Mulder, el jacobino, Carlos Castro. Subdirector Mauricio Mulder, secretario general del Apra, y uno de los hombres de la Tríada –los otros dos son Mercedes Cabanillas y Jorge del Castillo– que cogobierna el país, se declaró “jacobino” hace unos días en una entrevista. Lo primero que uno podría pensar es que lo hizo por darle la contra al presidente Alan García –el líder que está por encima de la tríada–. Recordemos que el primer mandatario ha puesto a su sexto hijo el nombre de Danton, uno de los protagonistas de la revolución francesa, y enemigo de Robespierre, el líder de los jacobinos. Por cierto, Robespierre ordenó ejecutar a Danton en el período del Reino del Terror. O podría ser, también, que Mulder se considere “El incorruptible”, como gustaba Robespierre que lo llamaran, el “puro” de la nueva “revolución imposible” del aprismo, el “virtuoso” que debe terminar con los “girondinos”, los “cordeleros” o los “indulgentes”, convertidos, seguramente, desde su punto de vista en “caviares” o ONGs que “amenazan” a su gobierno y a la democracia. Si siente que es un jacobino del siglo XXI, difícil explicar su alianza con ese monstruo de la corrupción que ha alumbrado la política peruana en los últimos tiempos: el fujimorismo. Robespierre jamás se habría aliado con los corruptos. Los odió y los combatió con pasión y no dudó en enviarlos a la guillotina. Lo extraño es que el izquierdista de ayer del Apra es hoy uno de los políticos más buscados por esa prensa que sabe que sus declaraciones servirán de eco a sus editoriales. Y entonces uno se sorprende –o diríamos que a estas alturas ya no tanto– de encontrar declaraciones como ésta: Las ONGs han perjudicado la democracia de los países de América Latina. Peor aún, el político que en la dictadura de Fujimori impulsó, con el Foro Democrático, el referéndum en rechazo a la reelección del extraditable, dice hoy sin ruborizarse: Una vez que (las ONGs) han minado la democracia, buscan tener a nuestros países sojuzgados, sin fuerzas, sin capacidad de tener una democracia popular y auténtica. Una expresión que podrían suscribir personajes como el contralmirante Luis Giampietri, o Carlos Raffo, el vocero de los fujimoristas que ahora se muestra eufórico en la televisión. Siente, con razón, que su venganza se ha consumado, irónicamente con el apoyo del partido de los trabajadores manuales e intelectuales. Feliz de que los que les enrostraron los crímenes y delitos de su corrupto régimen sean sometidos al poder político. “Ya van a ver, ya van a ver”, declaró al borde del delirio en un programa político, mientras un alucinado articulista pide al gobierno de García que “comunique al mundo este logro” para que sirva como “un paradigma para las otras naciones”. Si Mulder se declara jacobino, en dónde ubica a su líder y presidente de la República, Alan García. ¿A su izquierda o a su derecha? ¿Entre los girondinos moderados o los cordeleros de Danton? O, tal vez, Mauricio siente que el anuncio de García de mandar al paredón a los terroristas lo convierte, como él, en un jacobino. Total, Robespierre desde el Comité de Salvación Pública mandó a la guillotina a miles de personas a las cuales consideró sus enemigos y, por lo tanto, enemigos de la República. Claro que podría ocurrir también que lo de García sea una jugada más a lo Fouché, el personaje siniestro de la revolución francesa. El político del cual aprendió Vladimiro Montesinos a moverse en el silencio. Si no veamos cómo el país asiste a anuncios presidenciales, cada uno más efectista que el otro, en tanto que reformas importantes como la judicial, la de la Constitución, o la de las Fuerzas Armadas, siguen paralizadas, o apenas comienzan a moverse. Y entonces, como lo hacía Fouché, se sueltan especies como las del “complot” (una fuente dice que salió de Palacio) para matarlo, que ha llevado a que el propio embajador de EEUU desinfle la “noticia”, con lo cual al Presidente no le quedó otro camino ayer que llamarlo “conversación de borrachos”. El que queda con la cabeza rota es Jorge del Castillo, su premier, que dio validez al rumor. Pero ya sabemos cómo es García. Primero, él, segundo él, y tercero él. Y así la semana termina con un Mulder jacobino, un presidente que gobierna pensando en las elecciones regionales y municipales y en el rating, y una tríada que se las trae. Cuidado con que el Fouché fujimorista se