Un empate de fuerzas impide por ahora la imposición de una de las partes, al punto de que no se sabe qué es más decisivo, que la crisis no se resuelva o que no exista una fuerza capaz de impulsar los cambios.,Los últimos días el sistema político peruano parece estar suspendido en el aire, en medio de una sucesión de movimientos en varios espacios convergentes o divergentes. Estos movimientos son cada vez más explícitos, una especie de batalla cuerpo a cuerpo de los actores de una crisis que cada vez tiene más voces. Si al inicio de este periodo sobresalía la identidad del Gobierno y la mayoría parlamentaria, se asoman ahora con perfil propio la fiscalía, el principal aliado de Fuerza Popular, y la sociedad organizada, principal apoyo del Gobierno. Un empate de fuerzas impide por ahora la imposición de una de las partes, al punto de que no se sabe qué es más decisivo, que la crisis no se resuelva o que no exista una fuerza capaz de impulsar los cambios, incidiendo en este resultado provisional el hecho de que la desafección social a la política es a todas las políticas en su conjunto. Es la hora de las alianzas. El Gobierno, y en especial el presidente de la República, se encuentra mejor ubicado para construir una coalición propia o, en su defecto, para ser el centro y beneficiario de una coalición que lo respalde. La convocatoria de una marcha contra la corrupción para el próximo 12 de setiembre marca la irrupción de un amplio consenso ciudadano, cuyo desempeño será decisivo para el desenlace de este periodo crítico. El fujimorismo, muy aislado en la sociedad, tiene un espacio muy limitado para formar una coalición propia, especialmente porque carece de estrategia política, o porque confunde ella con una estrategia judicial. A propósito, la reanimación del caso Chinchero, o nuevo discurso contra el Gobierno en torno a la anemia y la reconstrucción del norte, tiene que pasar por el trámite de su conversión de motivos poderosos contra Vizcarra para tener el impacto deseado. Ni Vizcarra es PPK, ni Fuerza Popular de este tiempo es el mismo grupo que desgastó eficazmente a PPK, admirablemente ayudado por este. La caída de Kuczynski se consumó luego de cuatro meses de una guerra intensa precedida de otros 12 de extrema hostilidad, desde la interpelación de Jaime Saavedra, en diciembre de 2016. Fueron, además, 16 meses donde la misma lógica de la confrontación tuvo que ceder a la presión ciudadana por la reducción del encono, una sucesión de microciclos tensión/cooperación. Recordemos que PPK cayó por los Mamani audios. Este es un momento distinto en el que debe tenerse presente, además, la dictadura de los números. No hay una talla perfecta del ropaje aprobación/rechazo de los políticos, pero desde que las encuestas se generalizaron como un instrumento para medir las capacidades y posibilidades de los partidos y líderes en el Perú, no se ha registrado ninguna experiencia en que se pudo superar un alto porcentaje de desaprobación sobre los dos tercios de los encuestados, especialmente si se ejecuta una política extremista y antagónica. El caso del alcalde de Lima, Luis Castañeda, es muy emblemático. Mientras no superó el 50% de desaprobación (enero de 2017, IPSOS), pudo manejar su rechazo, pero cuando la desaprobación trepó al 66% (julio de 2017, IPSOS), le fue imposible. Eso le puede suceder a Keiko Fujimori, a Fuerza Popular y al Congreso, poseedores de un altísimo rechazo que amenaza con ser endémico. Contra lo que dicen los refranes y frases célebres, el odio no es estéril. Es más, una parte de los peruanos consideró justas las razones de la caída de PPK, lo que se expresó en mejoras en la aprobación del Congreso y de su entonces presidente en los meses de abril y mayo, de acuerdo a las mediciones de IPSOS. Sin embargo, no premiaron por el mismo motivo a Keiko Fujimori que se acerca al 80% de desaprobación, con una aprobación menor al 20%. Aun así el fujimorismo logre impactar a Vizcarra, será difícil rodearle de una gran debilidad, salvo que él la propicie con su inacción. La guerra contra Vizcarra, teniendo al costado a varios Cuellos Blancos del Puerto defendidos de las acusaciones constitucionales, es un imposible. Pueden plantarle cara a Vizcarra, pero no al Perú. http://juandelapuente.blogspot.com