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Venezolanos disputan restos de comida con buitres y perros en un basurero de Brasil [VIDEO]

En video quedó captado el momento que un hombre rasgaba una bolsa con pedazos de pollo congelado sin condiciones de consumo, bajo la mirada de las aves de rapiña.

La severa crisis en Venezuela ha empujado a millones de personas a dejar su país para buscar un mejor futuro. La mayoría de los migrantes se han ido a países de la región, como Brasil.

Y fue precisamente en la nación amazónica donde se presenció un acto que simboliza, con suma dureza, el nivel de la crisis que padece Venezuela.

Un grupo de refugiados venezolanos montó una pequeña villa en el basurero municipal de Pacaraima, la ciudad brasileña en la frontera con Venezuela, en donde prácticamente disputa restos de comida con buitres y perros.

En unas seis pequeñas viviendas fabricadas con material de desecho y escondidas en un pequeño bosque en medio del basurero de Pacaraima, viven unos cuarenta refugiados venezolanos, según pudo constatar EFE en una visita al lugar, ubicado a unos 10 kilómetros de distancia de la frontera entre ambos países.

Pacaraima, el único paso en los casi 2.200 kilómetros de frontera terrestre entre Brasil y Venezuela, recibe diariamente unos 400 venezolanos que huyen de la crisis económica, política, social y humanitaria de su país.

Y muchos, sin recursos para continuar hacia Boa Vista, la capital del estado de Roraima, terminan estableciéndose en Pacaraima y sus alrededores, para vivir de lo que pueden, lo que ha generado tensión por el aumento de la violencia en la región y ha provocado hasta ataques xenófobos.

Pese a que aseguran que se dedican a rebuscar entre la basura latas, metales, cartones y otros materiales reciclables que pueden ser revendidos, los venezolanos establecidos en el basurero no esconden que también buscan comida para su propio consumo.

En 2019 Venezuela vivió otro año de crispación. Infografía: AFP

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Uno de ellos ni le importó ser filmado en el momento en que rasgaba una bolsa con pedazos de pollo congelado sin condiciones de consumo de la que emanaba un olor nauseabundo y de la que separó las que consideraba menos dañadas.

Las más podridas las arrojaba lejos e inmediatamente eran disputadas por perros y buitres.

Con información de EFE