La historia del ex asesor de las Madres de Plaza de Mayo (IV parte), Argentina. Sergio Schoklender relata cómo su relación con Hebe de Bonafini pasó del afecto al odio más visceral, reconstruye también el escándalo de corrupción que desencadenó esa ruptura, y revela que fue Néstor Kirchner quien ordenó financiar la transformación de Madres de Plaza de Mayo en un híbrido –mitad partido, mitad empresa– que lucraba con la ayuda social. Hace dos años, le preguntaron a Hebe Pastor de Bonafini “cuál era la persona más maravillosa que había conocido representando a las Madres por el mundo”. Y ella le contestó que “Evo Morales, impresionante, nadie sabe lo que es capaz de hacer. Y después, al lado de nosotros, Sergio Schoklender, un tipo entregado cien por cien a la tarea. El día, para él, tiene 30 horas, y todas laborables. Alguien que nunca quiere nada para él.” Alguien que nunca quiere nada para él, decía, subrayaba. Y contaba que, después de conocerlo en la cárcel, “empecé a quererlo como un hijo, lo traje a vivir acá, a mi casa. Y es una máquina de trabajar, a la que se suma una inteligencia sin igual. Él hizo el proyecto “Sueños Compartidos” que el gobierno tomó como propio. Estamos a punto de firmar el convenio con todas las provincias, porque nosotros no tenemos plata, entonces el gobierno tomó el proyecto pero nosotros lo que le pedimos es que sea como queremos nosotros, con escuelas, con comedores, con jardines maternales pero con gas, luz, agua y cloacas, porque no se puede construir un barrio para que esté como antes. Ya lo estamos haciendo en Tartagal. Y eso es toda una idea de Sergio”, decía, en marzo del 2009, Hebe de Bonafini. Y, en esos días, le preguntaban a Schoklender cómo definiría su relación con ella: “Es como una madre para mí: me cocina, me reta si no como, si le desordeno, si no me cuido”, dijo él. “Y además es una relación muy particular porque, junto con todo el afecto, te baja línea política desde que te despertás hasta que te acostás”. * * * Pero en mayo del 2011 la relación se rompió –con el ruido apropiado. Al principio, las dos partes trataron de presentarlo como una separación amistosa, de mutuo acuerdo: Schoklender decía que “renunciaba para tener más tiempo para sus proyectos personales” y Bonafini que él “estaba de viaje”. En pocos días, las acusaciones mutuas fueron escalando, y las denuncias de periodistas y diputados sobre desvíos y corrupciones y lavado de dinero; eran, además, tiempos electorales, y el gobierno empezó a preocuparse. Cierta prensa decía que el programa Sueños Compartidos había sido una estafa, una forma de desviar dineros públicos, y apuntaba a Schoklender pero también a Hebe de Bonafini. Entonces Bonafini dijo que eso era cosa de Meldorek, una empresa que ella no conocía –dijo, hasta que aparecieron fotos y videos de ella inaugurando cosas con carteles que decían Meldorek. Meldorek era, en efecto, la empresa que construía las casas para la Fundación Madres de Plaza de Mayo, y Schoklender era o es uno de sus dueños. Su capital pasó, en 2006, de 12.000 pesos a dos millones. Al principio, Schoklender dijo que la empresa no era suya; después aceptó que era uno de sus dueños. Todo se emporcaba, y se cruzaron acusaciones de dineros sucios: que Schoklender robaba, que las Madres tenían cuentas sin declarar afuera. Ella dijo que “Sergio Schoklender es un traidor y un ladrón y un pobre tipo” y, cuando un periodista le preguntó si se iban a defender en la justicia, lo miró cual busto enfurecido y le dijo que no tenían nada de qué defenderse: “¿De qué nos van a acusar? ¿De haber dado la sangre de nuestros hijos para hacer esta patria maravillosa que tenemos?”, dijo, usando una vez más la historia y la sangre para desviar las discusiones del presente. Él, mientras tanto, dijo que “Hebe dejó de defender principios para pasar a defender a un partido” y rechazó las acusaciones de enriquecimiento y dijo que nunca se llevó ni un peso. Y lo repite ahora: –Yo no me llevé ni un peso. Pero sí hubo plata que se usó para gastos de la Fundación, ordenados por las Madres. Es el sistema que te decía, de cómo funciona la política. Yo, aparte de construir, con esa plata tenía que mantener a las Madres, los actos partidarios, los afiches, los caprichos de Hebe, los caprichos de su hija, las casas de su hija, los centros culturales, la radio, la universidad de las Madres, los viajes, los choferes, la camioneta… Tenía que hacer milagros. * * * Tiempo después, ahora, Schoklender dirá que la pelea vino porque estaban dejando de renovar los contratos y había 6500 familias que se iban quedando sin trabajo. –Y yo lo planteo, insisto, pero veo que no pasa nada, todo se demora. Entonces Hebe me dice que si no se renovaban los contratos era porque Cristina no quería. Dice, entorna los ojitos. Schoklender tiene los ojos achinados, los entorna como si ver fuera un trabajo duro. Y dice que “todo empezó a arruinarse con la muerte de Néstor”. –Acá hubo un antes y un después con Néstor. Néstor era el tipo que siempre tenía una puerta de atrás por dónde entrar en cada ministerio. Es decir, de pronto estaba el ministro, pero él designaba un subsecretario para tal área que le respondía totalmente, que