El macabro hallazgo de un perro que comenzó con una calavera y culminó con más de 300 cuerpos
Policía atrapó al dueño de un crematorio en Estados Unidos por no incinerar los cadáveres. Se desconoce la razón por la que habría cometido el terrorífico crimen.
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Como una película de terror. Un perro que venía paseando junto a su dueño en la ciudad de Noble, Georgia, en Estados Unidos, halló lo que al principio parecía ser una roca. Al examinar lo encontrado con detenimiento, el propietario del can se percató que el objeto era un cráneo humano.
De inmediato, reportó el hallazgo a la Agencia de Protección Ambiental, según lo informó el portal Wicked Horror. La Policía de la localidad ya tenía varias denuncias sobre hechos similares, por lo que decidió investigar en las instalaciones del crematorio Tri-State, encargado de incinerar a los difuntos del lugar.
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Al llegar al recinto, encontraron una escena de horror. Miles de ataúdes estaban apilados en las esquinas del negocio, algunos aún tenían las etiquetas en los pies que los identificaban. En total, las autoridades hallaron 339 cuerpos en diferentes estados de descomposición.
Los agentes arrestaron al dueño del crematorio, Ray Brent Marsh, quien había heredado la empresa por parte de su padre en los años 90.
Tras el hallazgo, la Policía se comunicó con las familias que habían incinerado a sus difuntos en el crematorio. Muchas de ellas solo habían recibido polvo de concreto.
Por otro lado, las autoridades informaron que del total de cadáveres hallados, únicamente 226 pudieron ser identificados mediante prueba de ADN, así que aún no han podido contactarse con algún familiar.
Marsh fue apresado y sentenciado a 13 años de prisión por los hechos, luego de declararse culpable de los cargos, pese a que los agentes todavía no han podido descifrar el motivo detrás de sus acciones, aunque se presume que el sujeto podría sufrir de problemas neurológicos.
En la cárcel, escribió una carta de perdón a los ciudadanos de Noble, quienes no quieren que el acusado vuelva a integrarse a su sociedad tras cumplir su condena.
“Da mucho miedo estar en la misma comunidad con una persona que pudo hacer eso”, señaló Helen McKin, una residente de la zona.




















