El congresista Héctor Becerril ha dicho, en su estilo balbuceante, que los televisores de 43 pulgadas que comprará el Congreso son para "estar actualizados",El congresista Héctor Becerril ha dicho, en su estilo balbuceante, que los televisores de 43 pulgadas que comprará el Congreso son para "estar actualizados". También ha defendido la adquisición de frigobares. En el tiempo en que procesa esas palabras una grave distorsión de la realidad debe padecer este señor pues cree que convence, que tiene argumentos sólidos y que es original. Pero no es solo una atribución suya. Cuando en el 2016 hubo un escándalo de compras de víveres para canastas navideñas por más de 4 millones de soles, la señora Rosa Bartra lo justificó diciendo que en lugar de satanizar se debería estimular a que todos en el Estado "tengan una feliz Navidad”. Tubino añadió esa vez: "El congresista para mucha gente debería ser una persona que estuviera acá pidiendo limosna... así tampoco es". Ese mismo año, la Mesa Directiva que encabezaba Luz Salgado, luego del escándalo mediático por la sobrevaloración en la compra de 980 computadoras, tuvo que cancelar ese proceso debido a las irregularidades detectadas por la Contraloría. "Yo renuncio por mi responsabilidad política", prometió, muy indignada. Nunca lo hizo. El tener mayoría en el Congreso (y ya sin fiscalización de la Contraloría) ha envalentonado al fujimorismo. Y un fujimorista duro, convencido de su poder y sin contrapeso político, es un riesgo en el actuar y en el decir, como ya lo ha demostrado la historia reciente. Una pregunta simple y lógica es: ¿si eso ocurre en el Congreso, en un solo poder del Estado, que sería si tuviera la supremacía en otros órganos de gobierno? Es en ese contexto que entra el desbocado chantaje verbal de Luis Galarreta, de aprobar la ley sobre la publicidad estatal por criticar las compras ‘frívolas’, algo que él llama ‘politiquería’. El objetivo salta a la vista, silenciar a la prensa incomoda, apurar una ley mordaza, callar a los críticos. A estar alertas, entonces. Ya se sabe que para el buen andar democrático algo peor que un político amenazante y soberbio es un fujimorista convencido de su poder.