Ese extremismo religioso tiene obvias ventajas para la manipulación.,El fujimorismo está recuperando parte de su aplomo bajo la forma de un club fundamentalista religioso de extrema derecha. La interpelación de hoy a la ministra de Educación Flor Pablo es una muestra de eso, desde el extraño pliego de preguntas en circulación. Se juntan en eso negocios de pastores con negocios de rectores. Ese extremismo religioso tiene obvias ventajas para la manipulación. Se mueve en un terreno enrarecido donde las mentiras dan más kilometraje. Ha demostrado una capacidad de sacar gente a la calle. Es un tipo de fanatismo que puede cruzar las líneas partidarias. Hay grupos religiosos sólidamente cuadrados detrás del planteamiento. Derrotados en la política propiamente dicha, los fujimoristas se vuelven a jugar un huachito en el terreno educativo. Así, los ataques a Flor Pablo buscan ser un remake de la censura al ministro Jaime Saavedra en el 2016. No importa que aquel gesto les haya costado más de lo que les aportó. Parece que lo recuerdan con nostalgia. Lo de Saavedra fue un acto gratuito, pero en última instancia político, a pesar de sus resonancias comerciales. No es el caso de los argumentos sobre educación desde la ultraderecha que oímos en estos días, que son ideología pura, que busca retrotraernos a lo peor de siglos pasados, aunque también con resonancias comerciales. ¿Cómo piensa administrar Fuerza Popular esta nueva faceta? Por lo pronto contradice versiones como que Alberto Fujimori vuelve a ser escuchado en el partido que se está considerando abrirle las puertas de un regreso a Kenji Fujimori. Ciertamente son otras las voces que hoy pesan en los terrenos de la religiosidad arcaica y la homofobia. Muchas de las preguntas presentadas a la ministra son inexactas, otras contienen su propia respuesta, otras son simples acusaciones sin fundamento. Evidentemente para quienes confeccionaron el pliego es más importante pontificar bajo reflectores mediáticos que informarse sobre los temas que postulan. El precio de todo esto para FP es el retorno a la imagen bloqueadora de la acción de gobierno, que le costó un derrumbe en la aprobación ciudadana del cual no se ha repuesto. Al prestarle sus votos parlamentarios al fundamentalismo religioso de extrema derecha, FP vuelve a condenar su alma, mismo Fausto.