Sueño cumplido. Naomi tuvo su partido más difícil ante Kvitova, pero se terminó imponiendo 7-6, 5-7 y 6-4 para ganar el Abierto de Australia, su segundo Grand Slam, y ser la primera asiática en trepar al número de la ATP. ,Melbourne Como una estrella en el firmamento, Naomi brilla en una pista de tenis. No importa si está ganando o perdiendo, ella siempre brilla. Ya sea por su talento o su determinación por cumplir su máximo anhelo: ser feliz practicando el deporte que tanto ama. “Es un sueño”, repite mientras recibe el trofeo del Abierto de Australia, el segundo Grand Slam de su corta carrera profesional (el primero fue el US Open). Cierra los ojos y recibe los aplausos del Melbourne Park, un merecido homenaje que realizó el público a la japonesa de 21 años. Inmediatamente después sonríe, quizás recuerda que es la primera asiática en llegar a la cima del tenis mundial, pues gracias a su victoria a Petra Kvitova por 7-6(2), 5-7 y 6-4 en la final del primer Grand Slam del año, se posicionó como la número uno del ranking mundial del WTA. PUEDES VER WWE Royal Rumble: Ronda Rousey defiende su título femenino de RAW ante Sasha Banks Naomi tiene una historia particular. Su padre es haitiano y su mamá japonesa. Ella nació en el país nipón, pero cuando cumplió los 3 años de edad sus padres decidieron radicar en los Estados Unidos y fue Nueva York la ciudad que albergó a la familia Osaka. Fue ahí donde aprendió los secretos del tenis y conquistó los innumerables títulos que le sirvieron para ser considerada una promesa. Pero para ella los halagos son algo pasajero, por eso siempre sonríe cuando le repiten que es la mejor del mundo. Naomi es admiradora de Serena Williams, confiesa que creció viendo cómo la menor de los hermanos Williams se consagraba en lo más alto del tenis mundial. Por ese motivo, lloró cuando ganó a la estadounidense en el Abierto de Estados Unidos. Había humillado a su ídolo. Como las parábolas bíblicas, la promesa se cumplió en realidad. Naomi debía ganar a Petra Kvitova para seguir brillando. Eso le repetía el mundo entero y ella sabía que era la oportunidad perfecta para demostrar que los sueños sí se pueden convertir en realidad. PUEDES VER Daniel Ahmed: "No se lograron los resultados, pero el futuro de los jugadores si" El desarrollo del partido fue cuesta arriba para la japonesa. Siempre estaba por debajo en el marcador. Petra celebraba cada punto como una victoria, jugaba psicológicamente con Osaka. En el segundo set se puso a llorar, no podría más. El encuentro estaba empatado, un set para cada tenista. Petra se sentía ganadora, saboreaba la victoria. Naomi se tapaba la cara con una toalla, quería alejarse del mundo, encontrar un minuto de tranquilidad para recordar que su felicidad es jugar. En la reposición del partido, Naomi demostró que es una luz que brilla en medio de la oscuridad. En el último servicio se quedó con el punto, con el torneo, con el número uno del ranking mundial. Se arrodilló, lloró, miró al cielo y agradeció al público por su apoyo. A partir de hoy empieza a construir una nueva historia con su luz.