los devore. Carlos Castro. Subdirector Mauricio Mulder, secretario general del Apra, y uno de los hombres de la Tríada –los otros dos son Mercedes Cabanillas y Jorge del Castillo– que cogobierna el país, se declaró “jacobino” hace unos días en una entrevista. Lo primero que uno podría pensar es que lo hizo por darle la contra al presidente Alan García –el líder que está por encima de la tríada–. Recordemos que el primer mandatario ha puesto a su sexto hijo el nombre de Danton, uno de los protagonistas de la revolución francesa, y enemigo de Robespierre, el líder de los jacobinos. Por cierto, Robespierre ordenó ejecutar a Danton en el período del Reino del Terror. O podría ser, también, que Mulder se considere “El incorruptible”, como gustaba Robespierre que lo llamaran, el “puro” de la nueva “revolución imposible” del aprismo, el “virtuoso” que debe terminar con los “girondinos”, los “cordeleros” o los “indulgentes”, convertidos, seguramente, desde su punto de vista en “caviares” o ONGs que “amenazan” a su gobierno y a la democracia. Si siente que es un jacobino del siglo XXI, difícil explicar su alianza con ese monstruo de la corrupción que ha alumbrado la política peruana en los últimos tiempos: el fujimorismo. Robespierre jamás se habría aliado con los corruptos. Los odió y los combatió con pasión y no dudó en enviarlos a la guillotina. Lo extraño es que el izquierdista de ayer del Apra es hoy uno de los políticos más buscados por esa prensa que sabe que sus declaraciones servirán de eco a sus editoriales. Y entonces uno se sorprende –o diríamos que a estas alturas ya no tanto– de encontrar declaraciones como ésta: Las ONGs han perjudicado la democracia de los países de América Latina. Peor aún, el político que en la dictadura de Fujimori impulsó, con el Foro Democrático, el referéndum en rechazo a la reelección del extraditable, dice hoy sin ruborizarse: Una vez que (las ONGs) han minado la democracia, buscan tener a nuestros países sojuzgados, sin fuerzas, sin capacidad de tener una democracia popular y auténtica. Una expresión que podrían suscribir personajes como el contralmirante Luis Giampietri, o Carlos Raffo, el vocero de los fujimoristas que ahora se muestra eufórico en la televisión. Siente, con razón, que su venganza se ha consumado, irónicamente con el apoyo del partido de los trabajadores manuales e intelectuales. Feliz de que los que les enrostraron los crímenes y delitos de su corrupto régimen sean sometidos al poder político. “Ya van a ver, ya van a ver”, declaró al borde del delirio en un programa político, mientras un alucinado articulista pide al gobierno de García que “comunique al mundo este logro” para que sirva como “un paradigma para las otras naciones”. Si Mulder se declara jacobino, en dónde ubica a su líder y presidente de la República, Alan García. ¿A su izquierda o a su derecha? ¿Entre los girondinos moderados o los cordeleros de Danton? O, tal vez, Mauricio siente que el anuncio de García de mandar al paredón a los terroristas lo convierte, como él, en un jacobino. Total, Robespierre desde el Comité de Salvación Pública mandó a la guillotina a miles de personas a las cuales consideró sus enemigos y, por lo tanto, enemigos de la República. Claro que podría ocurrir también que lo de García sea una jugada más a lo Fouché, el personaje siniestro de la revolución francesa. El político del cual aprendió Vladimiro Montesinos a moverse en el silencio. Si no veamos cómo el país asiste a anuncios presidenciales, cada uno más efectista que el otro, en tanto que reformas importantes como la judicial, la de la Constitución, o la de las Fuerzas Armadas, siguen paralizadas, o apenas comienzan a moverse. Y entonces, como lo hacía Fouché, se sueltan especies como las del “complot” (una fuente dice que salió de Palacio) para matarlo, que ha llevado a que el propio embajador de EEUU desinfle la “noticia”, con lo cual al Presidente no le quedó otro camino ayer que llamarlo “conversación de borrachos”. El que queda con la cabeza rota es Jorge del Castillo, su premier, que dio validez al rumor. Pero ya sabemos cómo es García. Primero, él, segundo él, y tercero él. Y así la semana termina con un Mulder jacobino, un presidente que gobierna pensando en las elecciones regionales y municipales y en el rating, y una tríada que se las trae. Cuidado con que el Fouché fujimorista se los devore.