Nadie le cree al Apra y FP que Alan y Keiko son honestos.,A nadie debiera sorprender que el fujiaprismo -ese contubernio antiguo y promiscuo entre el Apra y todas las etiquetas que ha tenido el movimiento creado por Alberto Fujimori hace casi tres décadas- haya aprobado el informe de la comisión lava jato excluyendo de cualquier responsabilidad a Keiko Fujimori y Alan García. A nadie debería sorprender el cinismo que dominó esta semana al congreso, porque para eso se creó la comisión lava jato. No fue para investigar la verdad de los sobornos de las constructoras brasileñas, sino para blindar a los patrones del Apra y de Fuerza Popular, y para perseguir a quienes ellos lo ordenaran. A eso se dirigió la comisión lava jato desde su instalación, pero, principalmente, desde que Keiko Fujimori puso en su presidencia a Rosa Bartra, una congresista de vocación contraria a la imparcialidad y afín a la subordinación y a la servidumbre al interés político particular. Bartra y varios de sus colegas pasarán a la historia de la infama parlamentaria a la que pertenecen varios fujimoristas y apristas que en las últimas décadas se han dedicado a ejercer el poder con cinismo. La comisión lava jato, y todo lo que se movió alrededor de la misma, constituye una expresión inequívoca de la perversión de la política en el Perú debido a que se ejerce con cinismo a costa del repudio ciudadano. En esa comisión el Apra y Fuerza Popular actuaron negando lo obvio, defendiendo que Alan García y Keiko Fujimori no sean investigados a pesar de la evidencia; Acción Popular se desenvolvió con un zigzageo sospechoso que ayudó tanto al fujiaprismo en los momentos más penosos; y la izquierda aportó topos como Jorge Castro, que empezó por la zurda, se pasó al fujimorismo, y terminó promoviendo a Antauro Humala. Todo eso quedó evidenciado esta semana en el congreso, en medio de las bravuconadas de Mauricio Mulder, posiblemente como reacción al penoso papel que ha tenido al frente del tridente aprista para blindar a García; y las fanfarronadas del grupo que hoy dice dirigir Luz Salgado con nuevo aire para limpiar la embarrada de estos dos años y medio, pero que remiten directamente al espíritu de la salita del SIN que tan bien conoció. Al volver al cinismo su patrón de actuación política, Fuerza Popular y el Apra enterraron el futuro de dos agrupaciones que debieron y merecieron tener un mejor destino. ¿Creen, acaso, que con sus votos cínicos convencieron al ciudadano que Keiko Fujimori y Alan García son políticos honestos?