“Lo que se viene es una nueva ‘guerra fría’ en la región, más intervencionismo y el intento de derrocar al gobierno cubano. Uno podría decir: volvemos a más de lo mismo”.,En noviembre de 2013, John Kerry, en ese entonces Secretario de Estado del gobierno de Barak Obama, anunció en la OEA el fin de la Doctrina Monroe. El anuncio de Kerry se hizo 190 años después que esta famosa “doctrina”, pilar de la política exterior de ese país, fuese proclamada por el presidente norteamericano James Monroe en 1823 y que se resumía en la conocida frase de “América para los americanos”. Kerry dijo también, como una suerte de autocrítica, que la relación entre EEUU y AL no podía basarse en “cómo y cuándo (EEUU) va a intervenir en los asuntos de otros estados americanos”, sino “de compartir responsabilidades, de cooperar en cuestiones de seguridad y de adherirse no a la Doctrina, sino a las decisiones que tomamos como socios para promover los valores y los intereses que compartimos”. Y eso fue más o menos lo que pasó cuando, para sorpresa de muchos, EEUU le propuso a Cuba modificar lo que habían sido hasta ese momento sus relaciones bilaterales y también con la región. Es cierto que estos cambios tenían límites, pero cuando menos abrían las puertas de un camino posible y distinto. En realidad, EEUU ha “visto” las relaciones con América Latina bajo el lente de la Doctrina” Monroe que buscaba impedir, en ese tiempo, la presencia europea en el llamado Nuevo Continente y que tenía como ejemplo a Cuba y Puerto Rico y que años después (1845) fue reinterpretada por la doctrina del Destino Manifiesto al “reconocer” que EEUU tenía el “derecho” de extenderse “por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”. Este discurso fue el que legitimó el momento más expansivo territorialmente de EEUU en el siglo XIX. Como también lo hizo la política del presidente Theodore Roosevelt (1904) con su política del Gran Garrote (Big Stick) que fue el corolario de la Doctrina Monroe. Roosevelt declaró que si una nación demuestra un “comportamiento razonable” y “mantiene el orden y respeta sus obligaciones no tiene por qué temer una intervención de los EEUU”. Asimismo, que “la adhesión de los EEUU a la Doctrina Monroe puede obligar a los EEUU…a ejercer un poder de policía internacional”. La política del Gran Garrote legitimó el momento de la expansión imperialista de EEUU. Años después tenemos la política del Buen Vecino (1933) que terminó con el inicio de la “guerra fría”. Con la Revolución Cubana apareció la Alianza para el Progreso que duró poco y que fue reemplazada por políticas intervencionistas que llevaron a EEUU a poblar de dictaduras militares nuestra región. Por eso cuando John Bolton dice que EEUU “no tiene miedo a usar la expresión Doctrina Monroe” para reemplazar a Maduro no solo está diciendo una frase sino también anunciando una política determinada, recordando una historia, que la mayoría de los pueblos de América Latina conocen y rechazan. Tampoco nos debe extrañar que haya dicho que parte “del problema en Venezuela es la fuerte presencia cubana”, que ello es “inaceptable” y que ha llegado el momento de “desembarazarse de dicha influencia”. EEUU “mira” otra vez a América Latina (y también a Venezuela) bajo el lente cubano. Lo que se viene, por lo tanto, es una nueva “guerra fría” en la región, más intervencionismo y el intento (hasta ahora fracasado) de derrocar al gobierno cubano. Uno podría decir: volvemos a más de lo mismo.