Aun si la Ley Mordaza tuviera sentido, lo cual no es el caso, aquí tenemos dos ejemplos en que ella debería hacer excepciones.,La queja de las cajas municipales, a quienes ahora se impide avisar en medios privados, es otra demostración de los contradictorios efectos de la Ley Mordaza. Esta última los pone en desventaja con sus competidores del sistema financiero. Lo cual de relancina afecta también a quienes utilizan ese sistema de ahorro. También se han quejado los cientos de radios de provincia, ahora afectados por un 40% menos de publicidad e impedidos de transmitir las campañas de utilidad pública que congregan a sus oyentes. La cosa empeora en poblaciones donde no llegan los medios estatales, que son muchas. Lo cual produce una perfecta mezcla de daño cívico y económico. Aun si la Ley Mordaza tuviera sentido, lo cual no es el caso, aquí tenemos dos ejemplos en que ella debería hacer excepciones. Con el paso de los días irán apareciendo otras necesidades de modificación, prueba de que la norma no ha sido realmente pensada, sino solo lanzada al fragor de la trifulca política del momento. Si el problema de las radios del interior persiste, muchas de ellas van a desaparecer, dejando un forado en la relación entre Estado y sociedad, simétricamente afectados. Una nota del último Columbia Journalism Review pone el dedo en la llaga de este tipo de problemas, en su caso específicamente sobre la desaparición de medios. El núcleo del argumento es que la desaparición de un medio local significa un gobierno local mucho menos fiscalizado, lo cual afecta su marcha en términos de imagen, crédito, y (aunque el CJR no lo dice) eventualmente su conducta. La presencia del medio privado es, pues, indispensable. En el interior peruano la publicidad estatal es parte de un equilibrio social. Volviendo al tema de las cajas municipales, este plantea además la cuestión de qué es gobierno y qué no a la hora de las prohibiciones. Las universidades estatales ciertamente lo son, en su propia esfera. Es larga la lista de organismos públicos para quienes la publicidad en medios privados, grandes o chicos, es indispensable. De modo que la inconstitucionalidad de la Ley Mordaza no es solo un tema de derecho puro, sino también un tema de funcionamiento razonable de la sociedad, que es para lo que la Constitución existe en primer lugar.