En esta crítica analizaremos una película que se adentra al amor más puro y en el prejuicio más irracional. ,Dirección: Álvaro Delgado Aparicio Guion: Álvaro Delgado Aparicio y Héctor Gálvez Música: Harry Escott Fotografía: Mario Bassino Reparto: Junior Bejar Roca, Amiel Cayo y Magaly Solier Puedes leer: “La mejor decisión que tomamos fue grabar en quechua” Sinopsis: Retablo es la historia de Segundo Paucar, un chico ayacuchano de 14 años que quiere ser retablista y está siendo entrenado por su padre, quien es un maestro reconocido. Camino a una fiesta patronal, Segundo observa casi por accidente a su padre en un acto que hace que su mundo se le venga abajo. En un entorno conservador, Segundo tratará de convivir en silencio con todo lo que le sucede tratando de reconstruir su propio retablo familiar y continuar con su vida Crítica: ‘Retablo’ es una película con un universo propio e íntimo. La trama nos desarma y conmueve adentrándonos a una historia que no se habla en muchos lugares del interior del país por desconocimiento y por miedo. El drama se equilibra entre la tradición y los prejuicios, pero su mensaje central es el amor, en cualquiera de sus formas, en una sociedad conservadora. Personajes: Segundo, interpretado por Junior Bejar, es un adolescente que recién va abriendo los ojos al mundo y se topa de manera temprana ante un secreto, que más que un secreto, es un pecado ante su mirada. Bejar es un actor que sin decir mucho expresa todo. Alejándose de cualquier pretensión logra que aceptemos y empaticemos con su personaje. Amiel Cayo interpreta a un padre cariñoso y Magaly Solier a una madre encargada del hogar y de mantenerlo unido. Ambos son quienes brindan la experiencia actoral, el peso dramático necesario y se convierten en los pilares de la cinta, mostrándonos la estructura familiar y tradicional de la película. Los demás personajes representan el machismo tóxico que es el antagonista tácito de la película. Director: Álvaro Delgado-Aparicio escribió y dirigió ‘Retablo’. Un riesgo que no dudó en tomar en el 2016, y que lo ha llevado a ganar distintos premios en los festivales más importantes del mundo, entre ellos, el ‘Teddy Awards’ del Festival de Cine de Berlín. El novel director se inspiró en estas cajas adornadas de flores que en su interior resguardan recuerdos y festividades para brindarnos una de las cintas más desgarradoras de los últimos años. Gracias a fondos y filtros internacionales este largometraje tuvo la oportunidad de tener una preproducción y una postproducción de primera. Delgado- Aparicio logró realizar una cinta sincera sin caer en clichés y aprovechando todas las oportunidades que tuvo en el camino. Algo que muy pocas películas nacionales han tenido la suerte de tener. Por otro lado, Mario Bassiano, el director de fotografía, capturó el paisaje y los colores de la sierra ayacuchana aprovechando la luz natural que acompaña planos y encuadres encargadas de contar la historia por sí mismas. Bassiano usa al retablo como un portal hacia la realidad y la fantasía convirtiéndolo en un testigo de la tragedia. ‘Retablo’ es única en su especie Fue grabada, en casi, su totalidad en quechua, respetando un dialecto milenario y poético que va perdiendo difusión en el país, pero que sigue manteniéndose fuerte en sus raíces. La cinta logra romper las barreras del idioma y de la homofobia contando una historia que sigue ocurriendo en diferentes partes del Perú, y como no, del mundo. Recordemos que desde el estreno de ‘No se lo digas nadie’ (1998), primera película con temática gay hecha en el Perú, hemos tenido grandes obras como ‘Contracorriente’ (2010) y ‘Sebastián’ (2016) que dejaron huella en festivales y en la historia del cine peruano; Pero el tema LGTB en escenarios andinos ha sido pocas veces visto en películas nacionales a excepción de ‘Pecado’ (2009), del recordado Palito Ortega. Esperemos que en el futuro se aborde esta temática en espacios tradicionales y abiertos que concienticen el conflicto social que existe por culpa del machismo y la discriminación. ‘Retablo’ es una película que estamos obligados de ver, no solo por su calidad fílmica, sino por su mensaje de tolerancia ante el prejuicio y en el perdón. La cinta es una oda a la interrelación filial, recordándonos que nuestros padres no son perfectos sino todo lo contrario, son simples humanos imperfectos. Del 1 al 10, tiene un merecido 8.