Ni, ni, ni sé lo que soy
“Se nace a la mañana con el block en blanco y al cierre se muere en la noche cuando el material es enviado. El resto de las personas nacen y mueren una sola vez, mientras que los periodistas nacemos y morimos todos los días, hasta el final”.
Escribe Danilo Arbilla
“Se nace a la mañana con el block en blanco y al cierre se muere en la noche cuando el material es enviado. El resto de las personas nacen y mueren una sola vez, mientras que los periodistas nacemos y morimos todos los días, hasta el final”. Don Danilo Arbilla, recordado expresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) leyó estas líneas esta semana, al ser condecorado por el gobierno de Uruguay, su país, por su trayectoria como periodista y su lucha por la vigencia de la libertad de prensa, pilar fundamental de todo Estado democrático. Esta distinción se dio durante los actos celebratorios por el Día Mundial de la Libertad de Prensa y a ellos asistió una delegación de la SIP. Publicamos la última columna de Arbilla como un homenaje a su trayectoria.
Tengo un entrevero. Y las elecciones francesas no me facilitaron nada. Ni tampoco la invasión rusa a Ucrania.
Yo soy liberal; es lo que creo. ¿Neoliberal? Creo que soy anterior, pero no sé. ¿Desde cuándo empezaron estos? ¿En qué momento desplazaron de las pancartas a los “fascistas”? Según panfletos, comunicados y sesudas y engoladas reflexiones, neoliberal es el mayor invento idiomático, incluye todo: fascista, nazi, oligarca, capitalista, explotador, imperialista, abajo el FMI y yanquis “go home”.
No sé si soy de izquierda, de centro o de derecha o si soy ultra para algún lado, aunque los “ultras” parece que solo corren por la derecha.
Fíjense en Francia. Macron -centro derecha- clasificó sin mucha luz en la primera vuelta. Pero ya en la segunda Macron le guiñó el ojo a la izquierda. Muy francés. Marine Le Pen la contrincante, en cambio, facilitó más las cosas. Es derechista (ultra), racista, anti Europa (unida), y amiga de Putin. Entre los racistas, los nazis ocuparon el podio. Al papá de Marine le gustaba esa gente y lo declaraba. Si es así, y Marine es derechista, yo sería de izquierda. Pero sucede que los nazis y los árabes eran socios contra los judíos. Y hoy en el Medio Oriente los más representativos de esta tendencia -OLP, Hamas, Sirios- están en contra de la existencia del estado de Israel, nada menos. Y esta gente recibe el apoyo de toda la izquierda y el progresismo en muchos países de Europa y sobre todo en América Latina. El Foro de San Pablo está en esa línea. Si por ahí va la izquierda, yo sería de derecha.
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Lo que más confusión crea es que Le Pen es amiga de Putin. Y que este también lo era de Trump y medio amigo de Bolsonaro. En función de esto entonces, yo sería de izquierda.
Pero sucede que Putin es amigo íntimo y ayuda y respalda a las dictaduras izquierdistas y progresistas de Venezuela, Nicaragua, Cuba, además de a sirios, OLP y Hamas. Si Maduro, Ortega y los castristas son la izquierda, yo soy de derecha, sin dudas. Cristina Fernández de Kirchner es amiga de Putin, pero yo no sé si el kirchnerismo peronista y menemista es de derecha o de izquierda. Quedo en falsa escuadra, más que Alberto Fernández en la presidencia. Por ahora también me confunden el chileno Boric, el peruano Castillo y algunos centroamericanos que van y vienen.
Vayamos a algún caso individual para clarificar. Lula, que algún guiño le hace a Putin, es el padre, tutor, guía, santificador de Cristina, Nicolás, Daniel, Evo, Cuba, nuestro Frente Amplio, Boric, el Foro y fundador del PT. Lula es de izquierda y dadas “sus juntas”, yo soy de derecha. Y sin salirnos de Brasil, si hablamos de Odebrecht, una multinacional, la mayor sobornadora del continente, nadie puede considerarla de izquierda. “Si es de izquierda no es corrupto, si es corrupto no es de izquierda”. A partir de esta máxima diría que Odebrecht es de derecha y yo de izquierda. Quizá con reparos, eso sí, porque Lula, que es de izquierda, era amigo y decididamente un introductor y promotor de Odebrecht.
No sé para dónde agarrar.
Voy a aferrarme al liberalismo, el que defiende la libertad en todos los campos. Que sabe que su verdad no es absoluta, ni la única y que solo es intolerante con la intolerancia.
Wilson Ferreira hace muchos años, cuando aún estaba en Europa y no podía regresar, me dijo: “El exilio me ha enseñado una cosa, que no hay gente de izquierda o gente de derecha, sino que lo que hay es gente honesta o gente deshonesta”.