Alana La Madrid: "La escena musical sigue siendo machista"
La actriz y cantante presenta el documental por los veinte años de la banda Catarsis. "Los grandes festivales no llaman a bandas de chicas", comenta.
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Alana La Madrid es vocalista y una de las fundadoras de Catarsis, la banda femenina que presenta un documental por sus veinte años. “La escena en Perú sigue siendo difícil”, nos dice. La actriz de cine y teatro acaba de terminar la temporada de Pieles, una obra que coincide con lo que llama un proceso de sanación. “Pararte en un escenario durante una hora y pico desnuda no es fácil. Pero el cuerpo es algo hermoso y artísticamente se puede mostrar”, comentó durante los ensayos.
La Madrid volvió a los escenarios luego de sufrir una intoxicación llamada DRESS que puso en peligro su vida y le causó secuelas en la piel. Continúa su tratamiento. “Mi maestro Ramón (García) me enseñó que el actor debe continuar. Y bueno, cuando casi te mueres, te dices: ‘esta oportunidad no la puedes perder’ y por eso me atreví. El día del estreno me dejó una imagen hermosa: las tres en el escenario con esa libertad y adrenalina. Finalmente, la piel es un vestuario”.
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En cuanto a la música, con Catarsis ha presentado el videoclip grabado en México de la canción Vitamina.
Después de Pieles, presentas el documental de Catarsis. ¿Cómo era la escena a inicios de los 2000? Son contemporáneas a Área 7, ¿no?
Claro, Área 7 es dos años antes, más o menos y hemos trabajado duro con ellas en varios festivales femeninos. Los festivales acá, bueno, sigue habiendo una escena machista, ¿no? Sigue siendo así. Los grandes festivales no llaman a bandas de chicas y eso que ahora hay bastantes. En comparación con cuando iniciamos, ahorita hay un montón.
Entonces, cuando vamos a un festival y aparecen solo dos bandas de mujeres, no corresponde a la cantidad de bandas que podrían ser convocadas.
Claro, y si aparecen, las ponen a las 11 de la mañana o la una de la tarde, donde no las ven. La gente no ha llegado. Dicen: ‘estamos poniendo el cupo mínimo de participación femenina’, que es una ley. Acá le sacan la vuelta un poquito a esa ley, ¿no? En el Perú es así; bueno, no pasa nada.
¿Lo hemos normalizado?
Sí. Creo que también hay mujeres machistas porque nosotras hemos sido criadas por abuelas o mamás que han criado a los hijos que se sentaban y comían mientras la hija estaba en la cocina. Al inicio, a nosotras nos decían que hacíamos música como hombres y nos hacían ver que eso era un halago. Nosotras estábamos acostumbradas a que nos dijeran eso: “tocan como hombres”. También que sea una banda de chicas era una novedad y la gente decía: ¡wow! Por un lado, es bonito, pero es una novedad porque no estamos acostumbrados.
¿Encontraron alguna diferencia en su gira por México?
Sí, bueno, nosotras somos feministas, en el sentido de que el feminismo busca la equidad; no somos feminazis. Recuerdo que cuando sacamos la canción No me silbes, que es contra el acoso callejero, lanzamos primero afiches y en las redes sociales nos insultaban, nos decían: “¡qué gordas!, ¡qué feas!” Las mismas mujeres decían: “piden estar en festivales, pero nadie las conoce”. Hay un montón de afiches de hombres y nadie les dice feos, gordos, chatos ni viejos (sonríe). A México nos fuimos por nuestro aniversario y no podíamos creerlo porque bailaban tanto las canciones que ni conocían.
¿Así fue la recepción desde la primera presentación?
Sí, pero nos daba miedo que fuera un público nuevo. Tocamos en un lugar emblemático, el Chopo, con historia rockera. Había diferentes bandas y públicos. Nos dijeron: toquen las canciones más fuertes que tengan. Pero nosotras somos una banda de pop-rock, no hacemos rock fuerte y pensábamos que nos iban a ‘matar’, pero la recepción fue buena.
¿Te has planteado escribir algo sobre tu proceso de salud?
No escribir, pero he pensado mostrar mi proceso; lo haré en un momento indicado porque nadie debería pasar por eso. Fue una reacción a una pastilla y está totalmente confirmada por biopsia y he sido una en un millón. Hay solo un caso registrado en el (Hospital) Rebagliati. Mi cuerpo sigue intoxicado y no me puede dar el sol. Recuerdo que el domingo que internaron a Ramón (García), él me llama y me dice: “Ahora me toca pasar por eso a mí”. Somos muy cercanos y estuvo pendiente de mí, es como un padre.














