La política peruana en cuenta regresiva y rumbo de colisión. ,Keiko Fujimori está acelerando el suicidio político que protagoniza desde hace tiempo, pero declarando su intención de arrastrar al país por el rumbo de colisión con el gobierno que implica su planteamiento del jueves, sustentado en alucinaciones, es decir, en fantasías, confusiones y desvaríos que le impiden leer correctamente la realidad. Su realidad es que es jefa de un partido que aún maneja un congreso desprestigiado –por mediocre y corrupto– que ya ni siquiera protege a los que iban a ayudarla a ganar en el 2021, sino a quienes necesita encubrir para no ir a la cárcel, como el juez César Hinostroza o su huachimán el fiscal de la nación Pedro Chávarry. A ello se añaden las razones que han contribuido a su desprestigio: carencia de planeamientos sobre políticas públicas –pese a que decía que aplicaría el plan de FP desde el congreso–; defensa de posiciones conservadoras sobre libertades individuales; blindar a pederastas del Sodalicio; atacar a la libertad de expresión; o promover la xenofobia y erosionar la gobernabilidad, como lo volvió a hacer en su mensaje el jueves. Por todo eso, su aprobación ciudadana está en picada, incluyendo a sectores que, como el empresarial, no hace mucho la apoyaban, pero que hoy la perciben como una de las amenazas más graves para la gobernabilidad por su vocación para patear el tablero cuando cree que le conviene. Pero está equivocada. Al país y a ella le convendrían un acuerdo negociado entre el Ejecutivo y el Legislativo para la reforma judicial y política que requiere el Perú, pero ese no fue el tono del mensaje de Keiko Fujimori del jueves, entendible en alguien que ha demostrado que no sabe dialogar y negociar, sino solo mandar e imponer. El rumbo de colisión política que planteó el jueves con su amenaza al gobierno no la beneficia a Keiko Fujimori, aunque su corte adulona –Bartra, Letona, Becerril, Torres, Beteta, Alcorta– le digan qué bien que lo hace y ahora estén preparando el informe lava jato con finalidad de vendetta. El problema para Keiko Fujimori es que Martín Vizcarra ya ha visto –en Pedro Pablo Kuczynski– esta película de rumbo de colisión planteado por FP, y sabe el riesgo que corre, por lo que la cuestión de confianza seguramente estará en el escenario, reponiendo el dilema entre vacancia presidencial y disolución del congreso. Un dilema al que regresa el país por la exclusiva irresponsabilidad de alguien que no ha demostrado habilidad política ni generosidad en su acción pública, porque, en serio... ¿a quién le ha ganado Keiko Fujimori?