La polémica “Ley que regula el gasto de la publicidad del estado peruano”, ha puesto en la mesa el asunto de la efectividad de las redes sociales para promover mensajes comerciales o no, es decir hacer publicidad.,La polémica “Ley que regula el gasto de la publicidad del estado peruano”, no solo ha levantado una sensible polémica en torno a la afectación de ciertas libertades fundamentales, sino que también ha puesto en la mesa el asunto de la efectividad de las redes sociales para promover mensajes comerciales o no, es decir hacer publicidad. Y es que la susodicha ley, invoca mandatoriamente a todas las entidades públicas a que usen estos canales digitales complementariamente a las señales de los medios de comunicación estatal -tipo TV Perú, etc.- Se ha dicho que es ingenuo, darle tanto peso específico a la capacidad difusora de las redes sociales -Facebook, Twitter, etc.-, considerando que hay problemas de conectividad en algunos lugares del Perú y peor aún, que la gente no sabe usar las redes sociales como para poder informarse -que hay fallos en la alfabetización digital-. “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. O sea, ponderemos. Es verdad que en el país aún existen bolsones de baja conectividad a Internet, pero no se puede negar que la penetración de Internet llega a 81% en el NSE AB, al 61% en el NSE C y al 40% en el NSE DE, según datos de GfK Opinión, para el año 2017 en el Perú urbano. La consultora concluye en su informe disponible on-line, que aunque el uso de Internet crece de forma marginal -tristemente- los hábitos de uso de tecnología social se han incrementado a nivel “nacional” ofreciendo oportunidades para nuevas formas de interacción -incluyendo la publicidad-. Cierto es que estas nuevas formas de anunciar requieren de un expertise/oficio que no suele hallarse en las entidades públicas, pero tal vez ahora con la nueva obligación, se dé una oportunidad de mejora. Mas allá de la polémica sensible, se abre una nueva ventana de oportunidad para modernizar lo añejo. Eso que duda cabe, siempre será un riesgo relevante, que asustará tomar.