La idea trumpiana de “volver a hacer grande” a los EEUU parece ser convertir a Washington en un poder que gobierna el mundo desde una fortaleza amurallada (otro tema de aislamiento). ,Luego de lanzar el desmontaje del orden comercial mundial, Donald Trump comienza algo parecido contra la OTAN. En Bruselas, el corazón político de la UE, ha azotado a los socios europeos de la alianza, con Alemania como principal chivo expiatorio, con el argumento de que ese país hoy está “totalmente controlado” por Rusia. Ángela Merkel ha rechazado el comentario. Para una UE que ha empezado a tratar de acomodarse a los efectos de la guerra comercial con China lanzada desde Washington, esto llueve sobre mojado. Confirma que Trump no tiene muchas simpatías por Europa, y peor aún, que la considera un socio subalterno, que además no estaría cumpliendo con sus compromisos. Por eso la clásica diplomacia del garrote. Es cierto que desde hace decenios los EEUU se dedican a pasar el sombrero en Europa, por considerar que no participa lo suficiente en los gastos de la OTAN, que sería su principal beneficiaria, según Washington. Pero las acusaciones de Trump van un paso más allá, en cuanto buscan pintar a una Europa en abierta colaboración con el principal rival de la alianza. En cierto modo Trump también está condicionando el apoyo militar de los EEUU a una posición más agresiva de la UE frente al expansionismo ruso. De paso ha centrado su ataque en uno de los baluartes del liberalismo europeo, lo cual fortalece a aquellos países donde campean, y en algunos casos gobiernan, las posiciones extremas de derecha. Esta es una nueva confirmación de Trump como aspirante a destructor de las organizaciones internacionales. Comenzó con el rechazo al Acuerdo de París sobre calentamiento global. Ha pasado a petardear a la Organización Mundial de Comercio. Ahora tiene la mira puesta en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN. Son tres ejemplos espectaculares de aislacionismo, pero no los únicos. La idea trumpiana de “volver a hacer grande” a los EEUU parece ser convertir a Washington en un poder que gobierna el mundo desde una fortaleza amurallada (otro tema de aislamiento). Esta fantasía de omnipotencia parece particularmente peligrosa en el terreno militar. Mientras Trump ataca a la OTAN, el Senado de su país acaba de establecer, a toda velocidad, nuevas defensas legales para la participación de los EEUU en la organización.