma noche. Según el testigo, el mismo "Camión" participó de estas sesiones. En esta parte de su relato refirió con crudeza el tipo de violencia que se utilizaba contra los que caían en esos improvisados calabozos. Cada noche había más o menos veinte detenidos. El lugar de reclusión era una carpa. Los interrogatorios se efectuaban en las tribunas, en un cuartito que parecía un baño. Los colgaban, sumergían en agua y golpeaban. "Para que no los reconozcan, los desnudaban, los dejaban sin ropa, sin sortijas, ni zapatos. Después, los amarraban y mataban. Al principio usaban armas con silenciador, pero después ya no, para que culpen a los terroristas", según la versión del testigo: "En algunos casos, los quemaban", agregó. En el caso de Jaime Ayala Sulca, el testigo declaró textualmente que "se les pasó la mano". "¿A quién se le pasó la mano?", preguntamos "A él, a ëCamióní", respondió sin dubitaciones. El informante explicó que Alvaro Artaza Adrianzén contaba con un personal de apoyo para torturar a los detenidos. Mencionó el apodo de uno de ellos: "Peluca", y a otro infante de Marina cuyo apelativo no recuerda. Por qué lo matan Según el testigo, Jaime Ayala permaneció en el cuartel con vida de diez a once días, pero en pésimo estado físico. Por esa razón, el "comandante Camión" negó a Ayala Sulca reiteradamente cada vez que el jefe político-militar de Ayacucho, general EP Adrián Huamán Centeno, le pedía que se lo entregara. Hasta el propio comando de su instituto, la Marina de Guerra, le habría preguntado "si tenía al periodista". " ëAyalitaí estaba en muy malas condiciones, y si el ëcomandante Camióní lo entregaba así, maltratado, iba a meterse en un gran lío", comentó el ex militar. De acuerdo con el relato de nuestro informante, la suerte del corresponsal de La República se decidió cuando desde Lima se anunció el viaje del fiscal de la Nación Alvaro Rey de Castro y del secretario general Fernando Olivera Vega a la ciudad de Huanta para el martes 14 de agosto de 1984, con el fin de indagar específicamente por la suerte de nuestro colega desaparecido. El "comandante Camión" se desesperó con la inminente visita y ordenó una maquillada rápida al cuartel. "Quiero que parezca un centro vacacional, un jardín, nada de calabozos, jueguen fútbol, pongan música, televisión, quiero que nos envidien", les dijo a sus subordinados. El testigo declaró sin titubeos que faltando un día para la visita óel lunes 13 de agostoó, temeroso de que su actuación violatoria de los derechos humanos fuera comprobada, el "comandante Camión" dispuso la ejecución del periodista, en forma brutal. Escogió a un infante de Marina de religión evangélica para que cumpliera esa criminal misión. De acuerdo con la versión recogida por La República , el jefe del Cuartel de Huanta actuó turbado por la tensión del trabajo y por problemas familiares. "íAyalitaí fue matado a golpes, sin armas, después fue seccionado, y sus restos enterrados en varios lugares del estadio", aseguró el informante. Polifacético corresponsal .......Era el séptimo de nueve hermanos y a los trece años de edad perdió a su padre. Para que sus hermanos pudieran estudiar en la universidad, renunció a los estudios y comenzó a trabajar a los 15 años. Primero como sastre, al igual que su padre. Luego, como locutor y periodista radial. Desde comienzos de 1983 y hasta el día de su desaparición, el 2 de agosto de 1984, ofició de corresponsal del diario La República. Al mismo tiempo laboraba en Radio Huanta 2000, y antes en Radio Esmeralda de los Andes. Aficionado al teatro y al básquetbol, a los 16 años fundó un club social y deportivo, y desde aquí promovió esas actividades. También organizó la filial de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) de Huanta. Desposó muy joven a Rosa Luz Pallqui, con quien tuvo un hijo, Jassal Boris, que sigue sus pasos. Cursa el segundo ciclo de periodismo en la Escuela Nacional Jaime Bausate y Mesa. Cuando desapareció llevaba en sus bolsillos los despachos para La República acerca del hallazgo de los seis evangelistas asesinados en la comunidad de Nisperocniyocc.