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Criogenia: la hija de unos científicos lleva cinco años congelada a -196 ºC tras su muerte

Una pareja de científicos tailandeses decidió conservar el cuerpo de su bebé después de que un cáncer cerebral paralizara su cuerpo. Confían en que “algún día” la ciencia permita revivirla.

Foto: News Beezer.
Foto: News Beezer.

Sahatorn Naovaratpong, un científico y empresario de Tailandia, tomó la decisión de congelar criogénicamente a su hija de dos años para que tuviera la oportunidad de vivir “algún día”. El caso llegó a los titulares mundiales en 2015 cuando la pequeña Matheryn Naovaratpong, conocida de cariño como Einz, se convirtió en la persona más joven del mundo en ser preservada por criogenia.

Se trata de un proceso real, aunque no se sabe si efectivo, que busca congelar un cuerpo y preservar sus órganos para que pueda ser resucitado en un futuro indeterminado. A una temperatura ideal, un cuerpo 'aguarda’ el momento en que pueda volver a la vida.

La biografía de Einz ha vuelto a sonar luego de que Netflix lanzara, el pasado 15 de septiembre, el documental Hope Frozen: A Quest to Live Twice, una pieza fílmica dirigida y coescrita por la periodista Pailin Wedel, junto con Nina Ijäs.

El documental revela a una familia en duelo que busca respuestas no solo del budismo, sino también de su profunda fe en la ciencia. (...) No solo permite que la audiencia reflexione sobre sus propias creencias, también nos hace considerar hacia dónde nos gustaría que se dirigiera la sociedad a medida que avanza la tecnología en este ritmo increíble", ha explicado la fotoperiodista y cineasta tailandés-estadounidense que produce regularmente películas para National Geographic, Monocle y The New York Times.

Pailin y su equipo pasaron más de dos años visitando a la familia Naovaratpong, quienes le permitieron filmarlos y entrevistarlos.

El doloroso diagnóstico de Einz

Hija del doctor Sahatorn y Nareerat —también científica—, Einz fue diagnosticada con ependimoblastoma, una forma de cáncer poco común, pero la más letal de todas.

Foto: Captura.

Foto: Captura.

Un tumor de 11 pulgadas estaba presente en el lado izquierdo de su cerebro, lo cual le produjo el estado de coma. Los médicos extirparon la mitad de aquella masa maligna y debieron perforar su cráneo para aliviar la presión en su cerebro.

Por un lado, Einz probablemente nunca despertaría. Incluso si se despertaba, todavía tenía que luchar contra el tumor agresivo. Después de todo, como nadie en el mundo ha podido vencer al ependimoblastoma, los especialistas aconsejaron a los padres que le quitaran el soporte vital.

Sin embargo, en una semana y contra todo pronóstico, Einz se repuso. Desde entonces la pequeña debió soportar 12 cirugías cerebrales, 20 tratamientos de quimioterapia y 20 sesiones de radioterapia. Además, perdió el 80% de su cerebro izquierdo, lo que paralizó el lado derecho de su cuerpo.

Para noviembre de 2014, el cáncer se había extendido a su tronco cerebral. El 8 de enero del 2015, la pequeña fue dada de alta del hospital. Estaba completamente consciente, pero lo que devino fue un episodio demoledor.

"Entre la familia y otros parientes jugamos con ella y la celebramos antes de liberarla del sistema de soporte vital, sacamos ese peso de sus hombros a las 18:18. Las células de cáncer y otras células de su cuerpo han sido guardadas para estudios posteriores”.

Expertos de Alcor Life Extension Foundation, con sede en Arizona, intervinieron en ese momento. Esta fundación ha realizado más de 130 criopreservaciones. La paciente con mayor edad sometida al procedimiento tenía 102 años. Einz fue la primera niña del mundo en ser criogenizada.

El método que aplicaron con ella es lo que Alcor llama un “neuro”: el encéfalo fue extraído y preservado, lo opuesto a lo que sucede cuando congelan todo el cuerpo. De acuerdo a un informe de Vice, un procedimiento de este tipo cuesta entre $ 80.000 al año. Preservar todo el cuerpo, en tanto, vale $ 200.000, “dependiendo de cuánto de tu cuerpo deseas mantener”.

En todo caso, el cerebro de Einz permanece guardado en un Bigfoot Dewar, un contenedor de acero inoxidable aislado y al vacío que está lleno de nitrógeno líquido, a -196 ºC. En ese depósito también hay una docena de otros cerebros.

La esencia de Einz descansa congelada en Arizona, a la espera de una cura para volver a tener un cuerpo.

La vida de una familia con “esperanza”

Desde el documental, la pareja ha dado la bienvenida a otra hija, llamada Einz Einz, que crece en compañía de su otro adolescente, Matrix. Nareerat, científica y esposa del doctor Sahatorn, ha afirmado que el nacimiento de esta niña la ha ayudado a “sanar enormemente”; aunque “no es un reemplazo”.

Los cónyuges siguen financiando la investigación del cáncer pediátrico. Han comprendido que las probabilidades de que su hija “pueda vivir otra vez” son escasas, aunque vienen recopilando fotos y grabaciones para que, “si ese día llegara", Einz pueda verlas.

"Fue nuestro amor por ella lo que nos empujó hacia este sueño de la ciencia. Seguramente nuestra sociedad se está moviendo hacia un nuevo tipo de pensamiento que puede aceptar esto”, dijeron a la BBC.

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