¿Cómo surgió El Botecito, uno de los pocos prostíbulos que siguen en funcionamiento?
Ubicado en la famosa zona rosa del Callao, este burdel tiene más de 50 años de funcionamiento. La República conversó con los dueños para saber cómo sobrevivió a la pandemia.
Desde hace mucho tiempo, las personas acuden a los servicios de las trabajadoras sexuales y, a pesar de que hoy en día las formas de acceder a sexo han variado, la antigüedad y experiencias de algunos prostíbulos prevalece. Este es el caso de El Botecito, uno de los pocos establecimientos que se mantienen con vida.
Para llegar a este lugar, hay que pasar por varias cuadras que llevan hacia una playa en la que también se encuentran otros dos prostíbulos, como El Trocadero y La Salvaje. Sin embargo, solo el área de El Botecito supera los 2.000 m².
Para conocer de este lugar, La República conversó con el gerente, al cual identificaremos por sus siglas J. H., que está a cargo de este negocio desde el 2011.
¿Cómo surgió El Botecito?
El señor J. H. cuenta que este negocio nació en 1966, lo que lo convierte en uno de los burdeles más antiguos del distrito chalaco. Su propósito era brindar un espacio en el que las mujeres ofrecían sus servicios sexuales a cambio de dinero. Comenzó con el nombre de Ají Picante y se instauró en Santa Marina, en el Primer Puerto. Por designaciones municipales, este prostíbulo se trasladó a la avenida Argentina (alejado de casas, colegios e iglesias), a lo que hoy conocemos como la zona rosa del Callao.
En ese año, el abuelo del gerente era quien quería crear el negocio, pero no pudo inscribirlo a su nombre, ya que por aquella época se pensaba que los hombres relacionados a este rubro podían estar ligados al proxenetismo, por lo que tuvo que ser inscrito con la identidad de la hermana de él.
En aquel entonces, existían pocos prostíbulos y la prostitución callejera era mal vista, por lo que abrir este espacio significó un boom para el negocio. Según comenta, fue tanta la afluencia de personas que visitaba el lugar que cada mujer podía llegar a ofrecer sus servicios a 100 clientes en una sola noche.
“Antes no había prostitución callejera, no había hostales, las personas eran más ‘sanas’. Tenían sexo después del matrimonio”, menciona J. H.
En sus inicios, el local contaba con 170 habitaciones, divididos en cuatro largos pabellones. Los hombres que visitaban este lugar, a quienes se les denomina como ‘parroquianos’, hacían largas colas en la playa de estacionamiento para poder ingresar al establecimiento.
En los primeros años de El Trocadero, al menos 2.000 personas podían llegar a visitar al día este lugar. Foto: captura TVPerú
Cuando llegaban los clientes, ellos sabían lo que querían hacer y con quién, por lo que los conocidos bailes y shows que ofrecían algunos prostíbulos, como Las Cucardas, no eran parte del servicio.
Con el tiempo, el negocio evolucionó y se pasó a establecer una entrada para los clientes, que se cobra hasta ahora.
¿Cómo El Botecito sobrevivió a la pandemia?
Cuando el expresidente Martín Vizcarra declaró el estado de emergencia por la COVID-19, como todos, el gerente pensó que serían 15 días de descanso, pero la pandemia se terminó extendiendo por dos años, en los que el establecimiento tuvo que cerrar.
Al inicio, los dueños y sus trabajadores pudieron sobrevivir con los ahorros que guardaron y tenían claro que eventualmente todo se podría reabrir. “El sexo siempre vende y siempre va a vender. Es una necesidad básica. Si tenemos el permiso y la infraestructura, sabíamos que tarde o temprano se iba a reactivar”, comenta J. H.
Finalmente, los contagios fueron bajando y, en la reactivación económica que estableció el Gobierno, ellos se encontraban en la cuarta etapa.
En septiembre del 2021, la administración fue a hablar con la municipalidad para obtener el permiso de funcionamiento y, una vez conseguido, solo les quedó remodelar el local y realizar su plan covid para, finalmente, un 28 de diciembre de 2021, reabrir.
“El primer día hubo unas 20 chicas y pocos clientes. Luego, se pasaron la voz como no tienes idea, aun con restricciones. Funcionábamos solo con dos pasadizos de los tres. En ese entonces no podíamos superar el aforo, 120 personas, incluyendo clientes y chicas”
Actualmente, se paga un costo por la entrada y las trabajadoras sexuales laboran con una tarifa estándar de 40 soles para arriba. Cuenta con 141 cuartos disponibles que cada chica puede alquilar, siempre y cuando tengan su examen de enfermedades de transmisión sexual mensual al día.
“El promedio (por cliente) es 20 minutos, pero hay mujeres que los sacan en 10. No sé qué cosas harán, son expertas. Pero un cliente también puede decirle que quiere tanto tiempo y ella les pone una tarifa”, agrega J. H.
Actualmente, 'El Botecito' cuenta con 141 habitaciones vigentes. Foto: Renato Morales / LR