Pedro Pablo Kuczynski ha convertido su relación con el indulto en un arte de la indecisión. Ha cavilado a lo largo de más de un año, y emitido sobre el tema declaraciones para todos los gustos, ninguna concluyente. El efecto de tal irresolución ha sido mantener la excarcelación de Alberto Fujimori como un centro de la atención política. ¿Es lo que ha buscado? PPK ha sido consistente en ignorar el discurso de los abogados y en presentar sus dudas sobre el indulto como una preocupación humanitaria: evitar que Fujimori muera en la cárcel. El problema en esto es que el preso no ha podido demostrar que sus males efectivamente son de ese calibre. Lo cual PPK parece haber entendido como un alargamiento del plazo para tomar la decisión. Al mismo tiempo la cuestión tiene una faceta nada humanitaria, pues preso o libre el ex presidente es una ficha importante en la política. Su prisión ayuda a mantener el orden establecido en Fuerza Popular, en esa medida no indultar puede ser visto como un aporte a mejores relaciones entre el Ejecutivo y la mayoría del Congreso. Aunque quizás más ha ayudado darle a FP medio gabinete. De otra parte el indulto tendría un costo entre sectores influyentes del sentimiento oficialista, que lo verían como una claudicación, y un error político en el mediano plazo. A estos sectores el argumento humanitario les importa poco, y además consideran que el peligro de muerte no está demostrado, y podría ser elemento de una farsa. Frente a esta encrucijada PPK parece considerar que sí va a producirse el momento adecuado para indultar sin, o con pocas, consecuencias. Así, las declaraciones vagamente herméticas que él va soltando de cuando en cuando serían maneras de sondear el ambiente. Mientras tanto su gente va informando sobre los momentos en que el tema “no está en la agenda”. ¿Puede esta mecánica continuar indefinidamente? En el fondo no hay nada que se lo impida. Pero es inevitable que termine siendo vista como la manera que PPK ha encontrado para no indultar mientras va buscando la manera de hacerlo. En los bordes se van acumulando la expectativa y la zozobra de los más interesados en el asunto. ¿Puede esta mecánica continuar indefinidamente? En el fondo no hay nada que se lo impida.