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Elecciones

El Informante: El hombre del lapicito, por Ricardo Uceda

La alianza que no fue. Los primeros aliados de Verónika Mendoza. Vladimir Cerrón se queda solo. Quién es Pedro Castillo. La pelea por el flanco izquierdo. ¿Es posible un acuerdo entre radicales y moderados?

Castillo. Nadie daba un mango por él cuando Cerrón lo mencionaba a posibles aliados como candidato presidencial. “Le falta nivel”, decían unos. Foto: Antonio Melgarejo / La República
Castillo. Nadie daba un mango por él cuando Cerrón lo mencionaba a posibles aliados como candidato presidencial. “Le falta nivel”, decían unos. Foto: Antonio Melgarejo / La República

El 26 de enero del 2019, en el I Encuentro Voces del Cambio, en Huancayo, ocupaban el proscenio Vladimir Cerrón, Gregorio Santos y Verónika Mendoza, líderes de Perú Libre, el MAS y Nuevo Perú, los tres de inspiración marxista. En agosto habría una segunda conferencia y nuevamente aparecieron juntos, las manos enlazadas. Los asistentes sabían que su candidata presidencial en el 2021 sería Verónika Mendoza. Para permitirlo ella había renunciado al Frente Amplio, donde Marco Arana jamás perdería el titularato. Y Verónika caminó, desde el mundo ecológico-personal de Arana, hasta el bolsón de los humanos más pobres, de las organizaciones sociales, de los inconformes con el sistema. A ellos había que ofrecerles el cambio de la Constitución y del modelo económico, como mínimo.

La otra izquierda

Sin embargo, en las elecciones del 2021 Mendoza terminó representando a otra izquierda: al sector que ella trajo del Frente Amplio, a los antiguos partidos comunistas PC y Patria Roja con las bases sindicales influidas por ambos. También a centroizquierdistas que trabajaron con Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK y Susana Villarán, defensores de los derechos LGBTI. A ellos no se les prometió, por el momento, cambiar la Constitución ni el modelo económico. A diferencia de los izquierdistas anteriores, para quienes Nicolás Maduro es un referente, Mendoza llamó dictadura al régimen venezolano. Al cabo de la primera vuelta, el sector más radical, representado por Pedro Castillo y Perú Libre, obtuvo la primera mayoría, doblando los votos de la candidata de Juntos por el Perú.

–Verónika nos regaló el flanco izquierdo –dijo un dirigente de Perú Libre–, y lo aprovechamos al máximo.

–No es así –dice un dirigente de Juntos por el Perú–. Más que a un sector político, Castillo representa una identidad sociológica: un campesino con su sombrero y su lapicito.

Revisando lo ocurrido, Verónica Mendoza sí quiso representar al flanco ubicado a su izquierda, pero pensó que se había quedado descabezado. Cuando apareció el competidor, un maestro rural con fama de amigo del Movadef, lo subestimó.

El no a cerrón

El fundador de Perú Libre es el neurocirujano Vladimir Cerrón, dos veces gobernador de Junín. Su padre, vicerrector de la Universidad Nacional del Centro, fue asesinado en 1990, presumiblemente por militares. A su regreso de Cuba, donde estudió Medicina, construyó el principal partido izquierdista en la región. En Junín obtuvo las firmas para inscribirlo como organización nacional. En 2018 lanzó a Ricardo Belmont a la alcaldía de Lima y al año siguiente obtuvo el 3.4% del voto en las elecciones parlamentarias. No logró una bancada, pero supo que podía negociar con la apocada izquierda tradicional, poblada por clubes sin registro. Su talón de Aquiles era una acusación por autorizar, cuando fue gobernador, el pago a una empresa de saneamiento. En El Informante del 14 de julio del 2020 hay una detallada explicación de la inconsistencia de esta denuncia.

En 2019 Cerrón logró un acuerdo con Verónika Mendoza para apoyar su candidatura presidencial bajo el lápiz de Perú Libre. Cuando el médico declaró en RPP su rechazo a que dos homosexuales se besaran en la calle, hubo una indignada protesta en las filas de Nuevo Perú, que precipitó renuncias de dirigentes mujeres. Entre ellas Marisa Glave Indira Huillca y Tania Pariona. Mendoza, sin embargo, aguantó a pie firme las objeciones. La alianza persistió. Mantenía conversaciones con Juntos por el Perú, una franquicia electoral en manos de Yehude Simon, del Partido Humanista, en la que estaban los dos Partidos Comunistas y sus bases, la CGTP y el SUTEP. Pero entonces Vladimir Cerrón fue sentenciado, y Verónika Mendoza declaró que no podía ser compañera de ruta de alguien comprometido con la corrupción.

Lo que falta saber

Así que Cerrón se quedó solo con su partido Perú Libre. Gregorio Santos, uno de los actores del 2019, también fue sentenciado por corrupción. Walter Aduviri, un líder radical aimara, posible aliado de los radicales, terminó preso. El campo estaba libre para el liderazgo de Mendoza, quien anudó su alianza con los PC en Juntos por el Perú, donde, luego, Yehude Simon terminó marginado. Fue entonces cuando Cerrón sacó de la manga al hombre que acaba de ganar la primera mayoría en las elecciones.

El profesor Pedro Castillo, de 51 años, no era conocido nacionalmente hasta 2017. Ese año encabezó una coordinadora de sindicatos magisteriales que en abierta pugna con el SUTEP, controlado por Patria Roja, lanzó una huelga nacional. Estas bases se hallaban fuertemente influidas por el Movadef, un movimiento de Sendero Luminoso. El Movadef apoyaba a Castillo, pero este no les pertenecía. Había sido rondero en Cajamarca antes de convertirse en maestro. Representando a Perú Posible postuló sin éxito a una alcaldía distrital en 2002. Hijo de católicos fervientes, vive en esa tradición, y puede persignarse antes de iniciar un viaje.

Nadie daba un mango por Castillo cuando Cerrón lo mencionaba a posibles aliados como candidato presidencial. “Le falta nivel”, decían unos. “Es muy radical, lo van a destrozar por sus amistades con Movadef”, opinaban otros. Cerrón respondía que se necesitaba a alguien que no solo fuera antisistema sino que lo pareciera. Además, en todo el país lo apoyarían los maestros que detestaban a Patria Roja. Parece que tuvo razón. Ahora falta saber si la dupla Castillo-Cerrón estará dispuesta a ceder en su programa de estatización de la economía, de recorte al esquema liberal de libertad de prensa, de apoyo a las dictaduras latinoamericanas, para conciliar con los izquierdistas limeños que obtuvieron ocho por ciento. O si estos posponen la perspectiva de género o la lucha por el matrimonio gay a cambio de tentar el gobierno con una compañía más popular.

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