Su proyección política depende del proceso judicial,No es casual que, antes de ir a su casa tras nueve meses de prisión, el ex presidente Ollanta Humala haya hecho una escala en el local del Partido Nacionalista para anunciar que él y su esposa Nadine Heredia seguirán en política y que están haciendo un plan de gobierno. La política es un virus sin cura, especialmente en quienes, como Humala, han ejercido la presidencia, por lo que son ingenuos los comentarios que se escandalizan por esta pretensión. Pero una cosa es querer y, otra, poder, lo cual plantea la pregunta de si él y su esposa tienen un futuro político, y la especulación sobre qué factores los podrían favorecer y perjudicar. Juega a favor de Ollanta y Nadine, primero, que la ciudadanía puede premiar la sensación de persecución política que sufren expresada en una prisión preventiva abusiva, especialmente porque otros —como Keiko Fujimori y Alan García— con el mismo rabo de paja del financiamiento electoral de Odebrecht, no tienen mayor problema. Una persecución que parece más que sensación si se tiene en cuenta la demora en hacer cumplir el fallo del TC para que salgan de la cárcel. Asimismo, y aunque abunden las críticas a su gobierno, en estos asuntos todo se compara y, comparado con el de PPK, el gobierno de Humala fue mejor. Con el de Martín Vizcarra aún todo está por verse. Humala cuenta, además, con un conjunto de ex ministros capaces y dispuestos a defender sus gestiones públicas, algo que no tienen, por ejemplo, ni PPK ni Alan García. Por último, Ollanta y Nadine tienen a favor las ganas de regresar a la política, en parte por los maltratos del último año, al separarlos de sus hijos sin siquiera haber sido acusados. Ojalá que, a pesar de ello, sepan separar su actuación pública de esos sentimientos, y no conviertan la política en el espacio de la sed de venganza, como ocurre de manera patética con Keiko Fujimori. En contra de su pretensión de regresar a la política está, primero, que el Partido Nacionalista está descuajeringado, pero eso no llega a ser un gran obstáculo cuando hay una gran candidatura. ¿La hay? Ahí radica el escollo principal, pues el futuro político de Ollanta y Nadine pasa por la solución de los procesos judiciales que enfrentan, desde Lava Jato hasta Madre Mía. Si eso lo superan, ambos pueden construir un retorno político que no será sencillo pero que no es imposible, no tanto para el 2021 como para el 2026. La edad, al menos, los ayuda bastante, y más a Nadine Heredia.