le servía para controlar el asunto. Entonces nosotros le mandábamos a decir mirá, nos están cagando, no nos firman, no nos redeterminan los precios, tenemos que echar gente, y él levantaba un teléfono y al día siguiente aparecían los nuevos contratos firmados. Cualquier cosa que yo le hacía llegar, él automáticamente la recibía y lo resolvía. No porque me quisiera, sino porque realmente creía en el proyecto. Por eso cuando Cristina comienza a gobernar, se nos corta un interlocutor. Y cuando Néstor muere, Cristina pasó tres meses sin saber dónde mierda estaba parada. Lo único que tenía eran unas breves apariciones públicas para ver cómo les recortaban el paso a Aníbal y a Alicia, que habían hecho una alianza muy fuerte. Y con unas depresiones muy grandes, que no sabían cómo levantarla, días enteros llorando. Curiosamente reaccionaba más por la bronca, cuando le decían mirá que fulano está haciendo tal cosa, ahí juntaba fuerzas y salía adelante. Su pequeño entorno de interlocutores eran Zanini, Parrili, de Vido, Nilda Garré, pero en todos los ministerios las segundas líneas de Néstor no le respondían ni al ministro ni a ella. Y en esa situación se producen los mayores descalabros. No nos pagaban, nos encontramos con todo tipo de obstáculos. Envidias, peleas de poder, gente que sentía que nuestra forma de trabajar los dejaba en descubierto… Dice Schoklender, y que por eso decidieron cargárselo: porque con su trabajo dejaba en evidencia los márgenes enormes que muchos sacan, y la mala calidad de las rutas o las escuelas o las casas que construyen, y que por eso y porque no pagaba los retornos acostumbrados se empezó a poner en contra a mucha gente. –Es que nuestras obras eran de primera calidad y costaban la mitad; con eso les estaba tocando el culo a muchos. Y no pagaba sobreprecios, no pagaba coimas. Ahora me dicen que yo tendría que ser más realista y algo tendría que haber repartido. ¡Pero qué iba a repartir si con todo lo que sobraba tenía que sostener todo el resto! * * * Y que, para colmo, dice, organizaban pobres: –Cuando nosotros trabajábamos en los barrios más marginales, veías esa transformación del hombre y esa mujer que venía del sometimiento, de la prostitución, del analfabetismo, de la explotación y el abandono y vos no los extraditabas detrás del paisaje, sino que los ayudabas a seguir creciendo, y transformabas su realidad cotidiana. Y, después hacerlos volver para atrás es muy difícil. Yo no apostaba a esos trabajadores, yo apostaba a los hijos de estos trabajadores que habían podido ver a sus padres con otra realidad y que iban a ser capaces de pensar qué modelo de transformación era necesario para que esto continuara. Y Néstor valoró este proyecto, lo reconoció, entendía el impacto que iba a tener. A Néstor no lo asustaba que fuesen 10 mil, 20 mil trabajadores organizados. A Cristina sí, y ni hablar al entorno de la dirigencia kirchnerista. Y ese crecimiento político y ese nivel de organización asustaron a muchos, y yo no tenía miedo de decirle a nadie lo que hubiera que decirle y de pelear por el proyecto con quien fuera. Así que alguna gente se dejó convencer de que sin mí todo iba a ser igual pero mejor, y se vino la noche. –¿Y por qué decís que a Cristina la asustaron esos trabajadores organizados? –Porque Cristina se maneja con otros parámetros. Yo creo que la primera vez que Cristina vio un pobre fue con las obras de la Fundación. La primera vez que la abrazaron los trabajadores ocurrió cuando fue a las villas con Hebe a inaugurar una obra. Me acuerdo que el entorno, la seguridad, los secretarios estaban aterrados, y ella se animó, así, tímidamente, y vos la veías que era la primera vez que estaba rodeada de esa intimidad de gente transpirada, con cascos, ropa de trabajo, hombres y mujeres que la abrazaban y le traían un regalito, y vos la veías que no era lo suyo. Pocos días Sergio Schoklender se peleó con su madre adoptiva y con su hermano de sangre, Pablo –que colaboraba con él en la Fundación–, y quedó en el centro de un proceso judicial. Y quedó, sobre todo, un poco solo. -De alguna manera me lo tengo merecido, siento, ¿no? –¿Qué? –Este cachetazo que ella me da. Mi esposa, mi ex esposa, siempre me decía Sergio, Hebe se lo hace a todos, algún día te lo va a hacer a vos. Ella peleaba mucho para que nuestro hijo, Alejandro, no se acercara tanto a ella, porque algún día lo iba a repudiar, me decía, iba a ser muy doloroso para él. Y yo le decía es imposible, es su nieto, lo adora, la abuela soñada de cualquier nieto. Y era abue y se llamaban, hablaban, por lo menos una vez por mes él se quedaba en la casa de ella. Y de la noche a la mañana fue el repudio más absoluto, el desconocimiento, un momento tan doloroso: quince años de mi vida puestos ahí a pleno. Fueron quince años de mi vida que si hacía falta pagar la luz salíamos con un fierro en la cintura a buscar plata para sostener lo que las Madres necesitaban. Y de la noche a la mañana, un cachetazo en la cara, diciéndome… Dice, y se calla. Dice diciéndome y no quiere decir traidor, ladrón, pobre tipo. Dice diciéndome y se calla. Mañana: Egos, pugnas y expulsiones: Así maneja Hebe de Bonafini a las Madres de Plaza de Mayo.