Política

Martín Tanaka: “Boluarte ha profundizado su apuesta por ampararse en la coalición conservadora”

MENSAJE DE MEDIANÍAS. Sociólogo y politólogo Martín Tanaka, director de la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica (PUCP) e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), sostiene que discurso presidencial de 28 de julio desatiende los graves problemas del país y apunta a sobrevivir en el poder.

ADVERTENCIA. Tanaka observa que ya no hay mayores expectativas de la ciudadanía sobre Boluarte.
ADVERTENCIA. Tanaka observa que ya no hay mayores expectativas de la ciudadanía sobre Boluarte.

El sociólogo y politólogo Martín Tanaka, director de la Escuela de Gobierno y Políticas Pública de la Pontificia Universidad Católica (PUCP) e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), considera que el mensaje de 28 de julio de la presidenta Dina Boluarte “no ha mostrado mayores iniciativas relevantes, no se ha ocupado de los problemas que más preocupan a los ciudadanos ni ha respondido a los cuestionamientos más fuertes al Gobierno”. Advierte que fue un discurso muy extenso porque la mayoría de peruanos no tiene mayor esperanza sobre la mandataria y ella solo busca algo de oxígeno con proyectos o medidas en medio de la inercia, mientras el Congreso la sostenga hasta el año 2026.

-¿Cuál es su impresión de un discurso tan largo?

-Es reflejo de lo que es tu gobierno: no ha mostrado mayores iniciativas relevantes, no se ha ocupado de los problemas más preocupan a los ciudadanos ni ha respondido a los cuestionamientos más fuertes al Gobierno. Un ensimismamiento del Gobierno se ve en la duración de este discurso. Es como que ya no importara quién la escucha o quién no la escucha, simplemente se ha limitado a hacer un recuento de todas las iniciativas sectoriales dejando de lado si lo congresistas la escuchan y si la ciudadanía está prestando atención, porque un discurso tan largo no es posible seguir para la gran mayoría de las personas.

-¿Cuán importante aparece la apuesta de este Gobierno por la por la inversión privada considerando la situación económica y la caída que tuvo el país en el 2023?

-Es reflejo de la medianía del gobierno. Se basa en el anuncio de obras que promueve, apostando que esto puede ser fundamento para reactivación de la economía, pero expertos dicen que mientras no se cambie el clima de inversión y se recupere la confianza de esa inversión privada, esto no cambiará demasiado. Y la confianza en la inversión privada tiene que ver con lo institucional, la viabilidad política. La presidenta habla de que está comprometido el gobierno con impulsar Tía María y que los que se oponen lo hacen por razones ideológicas cuando tendría que sentarse con los agricultores y convencerlos de que es viable la convivencia entre minería y agricultura y no acusarlos de ideologizados.

-Sobre Tía María, se le ha recordado el discurso que ella tenía en la campaña electoral, que era contraria al proyecto ¿Se remarca en Boluarte el factor de caer en mentiras?

-Más que eso, ha tenido una metamorfosis política total. De ser vicepresidenta de Pedro Castillo y respaldar su plataforma electoral del 21 a hablar muy enfáticamente de promover la inversión privada sin atender los verdaderos problemas que la limitan, que tiene que ver con que no hay clima de inversión en medio de debilidad, precariedad institucional y política muy grande. Eso debería atender el gobierno urgentemente, pero no está en su horizonte.

-Comenzó agradeciendo al Congreso por defender la democracia ante las protestas. ¿Qué significado tiene eso?

-El Gobierno ha apostado por sostenerse en el respaldo parlamentario para sobrevivir y llegar al 26. Ha optado por minimizar el conflicto con el Congreso. Por más de que haya observado algunas leyes, no sale a defenderlas y por lo general termina allanándose al poder parlamentario, que limita la capacidad del Ejecutivo de defender sus puntos de vista.

-¿Este mensaje muestra un gobierno más debilitado que hace un año?

-Paradójicamente es más fuerte en el sentido de que habría superado el escenario del adelanto de elecciones. Hace un año, era más verosímil que el Gobierno podía caer y tener elecciones adelantadas, pero hoy la mayoría de actores se ha resignado a que las elecciones sean en el 2026 y, desde ese punto de vista, Boluarte se ha consolidado precariamente en el cargo. Priman la inercia y las iniciativas preocupantes del Congreso.

-¿Qué dice este mensaje a la ciudadanía, considerando que hay protestas?

-A estas alturas, la aprobación de los ciudadanos a la presidenta y al Congreso es mínima, y hace rato la ciudadanía no espera nada del discurso de ella ni de sus iniciativas. Ha habido protestas en diferentes partes de diferentes núcleos, pero siendo relevantes, no tienen fuerza para imponer un escenario de adelanto electoral. Además, el calendario electoral está en la práctica funcionando, los actores políticos ya están pensando en candidaturas y ese dinamismo será muy difícil que cambie. Hay sensación de desánimo muy generalizado.

-La inseguridad es una de las principales preocupaciones del país. ¿Cómo ve ese tema en el discurso?

