Arancel de Trump al cobre inquieta a Perú y Chile por posible efecto rebote desde China
Expertos como Carlos Casas, Jorge Zaconetti y Alonso Macedo advierten que, aunque EE.UU. no es el principal destino del cobre peruano, el impacto global podría sentirse pronto si se reconfiguran los flujos hacia China.
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En el mundo de los metales industriales, pocos nombres pesan tanto como el cobre. Y desde que Donald Trump anunció un arancel del 50% a su importación, el llamado “metal rojo” volvió a convertirse en protagonista, no por sus cualidades eléctricas ni por su rol en la transición energética, sino por su nuevo valor geopolítico.
El anuncio, hecho bajo el argumento de proteger la “seguridad nacional” de Estados Unidos, ha sacudido los mercados globales y puesto en alerta a Chile, el mayor proveedor extranjero de este recurso, y Perú, pese a que los envíos no se comparan con los destinados a China.
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Y es que más que la medida en sí, lo que sorprendió fue su magnitud. Un informe de Boston Consulting Group (BCG) calculó que el nuevo gravamen podría sumar US$8.600 millones al costo del cobre en bruto y refinado importado, sin contar el impacto adicional si se extiende a productos derivados.
Arancel de Trump sin techo ni plazo: el riesgo de la Sección 232
Trump justificó la medida con la Sección 232 del Trade Expansion Act de 1962, la misma que usó en 2018 para imponer tarifas al acero y al aluminio. Este marco legal permite imponer aranceles sin tope de tasa ni límite de duración, si se considera que un producto amenaza la seguridad nacional.
Además, alcanza a sus derivados, lo que sí podría afectar directamente a los US$910 millones que Perú exporta en cobre refinado y manufacturas a EE.UU., equivalentes al 10% del total vendido a ese mercado. ¿Quiénes ganarían? Las empresas presenten en territorio estadounidense.
La norma, sin embargo, permite negociar exenciones caso por caso, como ocurrió anteriormente con Canadá y México (excluidos), o imponer cuotas en lugar de aranceles, como se hizo con Japón, Corea del Sur y el Reino Unido.
En términos prácticos, Washington busca encarecer el cobre importado para estimular su producción local. Pero según Alonso Macedo, economista del Instituto Peruano de Economía (IPE), “eso no va a pasar en el corto ni mediano plazo. Abrir nuevas minas, refinerías o plantas procesadoras toma años, incluso décadas”.
Lo inmediato, afirma, será una subida en los precios dentro de EE.UU. “Las empresas estadounidenses simplemente accederán a un metal más caro. Eso afectará sus costos, su rentabilidad y eventualmente a los consumidores”.
Para Perú, el efecto directo es reducido, porque EE.UU. representa apenas el 3,7% de nuestras exportaciones de cobre y derivados.
“No vamos a dejar de venderle, porque no tienen con qué reemplazar la oferta en el corto plazo. Pero sí se ha visto una reacción: el precio del cobre en EE.UU. ha tocado máximos históricos por compras anticipadas”, explicó.
Ese efecto, aclara, será transitorio.
En la Bolsa de Metales de Londres, el cobre a tres meses cayó 0,4%, y en la Bolsa Comex se cotizaba a US$ 5,796 por libra, con una prima del 30%. Se espera que tras el 1 de agosto el precio regrese a niveles más cercanos a los US$ 4 por libra.
Más allá del corto plazo, Macedo enfatiza que el verdadero riesgo para Perú está en una eventual desaceleración global:
“Si EE.UU. entra en una guerra comercial y se afecta China o la UE, también salimos perdiendo. China es nuestro principal comprador de cobre”, sentencia.
Impacto del arancel al cobre en Perú
Desde Lima, la lectura es más matizada. Jorge Manco Zaconetti, economista e investigador de la UNMSM, remarcó que el impacto directo sobre el Perú será mínimo, dado que el grueso de las exportaciones mineras —especialmente el cobre— se dirige hacia China, Japón y Corea del Sur, no a Estados Unidos.
“La producción de Cerro Verde, donde participa Freeport-McMoRan, es prácticamente la única que tiene como destino a EE.UU. Ahí estamos hablando de unas 240.000 toneladas al año”, explica a La República.
No obstante, Carlos Casas, profesor de Economía de la Universidad del Pacífico e investigador CIUP, advierte que el verdadero impacto podría sentirse más adelante, puesto que la imposición de aranceles sí puede afectar la competitividad y modificar los flujos globales de comercio.
“Probablemente busquemos otros mercados, pero si la medida afecta el mercado internacional tendríamos problemas en el mediano plazo”, señala.
En cuanto al contexto actual, considera que se trata de una coyuntura favorable para Perú: tenemos precios muy altos del cobre y del oro. Aunque históricamente estos dos metales solían moverse en direcciones opuestas, hoy ambos suben a la par.
“El cobre por su posición estratégica, y el oro porque se va convirtiendo también en un activo refugio ante el debilitamiento del dólar. Se está dando lo que se llama un flight to quality, en donde se reacomodan los portafolios hacia activos de menor riesgo”, indica.
Sin embargo, el experto también alerta sobre los efectos colaterales: “El precio elevado del oro está generando el problema de la minería ilegal y el aumento de las economías ilegales, especialmente porque países como China o India, y los bancos centrales, están comprando grandes volúmenes”.
Chile en alerta por arancel de Trump
Rodrigo Vergara, expresidente del Banco Central de Chile e investigador del CEP, advirtió que el nuevo arancel de 50% anunciado por Donald Trump al cobre no debe ser subestimado.
Aunque hasta ahora los efectos han sido acotados, “eso no significa que no vayan a crecer con el tiempo”, señalaba durante un evento de XTB sobre inversiones y tensiones geopolíticas según El Mercurio.
“Chile tiene una economía pequeña y abierta. Un arancel de esa magnitud evidentemente nos afecta. Hay que tener cuidado antes de sacar conclusiones optimistas”, subrayaba.
Si bien EE.UU. representa el 15,7% de las exportaciones chilenas —y el cobre apenas la mitad de ese total—, Vergara insistió en que una guerra comercial sí tiene impactos reales, aunque se demoren en aparecer.
Sobre el contexto local, estimó que los efectos podrían sentirse hacia fines de 2025 o inicios de 2026.























