El largo viaje del perro: arqueólogos argentinos rastrean su llegada a Sudamérica con los primeros agricultores
El hallazgo de restos arqueológicos de perros indican que estos animales fueron introducidos por antiguos agricultores, iniciando una relación estrecha entre humanos y canes.
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El perro, uno de los compañeros más cercanos del ser humano, no siempre estuvo presente en Sudamérica. Una reciente investigación arqueológica identificó el momento en que estos animales arribaron al sur del continente, revelando además su estrecha relación con las antiguas poblaciones humanas que practicaban la agricultura.
El estudio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CONICET) y la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, se basó en el análisis de restos óseos de 70 perros provenientes de 43 sitios arqueológicos, desde Mesoamérica hasta la Patagonia. La investigación no solo reconstruye el trayecto evolutivo del perro en América, sino que revela patrones de migración y asentamiento de las sociedades precolombinas.

Entierro de un perro de entre 1100-500 años de antigüedad en Perú, depositado en posición de descanso. Foto: Nicolas Goepfert
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¿Cómo llegó el perro a Sudamérica?
A diferencia de lo que ocurrió en Norteamérica, donde los perros llegaron junto con las primeras migraciones humanas hace unos 15.000 años, en Sudamérica su presencia se documenta mucho más tarde. Según el estudio, los restos más antiguos de perros en esta región datan de entre 5.000 y 7.000 años, mientras que las primeras ocupaciones humanas son de hace aproximadamente 14.000 años. Este desfase temporal indica que los perros no acompañaron a los primeros humanos en su llegada al sur del continente.

El perro se extendió por todo el continente americano. Foto: Difusión
Luciano Prates, investigador del CONICET, explicó que el ingreso de los perros coincide con la llegada de sociedades agrícolas procedentes de Mesoamérica, quienes ya habían desarrollado el cultivo del maíz. “Esto nos sugiere fuertemente que los perros fueron introducidos por las poblaciones humanas dedicadas a la agricultura, que tenían un estilo de vida principalmente sedentario”, afirmó el especialista.
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¿Cómo eran los primeros perros en Sudamérica?
Los ejemplares analizados por los investigadores argentinos presentaban características muy distintas a las razas actuales. “Al menos al sur de Sudamérica, los perros de aquel entonces eran en su mayoría de porte mediano a pequeño, con un peso estimado entre 10 y 15 kilogramos y sin ningún rasgo distintivo en particular”, detalló Prates.
Estos animales pertenecían a un linaje genético originado en América del Norte, aislado de sus parientes euroasiáticos. El estudio revela que, tras su llegada al sur, estos perros fueron progresivamente desplazados por razas introducidas por los europeos durante la colonización, como los mastines y los galgos. Como consecuencia, hoy casi no se conserva material genético de aquellas antiguas poblaciones caninas.
¿Cómo se expandió el perro?
La expansión de los perros en Sudamérica estuvo directamente relacionada con el movimiento de las comunidades agrícolas. Lucio González Venanzi, becario del CONICET en la UNLP, explicó que los perros acompañaban a estas poblaciones a medida que se desplazaban hacia el sur, en un proceso lento y constante.
A lo largo de este trayecto, los científicos identificaron un fenómeno conocido como “cuello de botella genético”, donde la diversidad genética de los perros se redujo a medida que avanzaban hacia latitudes más australes. Este patrón de dispersión indica una migración conjunta entre humanos y perros, con una fuerte dependencia de los modos de vida sedentarios y agrícolas. Restos hallados incluso en la Patagonia dan cuenta de la amplitud territorial que alcanzaron estos animales prehispánicos.



















