¿Cuándo se celebra la fiesta de la Virgen de Guadalupe?
La conmemoración a la también llamada ‘Morenita del Tepeyac’ es un acontecimiento colosal en México. ¿El punto de encuentro? La Basílica de Guadalupe (CDMX). ¿Cuál es la fecha de esta fiesta religiosa?
La Virgen de Guadalupe es considerada un símbolo en México. Su celebración, por tanto, ocupa un espacio central en los calendarios de los devotos: anualmente la Basílica de Guadalupe concentra a más de 7 millones de personas y, durante el resto del año, las visitas sobrepasan los 20 millones.
Además de las plegarias, el festejo en torno a la ‘Morenita del Tepeyac’ involucra color y música. El ambiente cultural se eleva de tal modo que el Congreso de la Nación ha tenido que declarar este día como fiesta nacional. ¿De qué fecha se trata?
Virgen de Guadalupe: ¿cuándo se celebra?
Esta gran festividad se conmemora cada 12 de diciembre. La Ciudad de México se convierte así en el hogar de miles de fieles, tanto así que en 2011 se inauguró la plaza Mariana con el fin de recibir a los peregrinos que arribaban de todas las partes del mundo.
Fue en 1667 que el Papa Clemente IX instituyó esta fecha como el día en honor de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, fue hasta 1824 que el Congreso de la Nación lo declaró como fiesta nacional.
En 1910 el papa Pío X nombró a la Virgen de Guadaluoe como la patrona de América Latina. Foto: EFE
Historia de la Virgen de Guadalupe
El culto a la Virgen de Guadalupe empezó hace 491 años, cuando Juan Diego Cuauhtlatoatzin, campesino originario de la región conocida como Gran Chichimeca, le informó al primer obispo de México, Juan de Zumárraga, sobre el pedido de la virgen: edificar un templo.
Ante la incredulidad de la autoridad religios, la matrona de México le pidió a Juan Diego que en su ayate (tela rala de algodón) colocara las flores que hizo brotar en pleno invierno en el cerro de Tepeyac, donde no crecen flores. Fue así que el 12 de diciembre de 1531, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue revelada a lo ancho del ayate mientras caían las flores que ella misma hizo que brotaran.
Oración a la Virgen de Guadalupe
¡Oh, Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo, escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos, ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, señora y madre nuestra. Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
La Virgen de Guadalupe se encuentra en la Basílica Santa María de Guadalupe. Foto: aciprensa
Contempla esta inmensa mies e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza. Con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del amor hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a él mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el sacramento de la penitencia, que trae sosiego al alma. Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la Tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.