Pienso que debemos cuestionar el ataque de Estados Unidos, Inglaterra y Francia pero, además, debemos resaltar que la situación en manos del dictador Bashar Al Assad es catastrófica.,“Misión cumplida” tuiteó Trump desde su cuenta al final de la perversamente denominada “operación quirúrgica” de lanzamiento de misiles contra los edificios que, supuestamente, ocultaban las armas químicas en Damasco. Putin no dudó en dar conferencia de prensa y denominar un “acto de agresión” a la andanada; además, señaló la responsabilidad de Trump en este ataque como un “efecto destructivo en todo el sistema de relaciones internacionales”. No se puede pensar que Trump es el enemigo de la humanidad y Putin el patriota —como me lo han señalado algunos— porque ambos personajes están absolutamente cuestionados. Digamos, recordando a Chávez, que ambos bien podrían ser caimanes del mismo pozo. El conflicto en Siria, además de conllevar la muerte de más de 207 mil civiles hasta marzo de 2017, incluyendo 23 mil mujeres y 24 mil niños y niñas y un éxodo sin precedentes en oriente medio, es totalmente complejo por la cantidad de países que han decidido entrar al mismo (13 desde que se inició), así como por la multitud de grupos alzados en armas, que se disputan las agresiones o resistencias contra el gobierno de Al Assad, incluyendo al Estado Islámico que se apoderó buena cantidad de años del nororiente sirio. Según el Syrian Network for Human Rights, el 94% de las muertes fue provocada por la alianza sirio-rusa-iraní. Siendo el tema complejo también es necesario no simplificarlo pensando que, en este proceso, existen buenos y malos como en cualquier serie de Netflix. Lamentablemente los compañeros de las distintas izquierdas, con quienes comparto luchas y principios, a veces caen en este tipo de simplificaciones. Para ellos hay solo una resistencia antimperialista: contra Estados Unidos y Europa. Pienso que debemos cuestionar el ataque de Estados Unidos, Inglaterra y Francia pero, además, debemos resaltar que la situación en manos del dictador Bashar Al Assad es catastrófica. Como sostiene la sirio-inglesa Leila Shami: “Assad es visto como parte del ‘eje de resistencia’ contra el imperio estadounidense como contra el sionismo. Poco importa que el propio Assad haya apoyado la primera guerra del Golfo, o haya participado en el programa de entregas ilegales de Estados Unidos torturando a presuntos terroristas en Siria a nombre de la CIA. O el hecho de que este régimen probablemente tenga la dudosa distinción de masacrar a más palestinos que el estado israelí”. Desde nuestro pequeño rincón de América Latina poco podemos hacer contra esta masacre de todos los fuegos el fuego. Sin embargo, creo que sí debemos desarrollar una manera de entender las coordenadas geopolíticas en su densidad y espesor poco comunes, sobre todo, en un espacio tan complejo como oriente medio donde está en juego el acceso a petróleo, a las reservas de gas, y por otro lado, las luchas entre laicos y fanáticos musulmanes incluyendo una legión de grupúsculos guerrilleros. Como sostiene mi colega Raphael Hoetmer debemos “construir una narrativa y una intervención alternativa en defensa de los derechos humanos”. Quizás habría que recordar a Carlos García Bedoya y su propuesta de “no alineamiento” frente a imperialismos occidentales y orientales.