Política

Juan Luis Orrego sobre la crisis en el Perú: “Arrastramos un problema de hace 30 años”

El historiador Juan Luis Orrego explicó que el Perú necesita una refundación. Alegó que solo una reforma política y electoral podría terminar con la inestabilidad que atraviesa el país.

Juan Luis Orrego. Falta de institucionalidad aqueja al Perú desde hace 30 años, según el historiador. Foto: captura/LR+
Juan Luis Orrego. Falta de institucionalidad aqueja al Perú desde hace 30 años, según el historiador. Foto: captura/LR+

En La Entrevista, Paola Ugaz conversó con el historiador Juan Luis Orrego sobre la crisis política que atraviesa el Perú y cómo podría ser solucionada.

A 200 años de la independencia, ¿por qué el Perú no encuentra estabilidad?

Hay una falla de origen y tiene que ver con que América Latina, y Perú incluido, tuvo una época de gobierno institucional. El virreinato o lo que comúnmente llamamos la colonia durante esos tres siglos tenía un gobierno institucional. Había funcionarios, criollos, virreyes, corregidores, intendentes.

¿Qué pasó con la independencia? Se perdió esa institucionalidad y no se reemplazó con nada parecido. Hay una cuestión que en muchos libros de historia no aparece. Cuando se produce la guerra de independencia, casi todos los funcionarios se van y nuestros Estados se quedan sin gente calificada para manejar el Estado, para manejar la administración pública. Entonces hay un periodo de 20 años de inestabilidad política, un Estado débil, sin personal calificado y sin instituciones que realmente funcionen.

Estamos 2022 y seguimos teniendo un país impredecible, las instituciones no funcionan, la burocracia ha sido llevada por otro lado. ¿Cómo calificarías el proceso desde el 2016?

Obedece a una serie de razones coyunturales y estructurales. Quiero insistir en la poca institucionalidad, pero esta es un rasgo de América Latina. Algunos están mejor que otros, pero es una realidad Latinoamericana. Quizás Costa Rica, Uruguay, Chile son entre comillas las excepciones. En el caso peruano, se sabe que a partir de los años 90 la poca institucionalidad que teníamos fue minada.

Nosotros arrastramos un problema de hace 30 años, la corrupción, la informalidad y un discurso antiestado se instaló en la población. Hemos ido minando, corroyendo la poca institucionalidad que quedaba.

La falta de partidos políticos es solo una de las muestras de esa falta de institucionalidad. No tenemos partidos políticos, tenemos clubes electorales por usar una palabra amable.

Si no hay partidos políticos, hay caudillos, hay gente que busca preservar sus prebendas en el Congreso ¿Cómo se soluciona el problema?

Es bien complicada la salida porque se necesitarían varios factores concurrentes. Por supuesto que la corrupción no es nueva, la falta de institucional tampoco, al igual que la informalidad. Lo que pasa es que esos escenarios han crecido enormemente. Para mucha gente, la delincuencia y la corrupción son las vías de enriquecimiento o salir de la pobreza o ascenso social.

¿Con qué personaje en la historia compararías a Pedro Castillo?

Es difícil. No le encuentro en el Perú un caso similar al del actual presidente. En el Perú, siempre han existido ‘cholos’ de presidentes, eso de que los gobernantes del Perú antes eran blancos es mentira. Gamarra, Santa Cruz, Castilla, Sánchez Cerro, Odría eran cholos. Hemos tenido presidentes de origen provinciano, de origen pobre como Velasco.

Claro, a todos estos personajes la política les sirvió para una suerte de elevación social, prestigio. Toledo quería representar esa imagen, que él era cholo, que había nacido en un pueblito, que lustraba zapatos y terminó en una universidad norteamericana, pero de Castillo no creo. Hemos tenido profesores como presidentes sí, pero no eran profesores de escuela o sindicalistas.

¿Cuál sería la solución a la crisis que vivimos en este momento?

Hay una palabra que se dice mucho, pero nunca se hace. Siendo sinceros y con alguna pena tengo que decir que necesitamos una refundación de casi todo. Si no hacemos una reforma política y electoral, la puerta va a estar abierta para todos los aventureros de la política. Solo con una verdadera reforma política y electoral podríamos aspirar a cierta meritocracia.