-Se anuncian iniciativas aisladas, que en sí mismas pueden estar bien, pero no hay una estrategia más decidida, con más voluntad política que requeriría articular esfuerzos con el sistema de justicia, y tener metas más ambiciosas para que haya resultados más significativos. Está primando la inercia, y hay una sensación de muy poca autocrítica.

-El año pasado pidió perdón. ¿Hoy nota triunfalismo?

-Sí, ahora hay un clima más triunfalista, que también se expresa en la longitud del discurso, como diciendo: “miren, estamos haciendo un montón”. Por eso el discurso tan extenso. Mucha autocomplacencia y desconexión muy grande con lo que los ciudadanos perciben.

-La lucha contra la corrupción, otra preocupación de la ciudadanía, quizás tiene un aspecto simbólico significativo en la presencia de Nicanor Boluarte en la tribuna…

-Así es. Además, la presidenta habla de la lucha contra la corrupción, pero no da explicaciones convincentes ni suficientes sobre las acusaciones de corrupción que caen sobre ella misma y su entorno más cercano. Esto hace que esas palabras suenen huecas.

-¿Cómo plantear trabajo conjunto con otras instituciones del sistema de justicia cuando ella tiene casos en investigación y enfrentamientos con sus autoridades?

-Así es. Y el Parlamento está debilitando la colaboración eficaz, reduciendo plazos de prescripción, limitando la figura de crimen organizado. Estamos yendo hacia atrás por el Ejecutivo y el Congreso. Son los temas más preocupantes y no habló nada de ello. El propio presidente del Congreso está vinculado a actividades mineras informales e ilegales y presentó proyectos favorables a estas. La presidenta actúa como si nada de eso existiera.

-¿La controversia con el sistema interamericano de derechos humanos ha sido una ausencia considerable en este mensaje?

-No mencionó nada sobre eso. Me hace pensar que no hay decisión clara de chocar contra el sistema interamericano de justicia. En materia internacional dijo otras cosas. Interpreto que no hay una decisión clara al respecto, y que están evaluando todavía qué hacer.

-¿Se puede dar este mensaje de 28 de julio cuando hay amplio rechazo de la ciudadanía y llegar al 2026 o hay una olla a presión que explotará antes de ese plazo?

-Es muy difícil saberlo, pero la gran mayoría no le cree ni espera nada de la presidenta y está resignada a que el mandato termine. El calendario electoral ya empezó a regir, pues hace poco terminó el plazo de inscripción de militantes de partidos, y cada vez se hablará más sobre el próximo gobierno, candidatos y este gobierno pasará a segundo plano. A no ser que haya un problema mayúsculo, que no se puede descartar, lo más probable es que el escenario electoral empiece a comerse la dinámica de lo que queda del año y el próximo.

-¿Se diría que, por más mentiras o inexactitudes del mensaje, no importa lo que diga?

-Sí, porque el nivel de aprobación que tiene la presidenta ya es casi de cero prácticamente. Hace rato ya que los ciudadanos dejaron de creerle o de tener expectativas en ella.

-¿Por eso repite que el ingreso a la OCDE es política de Estado?

-Exacto. El Gobierno no toma mayores iniciativas, pero el Congreso aprueba una ley para que delitos de lesa humanidad prescriban. Eso va contra de estándares internacionales que implicarían la entrada a la OCDE pero el gobierno hace como que eso no existiera porque no quiere enfrentarse al Parlamento. Y en el Congreso, hay una mayoría muy conservadora que está que legisla contra de los derechos humanos y a favor del crimen organizado.

-Si algunos de los proyectos que mencionó, como Majes-Siguas, Chinecas, Chancay, el parque industrial de Ancón, el nuevo aeropuerto y APEC, generan algunos éxitos, ¿no significará esto un capital político hacia ella y hacia la salida de su Gobierno?

-Va a distraer a la gente. Seguramente la economía, por cierto rebote respecto de lo mal que fue el año pasado mejorará un poquito. Habrá reuniones internacionales que le permitirán a la presidenta distraer la atención de los problemas del país. Es la apuesta del Gobierno: ganar cierto oxígeno que les permita llegar, pero tendrán efectos notorios en el corto plazo.

-¿Por eso también la extensión y gran variedad de anuncios: atinar a algo?

-Sí. En la medida que no tiene nada sustantivo que resaltar, la traducción es: estoy haciendo un montón en todos los sectores. Pero no hay ninguna iniciativa muy significativa en ningún lado, todas son obras, acciones que, siendo importantes, no alteran la percepción de los problemas ni a afectar las causas de los problemas que más preocupan a los ciudadanos.

-Sí queda en destaque la gran contradicción entre la Boluarte de la campaña electoral del 2021 y el inicio del Gobierno de Castillo y la de ahora. ¿Ese es un punto de no retorno, algo insalvable o hay aún manera de conciliar esas dos ‘Dinas Boluartes’?

-No, a estas alturas, ha profundizado esa apuesta por ampararse en esa coalición conservadora del Congreso y los sectores más conservadores del país. Está ya muy claro.