"Un atentado terrorista contra Maduro puede ser formalmente censurable, pero a la vez es perfectamente explicable".,Nicolás Maduro no podría estar más feliz. Cree tener una versión mini de Bahía de Cochinos, el estrepitoso fiasco militar yanqui que ayudó a Fidel Castro a terminar de atornillarse al poder. Con el atentado en Caracas la semana pasada, considerado 50%+ genuino en el mundo, Maduro se ha disparado a lanzar acusaciones como otros tantos drones. Era previsible que escogiera al Perú como destino de algunos de sus supuestos atacantes. Un país no bastaba para tremendo magnicidio, de modo que luego de Colombia y los EEUU nos tuvo que sumar a nosotros, por estar alojando a tantos fugitivos de la muerte no tan lenta que a diario le sirve el chavismo a los venezolanos. El gobierno de Caracas no es de confianza como para acoger de manera automática su acusación y su pedido. Más que un trámite, Maduro ha empezado una campaña de gritos, proclamándose así inocente de haber fraguado su propio atentado. De los dos países acusados, los EEUU han ofrecido investigar. Pero el Perú no tiene obligación alguna de hacerlo, pues todo huele a maniobra política. Antes de pedir extradiciones, Maduro tiene que presentar su investigación y su argumentación para escrutinio de la región. De otro modo solo tendremos un circo de tres pistas. El Perú bajo Pedro Pablo Kuczynski fue un activo crítico del régimen de Maduro, y nuestro actual gobierno ha mantenido buena parte de esa línea. Seguimos al centro del Grupo de Lima para recuperar la democracia en Venezuela y atajar las consecuencias humanitarias de la dictadura. Asimismo, nuestra acogida a las víctimas de Maduro viene siendo ejemplar. De haber habido genuino atentado, ¿es verosímil que algunos implicados estén hoy en el Perú? Probablemente sí, entre los cientos de miles de exiliados con sangre en el ojo. Hay que decir que ubicarlos y entregárselos a Maduro sería una repugnante tarea, y no imaginamos al gobierno de Martín Vizcarra llevándola adelante. Más parece una situación para el asilo político. Con la cantidad de gente malviviendo o muriendo en Venezuela por las políticas económicas y sociales del chavismo, un atentado terrorista contra Maduro puede ser formalmente censurable, pero a la vez es perfectamente explicable. Aunque no está claro qué se hubiera resuelto con el asesinato del pintoresco dirigente. Hay varios más hábiles haciendo cola para reemplazarlo.