"Pero la causa ha virado de intensamente política a estrictamente humanitaria. Nada cambiaría con Alberto Fujimori en libertad",Alberto Fujimori es un preso problemático y un paciente inquieto. Una de las cosas que inclinaba a Pedro Pablo Kuczynski a favor del indulto era el temor a que Fujimori muriera en la cárcel. Lo decidió a indultar la búsqueda de votos para salvar su presidencia. Igual fue vacado, y ahora Fujimori ha vuelto a perder su libertad. El indulto reveló que solo PPK y Kenji Fujimori querían ver libre a Alberto Fujimori, cada uno por sus propios motivos. La hija Keiko temía que una excarcelación la privaría de su control sobre la idea fujimorista, y se movió para evitarlo. Eso en cierto modo le ha costado su propia libertad. Siempre ha habido una mayoría algo por encima del 50% a favor del indulto, y luego lo mismo en contra de que se anule ese indulto, ambas posiciones con argumentos sobre todo humanitarios. Ninguna de las dos cosas ha sido suficiente para influir en un tema cargado de peligros políticos y de bemoles legales. En cierto modo hoy el asunto está donde lo encontraron Alan García, Ollanta Humala y PPK. Nadie espera que Martín Vizcarra haga trámites para un indulto. Keiko Fujimori pide clemencia para su padre, pero en Fuerza Popular no parecen igual de preocupados, aunque la batalla legal de algunos abogados independientes por la excarcelación continúa. Para el hijo Kenji todo esto es una tragedia personal, en la que se ha mantenido firme. Pero la causa ha virado de intensamente política a estrictamente humanitaria. Nada cambiaría con Alberto Fujimori en libertad. El hijo tendrá que buscar otros argumentos políticos para mantener la viada que precedió al indulto. Lo que estamos escuchando ahora son sobre todo fórmulas para hacerle más cómoda la vida al prisionero. Como una vuelta al arresto domiciliario que bloqueó FP, o algún sistema electrónico de monitoreo. Algo que lo haría mitad preso, mitad paciente. No parece haber mucho más en el horizonte. Para el gobierno la situación es incómoda. No puede hacer nada, y probablemente tampoco quiera. Pero es inevitable que aparezca como el carcelero del anciano Alberto Fujimori. Pasados los 80 años y con una salud frágil, una carcelería evidentemente justa se va a parecer cada vez más a un martirio.