Yo tampoco me respaldo
“Con el Congreso disuelto, existe un vacío de poder que los ministros están llamados a llenar. Pero nadie en el Ejecutivo parece haberse dado cuenta de esa enorme responsabilidad”
En lo que postula con fuerza a convertirse en el meme del fin de año, la ministra de Justicia, Ana Teresa Revilla, forjó esta frase maravillosa: “Yo tampoco respaldo mis declaraciones”. Se refería a la reacción ciudadana ante su indolente bromita con la que quiso evadir una pregunta periodística sobre el más reciente feminicidio.
Su excusa para no respaldarse a sí misma ha sido su falta de experiencia política, algo que, valgan verdades, es real no solo en ella sino en la mayoría absoluta del gabinete Zeballos.
Hace un mes, el ministro Trujillo, del MTC, tuvo una frase igual de infeliz (sobre todo viniendo de un gobierno cuyo mayor posicionamiento –por no decir el único– es el de la lucha anticorrupción): “Si empresas del ‘Club de la Construcción’ salen del país, ¿con qué construimos?”. Entonces su declaración pasó piola, algo que hoy, solo treinta días después, no sucedería. Este es un gobierno sustentado en la paciencia ciudadana, un crédito que viene agotándose rápidamente.
Uno estaría tentado a decir que lo primero que necesita todo ese gabinete es someterse a un media training intensivo. Pero eso solo aliviaría un síntoma. La situación es más grave que metidas de pata ante la prensa. Las prioridades de la desastrosa gestión de Carlos Morán –más preocupada en monitorear TikTok que sus propias comisarías– es un perfecto ejemplo del error de preocuparse por la forma y no por el fondo.
Dos casos más: Sylvia Cáceres, ministra de Trabajo, ha lanzado un paquete de decretos laborales en reacción a las muertes en el Mcdonald’s, y Flor Pablo, ministra de Educación, ha anunciado que se destinará 37 millones de soles para ayudar a los alumnos de las universidades de medio pelo cerradas por Sunedu. Ambas, han sido reacciones muy veloces ante temas coyunturales. ¿Un gobierno sin contrapesos puede darse el lujo de tomar medidas tan grandes de manera reactiva, apresurada y unilateral? Más que reformas meditadas y consensuadas, parecen parches para evitar el derrame de la aprobación ciudadana.
Con el Congreso disuelto, existe un vacío de poder que los ministros están llamados a llenar. Pero nadie en el Ejecutivo parece haberse dado cuenta de esa enorme responsabilidad. El período de Vizcarra estaba llamado a pasar a la historia, pero, en su mediocridad, se está limitando a gobernar para los trending topics.