Día del poeta peruano: tres poemas de autores nacionales sobre el fútbol
Carlos Germán Belli, Blanca Varela y Juan Parra del Riego son algunos poetas peruanos que le dedicaron versos al deporte más popular en nuestro país.
Un 15 de abril de 1938 murió en París el más grande poeta de la literatura peruana: César Vallejo. Para honrar la memoria del vate trujillano, en 1985 se estableció la fecha de su deceso como el Día del Poeta Peruano, con el propósito de celebrar no solo al autor de Los Heraldos Negros, sino también a todos aquellos que, en nuestro país, le cantan a la vida, al amor, la naturaleza e, incluso, al fútbol.
Si bien el balompié guarda poca relación, por su naturaleza misma, con la literatura, no son raros los casos de autores que se declararon hinchas confesos de clubes tradicionales: desde Julio Ramón Ribeyro y Antonio Cisneros, hasta Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa. En poesía, algunas de las más destacadas composiciones sobre el ‘deporte rey’ en nuestro país provienen de la pluma de tres destacados escritores: Juan Parra del Riego, Blanca Varela y Carlos Germán Belli, cuyas creaciones repasamos a continuación.
EL GUARDAMETA (Carlos Germán Belli)
Por velar el arco
del verde campo del fútbol,
por aquel del universo
sumo ser animado,
como los aires, la piedra o las aguas semejante,
e inerte, fijo, sin vida, tres palos colocados
en los linderos del orbe por donde se entra o se sale
ya mañana, tarde, noche, de estación en estación,
tú desdeñas fríamente,
sin pensar jamás dos veces,
el peso del centroforward
que el cielo te reservaba
por ser hijo primogénito de la familia terrestre
y elaborado en el seno de los gérmenes supremos,
con óptimo patrocinio y el mayor de los primores,
tal si fueras destinado a vivir eternamente.
Y te olvidas por completo
de ti mismo y de tus deudos,
que están vivos y no son
este arco que tú vigilas,
que nunca ríe y no habla y no se mueve un centímetro,
para siempre indiferente a tus mil preocupaciones
en torno al balón ferroso de los mal aviesos hados,
en tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas,
mirándote todos mustios
como velas noche a noche
tu arco más inanimado
que la piedra, el agua o el aire.
Fútbol (Blanca Varela)
juega con la tierra
como con una pelota
báilala
estréllala
reviéntala
no es sino eso la tierra
tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño
la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella
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LOA DEL FÚTBOL (Juan Parra del Riego)
¡La pelota ríe y canta!
¡La pelota zumba y vuela!
Y es polvo una serpiente de algodón que se levanta
tras el ágil jugador que de un salto se revela.
¡La pelota ríe y canta!¡La pelota zumba y vuela!
Y es la tarde que va abriendo su sombrilla de colores
sobre el campo donde están los jugadores
entre el marco de la fiesta popular:
treinta mil caras que ríen y mujeres con sus trajes
que en el viento son mensajes
que no sé dónde se quieren, tan nerviosos, escapar.
Mas de pronto suena el pito
que prepara la partida.
Todos callan… se oye un grito
y es al fin la acometida
en que salta la pelota,
que se va como bailando de pie en pie
por los aires una jota
de acrobática alegría que uno casi apenas ve.
¡Jugador de blanca y roja camiseta
que, de pronto, arrebatado,
zigzaguea, jubiloso la gran Z
de un ataque combinado
junto al otro, que al cruzársele en un paso de emoción
cae al suelo y, trémulo, ¡ay…!
se levanta otra vez como de una eléctrica impulsión.
Pero suena el breve pito de un offside
y de nuevo va rodando la pelota
que ya traza un arco iris momentáneo sobre el cielo,
o epiléptica, rebota
en los pies que hacen con ella como encajes por el suelo.
Mas ahora, azul y blanco, otro adversario
se la lleva… se la lleva… se la lleva…
se emociona allá el goalkeeper solitario,
pero surge el back, que al salto que lo eleva
un instante es sobre el sol una escultura
mientras ya, como un cohete volador,
la pelota, que se queda como un astro por la altura,
otra vez cae en el suelo con un ruido de tambor,
y de nuevo se levanta
con su eléctrico vaivén…
(En la tarde ya se va la luz que canta…
Vuelan pájaros al norte… por el cielo corre un tren…)
y a un aplauso que, de pronto, hierve en toda la tribuna,
cual si fuera un taponazo de botella de champán
la pelota va a decirle no sé qué cosa a la luna
que al volver llega riéndose con su pen, pin, pen, pan, pan…
Y ya loca, loca, loca,
de su alada ligereza,
tiembla, silba, fuga y choca
de ese tórax a esa espalda, de esa espalda a esa cabeza,
hasta que, ávida en la luz, nerviosamente
y de un grupo que es un drama de oro y tierra bajo el sol,
se va como una estocada de repente
y es un… ¡goal!
En el foot-ball todo es clara poesía,
luz de sol, viento viril y panorama
que le pone a uno en la risa azul del día
todo fresco el corazón, como una rama.
Epopeya fraternal del Movimiento,
es la vida con su múltiple aletazo creador:
drama, música, paisaje, sol violento,
geometría que se mueve en la pelota por el viento
y pintura que en el suelo multiplica su color.
Fiesta mágica del Músculo,
es América que hoy grita ¡anunciación!
con su gran trompeta de oro ante el crepúsculo
de esa Europa roja y negra de la cruz y del cañón.
Y guardadme ahora un secreto que os revelo,
yo no sé si por encargo de Rubén o de Perrault:
que la luna es la pelota de fút-bol que está en el cielo
para ese otro futbolista de colores,
que en las tardes es el sol.